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Tras abandonar la casa pusieron rumbo al oeste, alejándose más de la ciudad. Ninguno de los dos llevaba dinero encima, pero nunca supuso un problema para el Soldado. Robó una camioneta a medio camino para que Rogers, cuyas heridas aún estaban en proceso de sanar, no tuviera que seguir caminando y, así de paso, acelerar su huida.

Durante el camino tenían conversaciones esporádicas cuando el rubio no dormía, quedándose siempre en silencio cada vez que un nuevo recuerdo parecía querer despertar en su memoria rota. Y es que, junto a los recuerdos, también despertaban sus emociones. Aquellas que durante años había bloqueado con el fin de poder seguir adelante sin preguntarse el por qué. Unos cuantos kilómetros después odiaba tanto a Hydra como a sí mismo por haberse mantenido fiel a ellos durante décadas.

Pasada la medianoche decidieron finalmente parar y descansar.

Tras cruzar un interminable paisaje de bosque, encontraron un pequeño pueblo pasado Maine que les recibió en silencio. Las pocas luces en las casas indicaban que la mayoría de los habitantes estaban ya durmiendo. La noche siempre era buena amiga de los fugitivos. Recorriendo lentamente las calles con la camioneta, dieron finalmente con una casa donde, tras una rápida ojeada, decidieron que no habitaba nadie desde hacía tiempo.

−Voy a darme un baño – anunció el rubio tras correr todas las cortinas−, ¿me ayudas? – ante la mirada interrogante del Soldado profirió otra de sus risotadas amigables −. Vamos, como en los viejos tiempos. Vamos a frotarnos mutuamente la espalda.

No se negó. No fue capaz de hacerlo. Todo cuanto decía el rubio lo aceptaba sin rechistar. Él era la clave de sus recuerdos, el único capaz de devolverle su identidad. Y, después de haber convivido con Hydra, Rogers no parecía una mala opción a seguir hasta que pudiera decidir por sí mismo qué vida elegir.

Entre hombres que habían compartido todo durante la guerra, ninguno se hizo extraño al quedar desnudo frente al otro. Al principio ni siquiera se miraron, hasta que el rubio alargó el brazo.

El Soldado se quedó inmóvil. La curiosidad le ganaba a la extrañeza. Los dedos del capitán empezaron a caminar por la línea que separaba su carne del metal. De haber sido cualquier otro le habría apartado de un manotazo, pero no a él. Pudo ver la pena en su mirada, mezclada con algo más. Algo que, aún confundido como estaba, fue incapaz de describir, pero se asemejaba al orgullo que exponía cuando él recordaba algo nuevo.

Un extraño, aunque cómodo, momento de intimidad nació entre ellos al verse las cicatrices. Esta vez fue el moreno quien alzó la mano, pasando la yema de los dedos cerca de donde estaban las heridas de bala que él mismo había ocasionado. La culpa era una perra difícil de echar. Sin previo aviso, Rogers lo rodeó en un firme abrazo que le erizó el vello. Luchó un poco al principio para escapar, pero ante la insistencia del otro no le quedó más que quedarse quieto y aceptar.

Cerró los ojos con la nariz contra el hombro del rubio. Olía a sangre y sudor. Y a esperanza. Una que ya creía perdida hacía mucho tiempo.

La frustración, la ira, la desesperación, el estrés... todo ese cúmulo de emociones que estuvo reteniendo por tanto estallaron en ese momento de la peor forma posible que podía permitirse. Mordió con fuerza el hombro ajeno para acallar un grito mientras las lágrimas empezaban a caer sin poder detenerlas. Lloró como un crío desolado entre sus brazos, agradecido de que durante largos minutos el otro no dijera nada, solo siguiera abrazándole de aquella forma tan cercana.

Le vino a la mente el fugaz recuerdo de un uniforme verde

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Le vino a la mente el fugaz recuerdo de un uniforme verde. Militar. Cubriendo los mismos anchos hombros que en ese momento le cobijaban. Supo entonces que aquel no era el primer abrazo que se daban.

Lentamente fue calmándose, sintiéndose estúpido por ese arranque infantil. Estaba a punto de huir del baño cuando la firme mano de Rogers le cogió el mentón para encontrarse con sus ojos. Se miraron durante otros tantos minutos y entonces, de nuevo sin aviso y tomándole totalmente por sorpresa, el rubio lamió el recorrido de sus lágrimas por su mejilla antes de darle un profundo beso.

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Las imágenes son de sus respectivos autores/as. 
El próximo capítulo será el +18

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Saludos!
Vik

The Line [Trilogía Stucky - 1] - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora