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TaeHyung no sabía por qué demonios había aceptado ir con SeokJin. Es decir, se podría haber negado perfectamente, pero algo en su interior le decía que debía ser agradecido; gracias a él su trabajo recibió una nota bastante alta y eso le facilitaba optar a la beca parcial de la carrera que cursaba. Por eso mismo le mandó aquel mensaje, pensando que así podría acabar su relación con él. Aunque, ¿realmente quería finalizar su contacto allí? No, por supuesto que no. Pero se sentía malditamente avergonzado por su último encuentro y su excesiva sinceridad.
Su innegable atracción por SeokJin existía, y TaeHyung comenzaba a asumir que no podría deshacerse de ella como si de un chicle pegado a la zapatilla se tratara. En las semanas que llevaba conociéndolo había enfocado la situación desde tantos puntos de vista que llegaba un momento en el día que ya no recordaba si lo repudiaba o no. Las palabras de JiMin convivían en su mente junto a sus miles de dudas acerca de todo lo que estaba ocurriendo, y terminaba sin saber muy bien qué hacer. En resumen, aquel chicle no quería marcharse, y el dueño del zapato comenzaba a tomarle cariño.
TaeHyung era una persona sumamente indecisa en cuanto a temas de pareja, y eso era conocido por sus allegados más cercanos. SeokJin era concebido por su mente como alguien juguetón y que se divertía a su costa, pero al mismo tiempo el hombre le había ofrecido sus facetas más humanas. Poco a poco, deconstruía la imagen que TaeHyung tenía de él en su mente: un hombre ególatra y preocupado solo por su fama.
En resumidas cuentas, TaeHyung ya no sabía qué demonios hacer, y sabía que todo aquello no importaría cuando SeokJin estuviera ante él, porque tenía el poder de bloquear su mente en todos los aspectos. Por ende, y como acababa haciendo siempre que tenía esa conversación consigo mismo, decidió dejarse llevar, y se preguntó (como siempre) por qué se seguía planteando todo aquello, si la conclusión era la misma en todas las ocasiones.
Había estado todo el día actuando raro, e incluso Hui se había percatado, algo extraño teniendo en cuenta que apenas conocía a TaeHyung ya que siempre iba a su aire. JiMin y ChanWoo se dirigían miradas furtivas interrogantes, sin saber muy bien cómo actuar. El rubio había estado unos días actuando borde con todos, luego había vuelto a su estado de ánimo habitual y ahora se encontraban con un TaeHyung torpe y tartamudo. ¿Qué le pasaba a aquel chico?
—TaeHyung —lo llamó su tío, preocupado por él —, sé que son los días más pesados del año, pero, ¿qué te pasa? —JiMin con su móvil en la mano escuchaba la conversación atentamente.
—Hijo, necesitamos el máximo rendimiento, más en esta época del año —le dijo con voz calmada, como si amansara a una fiera —. Pero si vas a seguir provocando que el rendimiento baje, tendré que darte unos días libres de más —el rostro de TaeHyung se encogió en una mueca de horror a sabiendas de lo que significaba eso; no habría sueldo. Y él no podía permitirse prescindir unos días de trabajo.
