30.- Destino

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La mejor tarde que tenido en mucho tiempo después de estar jugando un rato en el baño, Adam y yo nos pusimos una pijama y nos bajamos a cenar algo, se me ocurrió la idea de prepararles algo a mis amigos para cuándo llegarán pero desistí de la idea porque no quiero decepcionarme si se quedan a acampar, ya son casi las once de la noche y aún no regresan pero tampoco contestan el teléfono, ninguno de ellos.

Me siento en una pequeña nube de algodón, flotando por el cielo solo con Adam a mi lado, me siento plena y completa, hasta que recordé que mis amigos y mi prima se fueron hace horas y ninguno contesta el maldito teléfono. Llevo marcando los números de todos más de diez minutos y nada.

—Kate ya deja eso, dudo mucho que en medio del bosque tengan señal —me dice Adam quitándome el teléfono de las manos—, si algo les hubiera pasado ya estaríamos enterados.

—Bueno, por una parte está bien ya que tenemos tiempo para nosotros —se sienta a mi lado y me recargo en su hombro—, pero nuestros amigos ya sabes, a veces son un poco imprudentes.

No sé cómo llegaron con vida hasta los dieciocho años, se han perdido, caído, en su primer año se metían en peleas, todo eso y aún están aquí para seguir con sus desmanes.

—¿Te da miedo que alguno se caiga por un barranco? —asiento— Te apuesto que no están tardando por eso.

—Deben estar por ahí haciendo algo divertido —son los reyes de la diversión pero es mucho mejor tener casa sola—. Marian los va a cuidar a todos y Jonathan la va a cuidar a ella —eso no me gusta para nada—. No deberías preocuparte por Marian creo que le pueda hacer algo que ella no quiera, tampoco es como si Jonathan fuera un animal que solo se deja llevar por impulsos aunque si lo que te preocupa es que tengan algo y todo esto es porque tienes celos mejor dímelo ahora.

Nunca en la vida voy a admitir que tengo celos de Marian, por nada del mundo esas palabras saldrían de mis labios y me siento muy indignada con Adam, no puedo creer que piense así de mí, no está equivocado pero si debería tener un poco más de fe en mi. 

—Adam no seas ridículo, el que tiene celos eres tú —confío en que Marian es consciente de lo que pude pasar si inicia una relación con Jonathan, porque yo no quiero ni imaginar el infierno que va a desatar. 

—¿Qué te parece si hacemos una apuesta? —eso si me interesa, no entiendo porque me gustan tanto este tipo de jueguitos— Si Marian tiene algo con Jonathan te vienes a vivir conmigo, ¿aceptas?

Eso ni de lejos lo vi venir, irnos a vivir juntos es bastante serio y ponerlo en una apuesta no habla muy bien de ninguno de los dos, pero es que no resisto a las apuestas y además no tendría nada de malo; de cualquier manera voy a salirme de mi casa en unos meses así que, ¿por qué no?

—Acepto —le doy la mano como si de verdad estuviéramos cerrando un trato—, pero si Marian no tiene nada con Jonathan dejas de insistir.

Nos sentamos a ver una película y ahí nos quedamos abrazados, es tan relajante estar entre los brazos de alguien, puedo olvidarme del mundo y los problemas que hay afuera; pero esos problemas no se pueden quedar para siempre afuera, a las dos horas llegaron todos llenos de tierra, tomaron el baño en las aguas termales pero de regreso Francis como siempre se perdió y lo encontraron en un lugar lleno de lodo.

—Mañana tenemos una fiesta y tenemos que estar listos antes del mediodía —les dijo Marian antes de subir a su habitación—, así que por favor descansen. Nos vemos mañana —también le deseamos buenas noches y subió las escaleras a toda velocidad, me parece que llevaba prisa y más tarde me enteré el porque. 

Jonathan entró un minuto después de que ella subiera, se quedó solo un minuto en la sala buscando, tonta de mi creí que estaba intentando que lo viera pero no fue así, su mirada apenas se detuvo en mi rostro y como era de esperarse al no encontrar lo que buscaba subió las escaleras.

Destino [Saga Amores Incesantes #1] || Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora