36.- Como si fuéramos amigos

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Lo que sea que Jonathan le haya dicho a la madre de su hija funcionó, acaba de salir de salir del estudio con una gran sonrisa.

—Gracias Jonathan de verdad pero ya dije no quiero que esto se repita —supongo que se refiere a nosotras en pijama—, si necesitas que esté con la niña un día más o unas horas más lo puedo hacer con gusto.

Imagino que sí, yo no tengo hijos, no tengo planes de tenerlo en un futuro cercano pero supongo que cuando los tenga no dejaré que nadie, ni siquiera su padre me separé de ellos; Jonathan hace todo por una razón y si la niña está con el debe haber algo muy turbio detrás de esta chica, algún día quizá se lo comenté a Marian y ella a mi, veremos cuales son las razones por las cuales Melissa solo ve a si hija cuando a Jonathan se le pega la gana.

—Tienes mi palabra Melissa —por lo menos a mí no me va a volver a encontrar con él, no puedo seguir viéndolo y menos junto a Marian.

—No te preocupes yo me encargo de que no se ponga así de nuevo —le responde Marian dándole a la niña para que se despida de ella, también lo hace por las sonrisitas de Melissa—. Yo lo voy a cuidar.

—No es necesario que lo prometas, Jonathan también lo hizo y con sus palabras me bastan —le contesta en un tono bastante grosero.

Pobre, apenas conoce a Marian y ya hablándole en ese tono, debería controlar su carácter por el bien de la niña y de Jonathan, no querrá que le controlen aún más las visitas.

—Entiendo —dice Marian con la mejor sonrisa que pudo poner en sus labios—. Será un gusto convivir con tu hija, es tan linda y parecida a Jonathan, seguro no me costará quererla, espero que no te moleste ya que voy a pasar mucho tiempo aquí, con los dos.

—Mientras la niña esté bien y contenta no tengo ningún problema —Melissa también hace su mejor intento por sonreír—. Jonathan y yo habíamos hablado de esto.

Entonces él ya tenía previsto que todo esto pasaría, ya había decidido que quería a Marian en su vida, es tan importante para el que le hablo a la madre de su hija de lo que siente.  

—En realidad Marian tiene razón Melissa, vamos a estar bastante juntos y ocupados —la toma por la cintura para acercarla más a él—, la mayoría del tiempo estará solo con nosotros dos, pero ahora podrás llevarte a la niña los fines de semana.

—¿Pero como así? —Marian finge sorpresa— Yo tenía la esperanza de llevar a la niña a parques, ferias, a comer, en fin tantas cosas —me encanta ver como disfruta hacer enojar a Melissa, soy su fan—. Ya sabes, como una familia.

Esto es algo que todos debemos ver venir, desde anoche, es más era evidente desde hace una semana, mientras reían, cuando no se separaron ni un minuto; debí saberlo y hacer algo más efectivo para separarlos pero ahora ya no puedo y la chica que parece mi clon tampoco logrará nada con esa actitud, lo único que podemos hacer es esperar a que las cosas caigan por su propio peso.  

—La imagen de una familia normal está sobrevalorada, mi hija en realidad puede ser feliz solo conmigo —por como tiene abrazada a la niña parece que la está asfixiando—. Pero en fin, me tengo que ir.

—Adiós Melissa —Marian le da  la mano y después viene hasta donde me encuentro, toda su gran plática me la pasé sentada aún sobre uno de los taburetes de la cocina, como si no existiera y es mejor así, no quiero que se fije en mi. 

Destino [Saga Amores Incesantes #1] || Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora