Baile XXIII

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Al ritmo de aquel tango los recuerdos danzaban, quemándose en sus ojos que se veían al otro lado de ese salón.

Las personas veían aquella pieza de baile perfecta, deleitándose en cada movimiento, mientras ellos se miraban y todo lo hermoso dejaba de serlo por ellos que tenían el corazón triste y sin colores. Ninguno entendía lo que ocurría, la razón por la que estaban así, tan cerca y sintiéndose como desconocidos.

En medio del bullicio, Heechul avanza caminando lo más rápido que podía, daba pasos agigantados y estaba a punto de ponerse a correr, a saltar al cuello del idiota y dejarlo sin vida, de ser posible.

Mierda, mierda, mierda y mil veces mierda.

Todo eso era una mierda, no podía creer que después de tantas cosas, todavía se atreviera a ir a ver la competencia. Eso era ser insolente. Y le daría una lección para que se fuera y dejara de atormentar a Taemin que parecía un muerto en vida.

- Oye estúpido.

Minho y Kibum le miran sorprendidos, hablaba bajito, pero claro.

Y Heechul no dudó ni un solo segundo en plantarle un golpe bajo, dejando en shock a Kibum que intentaba reaccionar y reconocer a aquel chico bonito y delicado.

- ¡Cómo te atreves! – Heechul le mira dolido y sintiéndose estúpido porque acababa de recordar en dónde había visto a Minho, y de dónde rayos lo había conocido.

- Heechul...

- ¡¿Pero qué ocurre?!

Al mayor no le importa ver a Minho aguantado el dolor y menos le importa responder la pregunta del rubio que no sabía qué hacer en ese momento.

- Seguridad – y nadie se le adelantaba. Nadie – saque a este sujeto de aquí; no es bienvenido ni hoy ni mañana ni nunca.

- Como usted diga.

No por nada era conocido y parte de la organización de aquella competencia, y no dudaría en utilizar todo lo que tenía para alejarlo lo más que pudiera de su ingenuo amigo.

El rubio ayudaba al moreno, pero sin dejar de clavarle la mirada, como si quisiera intimidarlo. Como si eso fuera posible.

Taemin ve todo aquel espectáculo desde ese mismo lugar del cual sentía sus pies no querían despegarse. Por suerte el baile de Jongin había terminado y nadie lo vería derrumbarse al ver esa escena. No necesitaba que nadie lo defendiera, pero en ese momento agradece que el mayor se haya encargado de que, al menos esa noche, no tuviera que enfrentarse a semejante descaro.

Dolía y ya nada era bonito.

Las estúpidas mariposas continuaban allí, sólo que ya no le hacían sentirse morir por ese sentimiento que parecía crecer y tomar forma, sino que le hacen sentir retorcijones en el estómago, como si fuera a devolver todo aquello que no comió desde el día anterior.

- Debes concentrarte – decía Heechul, mirándole enfurecido y completamente serio.

- Eso hago.

Quitó la mano de Kyuhyun que lo tenía abrazado y se fue a lavar el rostro. Necesitaba estar más cuerdo que nunca, porque en juego estaba el futuro de su mejor amigo. Debía tomar nota de todas y cada una de las observaciones que los jurados le daban al moreno. No había tiempo para sufrir.

Quiero ser - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora