Capítulo 28.-Tú eliges.

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Subo por el ascensor, con paciencia, procesando las palabras exactas que le voy a decir a Max. Ayer, estábamos discutiendo a estas horas, nos estábamos despidiendo y no sé si era para siempre.

Pero no me pienso cruzar de brazos, amo a Max y no voy a volver a perderlo.

Las puertas se abren, un señor mayor se adentra a la vez que yo salgo. No sé qué haría en ésta planta cuando es la nuestra, pero no le presto mucha atención.

Choco con su hombro, dejando caer su bolso y derramando papeles por el suelo. Él educadamente me pide perdón y al recibir ese mensaje de buena persona, decido ayudarlo.

—La gente torpe también es parte del mundo, no se preocupe.—le digo en broma y él se ríe conmigo.

Comienzo a coger papeles, hasta que llego a uno. Un folleto, donde habla de una casa de campo, alejada de California y tranquila, donde se pueden pasar las mejores vacaciones románticas de la historia.

Me quedo helada viendo el folleto, congelando mi sangre poco a poco, con un nudo instalado en mi garganta, escuchando como mi corazón recibe otro golpe y éste derrama un poco más de sangre, solo un poco.

—Gracias, señorita Miller.—me dice.—es usted increíble, mi hija la admira.

—Dile que me olvide, no pienso volver a las cámaras por el momento.—le pongo el folleto dentro del bolso y me levanto rápidamente.—hasta luego.—le digo y me marcho al piso de Max.

Llamo a la puerta, espero unos segundos cuando Max aparece tras la puerta de madera. Escondo una sonrisa y me cruzo de brazos.

—¿Tienes un momento?.—le cuestiono.

—Para ti siempre.—intento ocultar la sonrisa, pero es imposible que el lado derecho ascienda un poco.

Sale fuera, cerrando la puerta tras si. Se recuesta en la madera blanca, sin camiseta y se cruza de brazos igual que yo.

—Qué.

—Mary y tú padre están tramando algo.—le informo.—ésta tarde estaban en mi cafetería y...

—¿Dónde tú has estado sentada con Hugo?.— me corta y alza una ceja.—Mary me lo ha contado, y no solo eso, me ha enseñado fotos.—saca su celular y me las muestra, son fotos mías riéndome y saliendo de la cafetería apoyada en el hombro de Hugo aguantandome de la risa.

—¿Qué?.—agarro su teléfono y las miro, arpía.

—Y es imposible que haya estado con mi padre, está hoy en una conferencia muy importante en Washington.—relame sus labios.

—Al carajo la conferencia, esa chica te está engañando, los he visto Max.—comienzo a elevar el tono.

—Abi, quiero que dejes tu celos a un lado y te escuches.—se acerca a mí y comienzo a llorar de la rabia.

—¡Y yo quiero que te decidas ya! ¡O ella o yo Max!.—me zafo de sus brazos echándome hacia atrás.—no voy a seguir insistiendo, se acabo, si me eliges aquí estaré si no, seguiré mi camino.

—Abi, te amo a tí.—me dice intentando volver a agarrarme pero me aparto.

—Y la extrañas a ella.—le digo.—y no, se acabo, espero una respuesta al final de la semana. Te amo.

—Abi.—Max pronuncia mi nombre, agarra mi brazo, me gira estando frente a él y me besa.

Le sigo el beso, después de todo, no sé si será el último, no sé si será otros de la lista o sí simplemente será un recuerdo doloroso, pero ahora quiero disfrutar de estos carnosos labios que me vuelven loca, al igual que él.

Cuando nos separamos, mi frente sigue pegada a la suya, no lo miro, pero siento su respiración. Agarra mi mano, entrelaza sus dedos con los míos y besa la palma de mi mano.—Yo también te amo.

Cuando termina la frase me aparto, lo miro un par de segundos mientras nuestras miradas comparten todos nuestros recuerdos vividos, mientras limpio las lágrimas y desaparezco.

Para siempre.

—0—

Cabe destacar, que estamos a sábado, que mañana es domingo y Max aún no se ha dignado a decidir y es lo que más me duele.

Me siento en el sillón azul terciopelo y esperamos a la presentadora, sí, estoy en una entrevista. Mi padre me pidió que lo cubriera ya que Angeline tiene unos problemillas últimamente con el embarazo.

Producción se prepara, los focos se encienden, el público se va acomodando y yo no dejo de pensar en dos cosas, sí el pequeño diablo estará bien y si Max habrá elegido ya.

La presentadora se sienta, es un programa un poco famoso ya que acaba de empezar y se llama Todos con Filomena.

La presentadora es Filomena, muy listos.

—¡Listos!.—gritan.

La presentadora hace su introducción, sonriente de oreja a oreja intentando ocultar esas arrugas que a su edad ya son bastantes. Con el tinte rubio, algunas canas se salvan y pueden ser libres sin la presión del tinte. El maquillaje malgastado en su cara arrugada y los dientes postizo como los de todos los famosos, menos los míos, que me lo cuidaron desde bebé.

—Bueno Abi, qué gusto tenerte de nuevo en las cámaras y más en mi programa.

—Ya bueno, hola Filomena, me gustaría aclarar que no voy a volver a las cámaras, esto lo hago por algo personal.—le sonrío.

—Ya bueno, hablanos de tu vida actual.—ignora mis palabras.

—Soy una chica normal y corriente, que estudia para ser fotografa y trabaja en una pequeña y humilde cafetería.—le respondo.—y sí, soy feliz.

—¿No echas de menos a tus fans, tus lujos o a las cámaras?.—me cuestiona ella.

—Oh, créeme no extraño a los focos que me dejaban ciega totalmente.—ella ríe.—tampoco a los lujos, he vivido rodeada de ellos y lo material no es gran cosa.—hago una pausa para tomar aire.—y en cuanto a mis fans, bueno son un poco pesados y me gustaría aclararles, que no, que no hay más desfiles, ni películas, ni nada.—digo mirando a la cámara y la presentadora se queda seria con mi comportamiento, bebo un poco de agua.

—Bueno, ¿y que hay de tu relación con este chico... Max Stone?.—mi agua sale disparada como un chorro y el público se ríe ante mi gesto, limpio mi boca con mi brazo y le digo que no al señor que me acaba de traer un pañuelo.

—¿Qué relación?.—le cuestiono ahora yo a ella.

—Bueno, todo el mundo sabe de ello, os han visto más de una vez juntos y formáis muy buena pareja.

—Ya... ¿sabes? es que creo que vengo al programa a entretener a su triste público no a hablar de mi vida personal.

—¿Perdona?.—se onfende y comienza a hacer un gesto para que corten la cámara.

—Ahora saben la razón por la que nunca voy a programas.—me acerco a la cámara principal.—mi vida no es vuestro cotilleo, ¿entendéis?.

Segundos después, el programa se cierra. El público comienza a aplaudirme y yo les saludo victoriosa.

Junto mis palmas y las alzo al aire, como si hubiera ganado un combate de lucha libre.

—0—

Llego a casa a las horas, enciendo la luz y me encuentro a Max de pie mirándome. Pego un pequeño salto a la vez que le tiro el bolso a la cara.

¿Por qué siempre nos vemos así? Cualquier día tendré un ladrillo en mi mano y lo dejaré muy mal.

—Cierra la puerta y apaga la luz.—me pide Max.

Uuuuu, ¿a quién habrá elegido Max?.

¿Se habrá dado cuenta del juego de Mary o será demasiado tarde porque le habrá comido ya la cabeza?.

Comenten que creen que suceda, los amo ♥.

La hija de Josh Miller 2 ®| Terminada✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora