~ Décima parte

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Un amor deleznable

Hacía muchos años que habían comenzado con aquel juego, solo unos pocos después de que Rinoh Montero, el famoso abogado que nunca perdía un caso y ex esposo de Rose, había aparecido muerto en la casa que compartía con ella.

La señorita Nyxabeen, al encontrar a su marido sin vida de una forma atroz, llamó a la primera persona que le vino a la mente, el mejor amigo de Rinoh, Blas. Con ojos cristalizados ambos decidieron que no llamarían a la policía. Se encargarían de encontrar al asesino y cobrarían venganza por sus propios medios. Se adentraron en una investigación exhaustiva y luego de meses se toparon con el presunto culpable: Lincoln Batters, un drogadicto abusivo que buscaba dinero para sustancias.

Idearon un plan: McKlint le prometió dinero si se encargaba de Rose. Armaron una historia perfecta para que la víctima fuera deduciéndolo todo a su debido tiempo, pero cuando Roselyn, que ya estaba sosteniendo un cuchillo contra su garganta, descubrió que él no había sido quien había asesinado al amor de su vida, supo que de todas formas tenía que matarlo. No podía arriesgarse a dejarlo ir.

Blas llegó al par de horas para encontrarla llorando junto al cuerpo, impotente y angustiada, pero no por lo motivos correctos. Rose le confesó que, aunque aquel hombre era inocente por asesinato, no sentía ningún remordimiento por haberlo degollado. Incluso había disfrutado exterminar esa escoria del mundo. Blas la abrazó y, viendo el cadáver, le dijo con toda la honestidad que tenía que estaba bien, que le habían hecho un favor a la sociedad y que intentarían dar con el asesino de Montero otra vez.

Dos años más tarde, mientras ella gritaba y caminaba de un lado al otro en una habitación cuyas paredes estaban salpicadas de sangre, ocurrió: Blas estaba tan frustrado como ella, y todos sabían que sentimientos tan poderosos como el rencor, la desilusión y la impotencia pueden tener un resultado fatal. Aquello los impulsó a abalanzarse uno sobre el otro y aplacar todo lo que sentían con relaciones físicas.

Ya habían asesinado a ocho personas, y así floreció la enfermiza relación.

Ambos adoraron sentir la sangre de la víctima deslizarse sobre su piel mientras gritaban el nombre del otro. Se deleitaron por la forma en que se sentía tener a alguien más presenciando la escena, acompañándolos. Saber que ellos estaban experimentando una de las cosas más significativas, como lo era la unión de dos personas y la consumación de la tarea natural, los hacía sentir auténticos dioses: privilegiados, afortunados e inalcanzables, y luego estaba la víctima, quien por toparse con ellos debía, como cualquier súbdito, arrodillarse y recibir un castigo por sus malos actos.

Blas y Roselyn conformaban una pareja nociva e impredecible. Eran tal para cual, dos almas infelices que en lugar de hacerle frente a la tragedia se le unieron; se hicieron sus amigos, potenciando las consecuencias que esta conllevaba en la vida de otros en la búsqueda de la ilusoria venganza.

—Por Rinoh —susurró un agitado Blas.

Dos personas teniendo sexo al lado de un cadáver. ¡Qué cosas morbosas las que uno se encontraba en el mundo!

—Por Rinoh —acordó ella, echándole una última mirada a los verdes y vacíos ojos de Jack antes de echar la cabeza hacia atrás y dejar que el placer en su interior dinamitara.

Aquel no era el final de la tóxica vida de mercenaria que llevaba Roselyn, quien llena de oscuridad necesitaba sacar esta a la luz. Habría una próxima víctima, estaba segura.

Era solo el principio.

La señorita Nyxabeen lo sabía, y por eso sonrió.

~ FIN ~

Mrs. NyxabeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora