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La verdad le fastidiaba su uniforme, era tan incómodo que desearía poder quitárselo y quemarlo, pero su madre le regañaría y hasta le compraría un traje de castigo, para que se lo pusiera como pijama.
- Lo odio – se queja mientras camina rápidamente y Jongin apenas lograba darle alcance.
- Lo sé, yo también, pero cuando termine la escuela lo olvidaremos por completo.
Él era positivo porque faltaban sólo días para que terminara todo y llegara el examen de ingreso para aquella academia en Europa con la que tanto soñaban por las noches. Los dos.
Entran a su sala de ensayos y se ponen ropa más cómoda para empezar a practicar para la gran competencia anual de baile de su país que solía durar como una semana.
Y necesitaban competir porque era un requisito de aquella academia. Sólo los tres ganadores obtendrían una recomendación directa.
- ¿Las parejas serán al azar? – pregunta nuevamente, aunque ya hubiera preguntado por ello como cien veces y un poco más.
- Sí, es cuando somos sólo diez concursantes.
- ¿Somos?
- ¡Si somos, porque pasaremos!
Jongin tan positivo y él tan realista que le dan ganas de escupirse a sí mismo. Porque no parecía un joven de su edad, sino que un viejo arrugado y cascarrabias.
Ambos practican y practican e incluso cuando la graduación pasa no les importa porque faltaban sólo días para la competencia. Nada más importaba.
- ¿Jongin, me acompañas a comprar zapatillas? – pregunta con los nervios de punta, el concurso era al día siguiente y acababa de conseguir el dinero para comprarse un par nuevo.
- Vamos, yo también recibí mi mesada.
Se encontraron en el centro comercial y fueron a la tienda, la única, especializada en todo lo que tuviera que ver con baile y ballet.
Ambos salen con sus bolsas en mano después de haber comprado los zapatos más caros y se despiden casi sin hablar. Los nervios los dominaban y esa noche apenas pudieron dormir por la emoción y el miedo, por todo.
Los cuatro días pasan y ambos lograron pasar, justo como Jongin había creído, restregándoselo en la cara. Ese día se queda en la pista con la muchacha quien por sorteo llegó a ser su pareja de baile.
Practican una coreografía sencilla de vals, porque también les tocó por sorteo.
Al día siguiente Taemin decide estrenar sus zapatillas, las que llamaría de la suerte.
Él era el número tres, después de Jongin quien participaría bailando Tango.
Le cuesta admitirlo, pero la coreografía había sido muy hermosa, tanto que los jurados casi lloraron aplaudiendo.
Lo que le puso más nervioso.
La música del vals empieza y la historia empieza junto a su coreografía, suave y etérea, como si estuvieran flotando.
Todo iba tan bien, hasta que el taco de su zapatilla se aflojó, la del pie de apoyo y cuando tuvo que dar una vuelta, la final, la dio y al terminar esta terminó por arrancarse y su tobillo terminó torciéndose.