|Historia completada| "𝙉𝙤 𝙝𝙖𝙮 𝙗𝙪𝙚𝙣𝙤𝙨 𝙤 𝙢𝙖𝙡𝙤𝙨, 𝘽𝙚𝙡𝙡𝙖𝙢𝙮, 𝙝𝙖𝙮 𝙜𝙪𝙚𝙧𝙧𝙖 𝙤 𝙥𝙖𝙯. 𝙔 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙢𝙤𝙨 𝙚𝙣 𝙜𝙪𝙚𝙧𝙧𝙖."
El nuevo canciller y su grupo cercano de guardias han acabado con la vida de trescientos soldados ali...
El cambio repentino de temperatura provocó un escalofrío al muchacho, que minutos después se había metido al río con Tania. Resultaba relajante aquel inesperado baño, llenó sus pulmones de aire y su cuerpo se sumergió al completo durante unos segundos, en los cuales buceó aclarando todos sus pensamientos mientras que el agua recorría cada parte de él, cuando el aire se acabó, sacó su cabeza a la superficie y respiró profundamente, sacudió su cabeza haciendo que cientos de gotitas calleran a su alrededor.
—Veo que te gusta el agua—comentó Tania observando las acciones de Bellamy, el cual traía una sonrisa en el rostro.
—Hacía tiempo que no me metía de cabeza en uno—explicó—La primera vez fue cuando llegamos aquí, a la Tierra, en el Arca lo más parecido que había era una bañera.
—¿No sabes nadar entonces?—cuestionó Tania. Bellamy hizo un gesto con su mano indicando un «más o menos» y ella sonrió de lado—Yo recuerdo nadar desde siempre, se me hace raro alguien que no sepa, para mí es algo de lo más natural.
—Para ti todo es de lo más natural—dijo Bellamy mientras salpicó ligeramente a la chica —¿Cómo lo haces?
Tania tardó unos instantes en responder.
—Supongo que me han enseñado a sentirlo así—dijo Tania, la cual había avanzado hasta situarse cerca de Bellamy y fue en el momento en el que iba a responder las palabras de la chica cuando inesperadamente le cogió con fuerza por la espalda e hizo que su pierna se doblará por la suya haciendo que su equilibrio se viera derribado por la morena. Bellamy se introdujo en el agua y Tania aguantó su cabeza unos largos segundos en el agua. Cuando dejó de presionar inmediatamente Bellamy salió a la superficie inspirando profundamente, por otro lado, Tania entre risas inició su retirada y desde la otra orilla preguntó:
—Bell ¿Estas bien?—preguntó divertida. Esa situación le hacia recordar a su infancia, a esos momentos con su hermano y tantas ahogadillas de por medio, lo echaba de menos.
—Yo si—exclamó Bellamy—Pero tú no los vas a estar tanto.
Tania soltó una carcajada.
—Estás muy mono cuando amenazas ¿Te lo han dicho alguna vez?—Bellamy comenzó a avanzar hacia ella como minutos antes lo había hecho Tania—Espera, no hace falta que me la devuelvas ahora, puede ser otro día, otra semana, otro mes, nunca...—El muchacho haciendo caso omiso a sus palabras continuó. Cuando estaba cerca Tania intentó escapar, sin embargo, antes de poder evitar su venganza Bellamy rodeó el brazo de Tania con su mano y la atrajo hacia sí.
—¿Sabes que está pelea la voy a ganar no? Lo digo para que pares de hacerte ilusiones y que admitas que yo soy...—Aquel discurso fue interrumpido por las aguas claras, Bellamy había tirado de la chica hacia sumergirla en el río, aunque Tania logró realizar con rapidez la misma acción, por lo que ahí se encontraban ellos, hundidos en el agua olvidando cualquier preocupación mientras que cada uno intentaba ganar aquel combate de niños. Fue en esos instantes cuando ambos chicos pensaron en él otro y su manera peculiar de ser felices juntos.
--- Bellamy había hablado con su hermana. No todo sale según lo planeado, porque si así fuera, el muchacho no estaría sólo en aquella cueva y atado de manos. Él solo pretendía ayudar, ayudar a Tania, a Lincoln y a aquellos terrestres inocentes que por su culpa había acabado encerrados en aquel lugar, no podía permitirlo y sin embargo, ahí se encontraba sin poder hacer nada.
Tania iba a morir, iba a morir de manera injusta, sola y pensando la horrible persona que podía llegar a ser Bellamy, y él, él no quería eso.
No podía dejar morir a la persona que le hizo vivir...¡Qué irónico! Pensó, ya que todo empezó cuando Bellamy la salvó.
Recordó aquel día, aquel horrible y magnífico día.
La noche anterior había traicionado una alianza, había seguido a su canciller a una masacre y lo peor fue cuando no sintió pena alguna porque sus argumentos eran demasiado buenos, por lo menos no hasta las horas siguiente.
Era un día nublado cuando conoció a aquélla peculiar chica. Era un día como otro pero sin serlo.
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—Holaa, ¿que tal estáis? Se que es corto pero escribo por el móvil y se hace más pesado.
