Gracias a Sthefy preciosa por betear.
Advertencia: Así como, lime=mastubación.
Capítulo 5: Caras largas.
Por tres o cuatro días Keith disfrutó el tiempo más relajante de su vida. Dormitó rodeado de los olores de sus compañeros, apretando la esencia de Lance y Shiro a su nariz, cálido y protegido en su nido donde nadie podría encontrarlo o llegar a hacerle daño.
En ese periodo, la excitación dejó de ser un peso ardiente en su vientre, y subió hasta su estómago con gusto, placentero y caliente se instaló como una necesidad de algo, y se revolvió por horas intentando poner el dedo sobre lo que ese algo conllevaba. Sin que Keith se diera cuenta, al cabo de varias horas divagando logró poner, literalmente, el dedo sobre el asunto.
Apretó sus dedos resbaladizos en la apertura delicada que rodeaba su ano, aquella curvatura inocente y sonrosada que simulaba ser el mismo conducto anal al que tanto Keith había tenido recelo en su pubertad, aquello que los médicos habían llamado "vagina atrofiada" con tono clínico y seco.
La tirantez volvió a él como una navaja afilada cuando tocó con la punta de su dedo el leve oleaje resbaladizo que ya empezaba a hincharse, atravesando toda la bruma de comodidad y placer para traer de nuevo a flote todas las inseguridades, la aberración hacía su sexo deformado y extraño.
"No eres un niño de verdad"
Gimoteó hinchado, acalorado y sintiéndose estúpido, porque un hombre no se revolvía en mantas queriendo tocarse, un hombre se tocaba y ya. Pero las manos en su pene se sentían ásperas y extrañas. Se enfurruñó en su nido, con los pantalones abajo y los bóxers empapados de los fluidos pegajosos de su pene y trasero.
Porque todo en Keith debía ser hilarantemente extraño.
"Gracias madre, tus genes fueron de mucha ayuda."
Le costó algunas horas volver a calmarse. Para cuando lo notó, había dejado la chaqueta de Shiro a un lado y se aferraba a la de Lance mientras dedos inexpertos apretaban ansiosos la apertura que obstruyó su ano al hincharse, abrirse y explotar en placer y fluido.
A la mierda sus pudores y traumas adolescentes sobre un ano que expulsaba lubricante natural. El quería tocarse, quería tocarse pensando en Lance.
En sus pecas salteadas sobre su nariz recta y la forma de su sonrisa despreocupada, ligeramente ladeada a un lado, con cierto toque de retintín en sus labios que irritaba y complacía a Keith en partes iguales.
En sus músculos delgados que se tensaban bajo la piel canela quemada por el sol, con su espalda ancha y manos largas que gesticulaban cuando hablaba sobre un tema que le apasionaba, sus ojos brillantes y azules, pepitas de mar ardientes.
Se zambulló en los recuerdos inundados de suspiros e inquietante zozobra adolescente, mientras acariciaba más profundo entre sus paredes apretadas.
Piel canela, ojos azules, risas, pecas.
Lance.
Cuando las paredes se contrajeron con un giro de sus dedos, Keith gimió, un profundo calor hizo un nudo en su vientre bajo, y luego se liberó como un capullo en primavera, vibrante y enceguecedor, bajo sus parpados cerrados. Estremeciendo cada parte sus extremidades, haciéndolo sollozar y esparciendo un líquido caliente de su pene ahora semi-erecto.
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Excepto a Ti
Fiksi PenggemarEl sufrimiento de su padre y una dura infancia por culpa de una madre ausente, volvieron a Keith un firme creyente de la inexistencia del amor. Construyó grandes barreras a su alrededor, y se aisló, presto a no ser herido o rechazado, presto a evita...