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Kim TaeHyung era una persona simple, sin complicaciones. Con diecinueve años a sus espaldas, no tenía más aspiraciones que llegar a fin de mes y finalizar su carrera para encontrar un trabajo estable. Para costearse esto, el joven trabajaba en la pequeña empresa de envíos de su tío, el cual le pagaba una miseria, ya que se aprovechaba del hilo familiar que los unía y del carácter afable de TaeHyung. Aún así, él no se quejaba, y agradecía enormemente tener siquiera aquel empleo. Sonreía a los clientes y era educado con todos aquellos, cordial incluso con algún que otro cascarrabias.
En resumen, Kim TaeHyung era un buen chico.
Sin embargo, el joven había cambiado radicalmente y se estaba comportando extraño. Ya no se comportaba amable con los clientes ni con los amigos, ni siquiera era capaz de sonreirles, y solía cumplir estrictamente su trabajo a rajatabla sin salirse de él. El gesto alegre que solía inundar sus labios ya no existía, ya que había sido reemplazado por uno serio.
Ninguno de sus compañeros o amigos sabían la causa de este cambio tan repentino, mas él sí lo tenía más que claro.
