Anfitrión

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Ah, el castaño se sentía flotando entre las nubes, tocando el cielo con la punta de sus dedos, rodeado de estrellas que brillaban animosas a su alrededor. Todo gracias al cálido y duce contacto de los labios del mayor sobre los suyos. Es increíble —pensó Eren— abrazando con más fuerza a aquel que tantos suspiros le robaba, pero el oji-esmeralda, no solo se refería al beso, su alago era para Levi, él era increíble y fascinante y ante los ojos del menor: perfecto.

Un suave jadeo escapó de los rosados labios del de piel tostada, que sintió sus mejillas arder de vergüenza ante el extraño sonido que había hecho.

— ¡L-lo siento! ¡Yo...! —intentó explicar, pero no tenía excusa para justificarse, así que tartamudeo nervioso, esperando porque algo se le llegase a ocurrir, mas un suave beso logró hacer que guardase silencio.

—No te disculpes —pidió el Ackerman acariciando su mejilla con ternura, mostrando a su vez, una enorme y enternecida sonrisa—, déjame escuchar más, mi querido Eren.

El aludido sentía que su corazón estallaría en cualquier momento, aunque cabe mencionar, que tal proposición, le resultó de lo más tentadora y él estaba más que dispuesto para cumplir aquella petición, sin queja alguna. Mas, antes de que pudiera complacer al azabache, el anfitrión apareció por la entrada del lugar, con un ánimo que normalmente solo se tiene después de una muy buena fiesta. Afortunadamente para la pareja, el rubio tenía una pisada fuerte que podría escucharse estando a un cuarto de distancia, así que les dio tiempo perfecto para separarse y fingirse desconocidos.

— ¡Oh, Levi! ¡Ahí estás! —exclamó el señor Smith dirigiéndose a su amigo, a la vez que el sirviente se alejaba de éste para volver a sus labores—, pasé casi toda la noche buscándote. ¿Dónde fue que te ocultaste?

—No me oculté —negó el acusado, encubriendo su molestia por tener que separarse del menor, tras una ladina sonrisa—, tan solo, me entretuve con un par de asuntos.

— ¿Asuntos? —la curiosidad bien podría considerarse como un defecto del más alto, que ahora prestaba su total atención a su amigo, a la vez que le miraba fijo, ideando distintos escenarios, buscando la respuesta más improbable, ignorando así la que tenía frente suyo.

—Tú sabes, charlas de negocios, esperando de hacerme de un par de socios más en la región —carraspeó Levi, siendo conocedor de lo grande que podía resultar la imaginación de su amigo—. Cosas que ahora son irrelevantes, en realidad.

—Ya veo... —cedió el otro, dando un leve asentimiento con la cabeza— bueno, hablando entonces de cosas sin tanta relevancia, ¿qué opinas del decorado de anoche?

—Excelente, en toda la velada disfruté de ver los lindos adornos y flores que colgaban —alagó el de ojos como el metal—, mas en el momento en que salí a tomar un poco de aire, noté que tienes un jardín precioso, amigo mío. Debo admitir que el quiosco en él, es espléndido.

Eren, sin duda alguna, aseguraba que ese sería el último día que viera la luz del sol. Al escuchar las palabras del de piel más clara se giró para verlo, encontrándose con que también le observaba, claro que de manera mucho más discreta, para que el anfitrión no notase lo que ocurría; Jaeger, comprendiendo bien sus intenciones al notar esa diminuta sonrisa socarrona que curveaba sus delgados labios, por lo que le dedicó una mirada de amenaza, advirtiéndole que detuviera aquel jueguecillo, aunque sin poder especificar el castigo que conllevaría desobedecer dicha orden, la sospecha fue más que suficiente para lograr hacer al mayor ceder.

—Lo agradezco en verdad, es una de las decoraciones de las cuales más acostumbro a regocijarme.

—Con justa razón.

El castaño suspiró en un notorio gesto de alivio. Sintiéndose más tranquilo de que el apuesto azabache no realizara ningún tipo de jugarreta, comenzó a caminar a paso sereno rumbo a la puerta, para terminar de realizar sus labores, que hasta el momento había aplazado por estar disfrutando de los cortejos del señor Ackerman.

—Pero, volviendo al tema de la fiesta, me enteré que dejaste sola a la bella señorita Ral, dime, ¿acaso no fue de tu agrado?

El ambiente se tensó en menos de un minuto. El joven castaño, ahora se encontraba a medio salir del lugar, debatiendo en su interior si debía continuar su camino, fingiendo desinterés, o quedarse a escuchar, cediendo ante sus emociones. Levi a su vez, observaba la figura estática del castaño, decidiendo por las palabras correctas con las cuales responder, sin ser descortés, mas tampoco quería dar a entender que tenía algún tipo de interés por la joven; hasta que al fin las encontró.

—No ha sido eso, lo que sucede es, que es una joven muy bella y agradable, una persona con la que fácilmente se puede entablar conversación, pero realmente no es el tipo de persona con la que me guste estar con una finalidad cercana a una relación romántica. Encontrarla en otra fiesta sería agradable, pero no tengo intenciones en pretenderla.

La tensión se quebró, como si se tratase de un espejo al que le habían lanzado una roca, permitiendo así que el menor del salón respirara ya que, sin darse cuenta, había estado conteniendo el aliento, esperando la respuesta del azabache, quien en ese momento sonrío ampliamente, al ver a su joven querido relajar sus músculos y continuar con su camino, una clara señal de que su respuesta le había caído de maravilla.

—Ya veo, es verdaderamente una lástima, pensé en verdad que te agradaría, me pareció que tenían bastante cosas en común —se lamentó el rubio, exhalando una buena cantidad de aire.

—No debes preocuparte por mí, querido amigo, te aseguro que casarme no es algo que necesite en este mismo instante; a diferencia de las damas, que un hombre se mantenga soltero a cierta edad, no es algo malo en realidad. Tan solo me resguardo para la persona especial.

El señor Smith observó a su amigo con una sonrisa melancólica, una mezcla entre orgullo y tristeza, que demostró en un fuerte apretón, pegándolo contra sí en un cálido abrazo.

—Espero que la encuentres pronto, y que cuando lo hagas, sea yo al primero que le des la noticia al respecto. Estoy seguro que no existe persona en el mundo, capaz de alegrarse más de lo que yo me alegraré por tí.

Dilema. Levi se encontraba en un verdadero dilema. Ya había encontrado a esa persona, era un varón, no una hermosa dama como la sociedad dictaba; y había sido la señorita Smith la primera en enterarse, no su marido, como el deseo de este bien especificaba.



El jardín de las orquídeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora