Primer encuentro

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Primavera, una de las cuatro estaciones de las zonas templadas de la tierra; posterior al invierno y antes del verano. Conocida también como una de las mejores épocas para llevar a cabo los famosos bailes de salón.

Aunque para nuestro joven castaño, era mejor conocida como "la mejor época para las orquídeas", debido a que estas crecen mejor en esta estación.

La mansión Smith estaba llena de orquídeas de colores, moradas, azules, blancas, verdes, amarillas, rojas, pero mayormente, rosas. ¿La razón? Simple, eran las favoritas del más joven de los Jaeger: Eren Jaeger.

Los Jaeger eran los floristas de la familia Smith desde hace tiempo, pero más que ser sus empleados, eran como amigos cercanos de la familia.

Eren Jaeger, hijo de Carla y Grisha Jaeger, era el encargado de los arreglos florales para la fiesta que se ofrecería en un par de días. Fiesta en la que Erwin Smith, dueño de aquella lujosa mansión, se presentaría nuevamente ante la sociedad, solo que esta vez acompañado de su joven, pero hermosa esposa, Hanjie Zoe.

— ¡Eren! —la voz de la nueva señora de la casa resonó por el amplio salón que colindaba con su puerta trasera con el inmenso jardín del lugar.

— ¡Señorita Hanjie! —una voz cantarina se hizo presente respondiendo al llamado, mientras que su dueño corría con entusiasmo al encuentro de la señorita— ¿Qué le parece? —pregunta haciendo referencia a los decorativos— ¿Le gustan las cestas colgantes?

— ¡Por supuesto! No pude reconocer el salón al entrar, realmente le has cambiado el ambiente por completo —exclama la chica de lentes— antes era muy, am, —hace una pequeña pausa mirando a todas direcciones para comprobar que su marido no se encuentre cerca, como para escucharla— aburrido.... Pero ahora, ¡Todo está lleno de color!

—Perfecto para que anuncien acerca de su matrimonio —comenta el florista con una leve risilla en su voz, recibiendo una mirada pícara— en verdad me alegro mucho por ustedes, desde que usted llegó, el señor Erwin se muestra más feliz; sin mencionar que me deja hacer más cambios en las decoraciones —bromea guiñando su ojo izquierdo de manera cómplice— no sé qué sería de mí sin usted.

—Vamos Eren, me alagas demasiado.... —responde la chica con un leve rubor en las mejillas— mi llegada no ha sido para tanto.

—Sí que lo ha sido —dice una tercera voz proveniente de la entrada principal del salón integrándose a la conversación— tu llegada siempre será lo mejor que nos pudo haber ocurrido. Sin duda alguna —repone el rubio acercándose a su esposa para comenzar a darle pequeños besos en todo el rostro, mientras que ella se disfruta del tacto con amplias sonrisas.

—Erwin —pronuncia ella en tono bajo sin borrar su enorme sonrisa de su rostro, entrelazando sus dedos con los de su marido.

La feliz pareja se mantuvo abrazada por unos largos minutos, disfrutando de la calidez que la compañía del otro les proporcionaba, entre pequeños juegos de palabras y con besos de esquimales, mientras que las palabras de amor creaban una atmósfera donde solo existían ellos dos.

—Sorprendente Eren, en verdad te has lucido con las decoraciones —felicitó el rubio una vez se hubo separado de su pareja— el toque de las cestas colgantes viene muy bien con los ventanales.

—Muchas gracias, señor, estoy seguro de que todo saldrá a la perfección durante esta noche.

—Sí, en verdad que eso espero. No todos los días presentas a una hermosa mujer ante toda la sociedad como tu esposa, ¿verdad? —pregunta de manera retórica el de ojos azules abrazando nuevamente a la de gafas que se limitó a responder con una sonrisa apenada.

El jardín de las orquídeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora