『 d o c e 』

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A TaeHyung nunca le gustó el silencio, tal vez por ello la música formaba parte de su vida, aunque no tenía muchos conocimientos sobre ella a nivel teórico

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A TaeHyung nunca le gustó el silencio, tal vez por ello la música formaba parte de su vida, aunque no tenía muchos conocimientos sobre ella a nivel teórico. La carencia de sonido, pensaba él, era signo de que algo iba mal, un pequeño aviso antes de la tormenta: siempre había silencio antes de que su padre comenzara a gritar, o antes de dar una mala noticia. Por ello, que hubiera esa afonía en el coche de SeokJin le crispaba los nervios.

El conductor por su lado miraba a TaeHyung por el rabillo del ojo cada vez que podía, estando altamente preocupado por el chico. Cuando bajó del coche y lo encontró llorando pudo sentir su corazón encogerse de pena y rabia, pues no podía hacer más que servir de apoyo para TaeHyung, aunque lo que más deseaba era entrar en aquella casa y pegarle una paliza al padre del rubio.

Quiso tocar a TaeHyung, indicarle que estaba allí para él, pero tenía miedo de que lo rechazara, que dijera que ya no quería continuar con su relación después de lo ocurrido. SeokJin ya tenía una carrera y un nombra labrado, esa noticia no le supondría grandes problemas a nivel laboral. TaeHyung ni siquiera había acabado la universidad, ¿qué iban a pasar con ellos?

—SeokJin —dio un pequeño salto al escuchar la voz de TaeHyung llamándolo —, ¿a dónde vamos?

Bueno, aquella era una buena pregunta.

—¿Dónde podemos ir? —le preguntó él, a lo que TaeHyung se encogió de hombros, frotando sus mejillas, pues aún contenían restos de lágrimas —. ¿Quieres que vayamos a tu casa? —el menor asintió levemente y SeokJin volvió a dirigir la mirada a la carretera, tomando el camino hacia casa del chico.

TaeHyung observó cómo la mano derecha de SeokJin descansaba en su rodilla, y con el pulso tembloroso la tomó entre las suyas propias y la dirigió a su regazo, donde comenzó a juguetear con los dedos del mayor. SeokJin sonrió al rubio, que le dirigió una pequeña mirada antes de dirigirla a sus manos unidas.

Ambos guardaron silencio durante todo el trayecto, aunque no duró demasiado. Observaron con cautela si algún periodista esperaba en el exterior de su casa, y al no ver a nadie (supusieron que la mayoría de ellos estarían en la residencia de SeokJin), salieron del coche separando sus manos. Entraron lo más rápido que pudieron al portal de casa de TaeHyung, y subieron a su piso rezando por no encontrarse con ningún vecino. Afortunadamente, aquel día la mayoría estaban ocupados compartiendo la festividad con su familia, por lo que no se toparon con nadie.

Entraron en casa del menor con el silencio incómodo sobre sus espaldas y se sentaron en el sofá, cada uno evitando la mirada del contrario.

—TaeHyung, yo... Lo siento mucho —comenzó a hablar SeokJin con un nudo en el estómago. El nombrado alzó la cabeza, encontrándose con los ojos repletos de tristeza del contrario.

—No, hyung, no ha sido culpa tuya, no lo sientas, por favor, no me mires así —le pidió con dolor al ver los orbes entristecidos de SeokJin mirando a su rostro.

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