Mediante un beso

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Los ojos de Levi se abrieron de par en par al escuchar las palabras de la azabache, que no dejaba de mirarlo con una sonrisa socarrona, que denotando lo mucho que disfrutaba de la situación. Eren, en cambio, sentía con lujo en detalle el modo en que su alma abandonaba su cuerpo, por tan directa e indiscreta confrontación.

—Perdón, querida hermana —habló por fin—, pero lamento no saber a lo que viene tu tan, repentina afirmación.

El castaño quedó bastante sorprendido al escuchar tanta tranquilidad en la voz del joven a su lado; bien parecía como si realmente no conociera sobre las acusaciones en su contra. Él mismo le habría creído si no hubiese recibido una fugaz mirada cómplice por parte del contrario, acto que, bien cabe mencionar, ayudó a tranquilizar al de ojos verdes, pues por un par de segundos sentía que su corazón estaba a segundos de quebrarse, por creerse engañado.

—Oh hermano, no hace falta que mientas, lo que vi anoche no fue ninguna ilusión mía, de eso estoy más que segura; pero si no es por eso que niegas lo que digo, déjame aclarar, que no me molesta en lo absoluto el tipo de relación que tengáis —hizo una breve pausa, en la que mostró una amable sonrisa que confirmaba sus palabras—, pero hablando de eso, ¿cuál es el tipo de relación, bajo la cual se nombran? Porque solamente conocidos, no son.

El par de jóvenes quedaron pasmados ante la sagacidad de la señorita, pero más que eso, se sorprendieron de lo liberal y entrometida que demostraba ser.

En el salón reinó el silencio, ninguno de los interrogados sabía cómo responder ante tal pregunta, principalmente el de piel tostada, que él no se creía digno de contestar las interrogantes, pues también se había pasado gran parte de la noche tratando de encontrar una respuesta que lograra satisfacerle, cosa que, lamentablemente, no consiguió.

—Querida hermana, en verdad me es increíble lo astuta e inquisitiva que puedes llegar a ser —dijo Levi con una pequeña sonrisa de lado antes de soltar un suspiro, aceptando su derrota—. No hallo ningún sentido en seguir negando lo que tú ya bien sabes y que es cierto. Supongo que es de tu conocimiento, que el otro mozo con el que me viste ayer, es el joven Jaeger ¿verdad?

—Sí, bueno, admito que ayer no le pude ver bien el rostro, por obvias razones, pero su cabello castaño es algo inconfundible —respondió ella—, además de que pude confirmarlo al ver la forma tan atenta en que te comportabas con él antes de notar mi presencia.

Eren estaba perdido, no tenía la menor idea de lo que estaba sucediendo, ¿Acaso Levi estaba confirmándole a su hermana sus actos de ayer? ¿Qué razón tenía aquello? Es verdad que resultaba inútil negarlo si la chiquilla podía argumentar su acusación, pero de cualquier forma, aceptarlo de tal modo, era algo carente de sentido para él.

Levi dio un leve asentimiento, dispuesto a continuar hablando, pero justo antes de hacerlo, Mikasa tomó la palabra, diciendo:

—Lo lamento pero, antes de seguir, me gustaría mucho que pudieran responder mi pregunta anterior. ¿Cuál es la relación entre ustedes?

La atenta mirada de la joven se centró en su hermano, cambiando en un par de ocasiones a Eren, que no había pronunciado palabra desde hacía ya rato.

— ¡Mikasa! —el gritillo de una voz femenina sonó desde la entrada del salón, provocando que los presentes voltearan a ver a la señora Smith, corriendo hacia la más joven con los brazos extendidos, para abrazarla con fuerza— ¡Querida Mikasa! ¡Esperaba tanto tu llegada!

— ¡Hanji! —la emoción por parte de la azabache era casi igual al de la castaña— me alegra tanto encontrarte, cuando llegué ayer te busqué por todo el lugar, pero no te hallé por ningún lado...

—Lamento eso querida —se disculpó la de lentes, alzando la mirada y encontrando a la pareja de jóvenes, bastante aliviados por su interrupción.

Una sola mirada que duró no más de un par de segundos, fue suficiente para informar a la recién llegada, que aquel par necesitaban quedarse a solas, por lo que no dudó en ayudar a su amigo con aquello, llevándose a su hermana al comedor, alardeando sobre el buen sazón de su cocinero. Para sorpresa de los jóvenes, Mikasa no se resistió en ningún momento, ni expresó su deseo por quedarse, tan solo siguió a la mayor sin queja alguna.

Una fuerte exhalación llenó el salón. Aquella conversación había sido en verdad agotadora, tanto para el joven Jaeger, como para el Ackerman, quienes no tardaron en tomar asiento en una de las bancas de mármol del lugar.

—Eso fue... —habló Eren dedicándole una rápida mirada a su acompañante— interesante, ¿no lo cree usted así, señor Ackerman?

—Totalmente —coincidió el nombrado—, pero Eren, nuevamente te pido, deja las formalidades, tan solo estamos los dos. Después de lo de ayer, me gustaría que me llamaras por mi nombre.

El rostro del contrario adquirió un fuerte tono rojizo, como reacción a aquellas dulces palabras, cosa que enterneció a Levi, que no se resistió y acunó con su mano derecha una de las sonrojadas mejillas, para luego acariciarla moviendo su pulgar lentamente.

—Pero, si alguien nos escuchase, estaríamos en un aprieto, incluso peor que el anterior...

—Eren, por favor, créeme cuando te digo que eso no me importa en lo más mínimo.

Un suave y corto beso fue robado por parte del mayor, pero sin que hubiera oposición alguna del menor, quien tan solo quiso disfrutar del efímero contacto de sus labios, cerrando sus ojos, concentrando toda su atención en su sentido del tacto.

"Corto, demasiado corto", pensó el castaño, "quiero más, mucho más".

—Levi, béseme —pidió teniendo aún los ojos cerrados.

El Ackerman se sorprendió bastante ante la petición, pero resistirse a complacer a su castaño, era algo que carecía de sentido y necesitaba una fuerza de voluntad que él simple y sencillamente no poseía.

Los amantes volvieron a juntar sus labios, iniciando esta vez una dulce y romántica danza por parte de estos, que se juntaban y se separaban, tan solo para volver a encontrarse.

¿Quién lo habría pensado? Que un joven encontrara la felicidad en otro; que el encuentro de sus labios sería el más dulce sabor que ambos probarían jamás; que los sentimientos que resguardaban en su interior, se desbordarían con solo la presión de los belfos el contrario sobre los suyos.

Levi comenzó a empujar al de ojos esmeraldas, para que éste quedara acostado boca arriba sobre aquella banca y tener así una mayor comodidad para ambos en lo que estaban disfrutando. Eren llevó sus brazos alrededor del cuello del azabache para abrazarle, pero sus manos temblaban por los nervios, era inevitable, jamás había hecho o sentido algo igual.

—No tengas miedo —pidió el mayor entre besos, al notar lo nervioso que se encontraba su querido—, estoy contigo.

Esas dos palabras fueron más que suficientes para lograr tranquilizar a Eren, que ahora sentía su corazón latir con gran velocidad y fuerza, mas no era por temor, era por todos esos bellos sentimientos que tanto había resguardado y que ahora Levi venía a liberar, monopolizándolos a todos. Todos los hermosos sentimientos que Eren guardó en su interior por todos los años de su vida, que reservó con esmero pensando en dárselos a alguien especial, se los estaba otorgando a una sola persona, justo en ese momento, mediante un cálido, dulce y romántico beso.

—Eren, entrégamelo todo —rogó el azabache al separar sus labios y antes de volver a juntarlos.



El jardín de las orquídeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora