Hunk estaba sentado conmigo en la clase de literatura, enfrente estaba pidge y Matt, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Keith.
Había pasado un año desde que el llego y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que Keith era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Allura haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Verónica las cosas eran iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Keith se comportaba como el hermano mayor de mi hermana cuando ese era realmente mi papel. Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Verónica, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra solo cuando era necesario y trataba en lo más posible de no estar en la misma habitación que yo.
¿Acaso olía mal? ¿Era feo? ¿O no le agradaba?
Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí pero no lo podía ver. Era un Niño despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya conocido, salvo por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.
Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada ves que hacía una pataleta, a la media noche unas galletas sobre una servilleta tocaban a mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.
La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrado, pero en realidad estaba pensado en cómo convencer a mamá para que me dejara ir a la casa de Pidge y Matt esta tarde con Yorak. Seguro me diría "lleva a Keith". Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Verónica, pero misteriosamente se le metió a la cabeza que El Niño azabache podía ser mi amigo. Error, el jamás lo sería.
No me gustaba la idea de que el fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaban la educación a Keith y Acxa. Para la navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que nosotros y eran libres de reglas y listas de alergias y cosas que se debían hacer.
— Lance, podrías decirle a la clase de que se trataba el poema -salte en mi asiento y me aparte el fleco de la cara. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela me decía que si no sabía algo sonriera y me quitara el pelo de la cara con delicadeza.
Lo hice como me habían enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello había atrás, se me enredaron los dedos entre éstos.
Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Lotor, que estaba sentado junto a Keith. El le susurró algo al oído y se rio más fuerte, pero a Keith no pareció hacerle gracia.
— Te estamos esperando Lance -me dijo la maestra, caminando hasta mi puesto con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental. Eso me molesto.
Mire hacia el lado y Hunk se encogió de hombros, el tampoco había prestado atención.
Pidge y Matt tampoco sabían, negaban con la cabeza para que no preguntara nada.Sentía ganas de llorar, la maestra me estaba avergonzando.
— ¡Lance descerebradao! -gritó Lotor desde el primer puesto. Toda la clase estalló en carcajadas, excepto mis amigos y Keith, que seguía tan serio como en un funeral.
En una mirada fugaz que le lancé, vi como el gesticulaba algo con los labios. Me estaba mirando directamente y decía algo. Aproveche que todos reían y que la maestra trataba de hacerlos callar para entender el mensaje.
"Amor", eso lo entendí.
— Amor -dije en voz alta en el preciso momento en que se hizo silencio en la sala.
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"MARRY ME" (Klance edition)
FanfictionMi abuela sentia una debilidad por Keith, siempre lo consentía y le regalaba dulces a escondidas de mi madre. Incluso mis padres querían más a Keith que a mi. Era un niño demasiado consentido para ser hijo de la niñera. Y el dia en el que el cumplió...