Sentimientos

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—Flechazo de amor —se atrevió a decir con los ojos fijos en aquellos pétalos—ése es el significado de...

—Entonces estoy en lo correcto —le cortó el contrario, dando un paso al frente para así acortar la distancia entre ambos.

—Señor Ackerman —nombró el más joven en un susurro, retrocediendo un poco, sintiendo sus nervios a flor de piel—usted me ha afirmado que no juega conmigo, pero no puedo evitar pensar que esto no sea algo más que una broma de mal gusto.

El comentario de Eren logró molestar en sobremanera al azabache. Él nunca jugaba con ese tipo de asuntos, mucho menos haría bromas al respecto; menos aún si él era uno de los implicados.

A él acudieron respuestas que claramente no serían bien recibidas por el oji-esmeralda, además de que, tan solo de pensarlas, se censuraba a sí mismo por idearlas, eran absurdas y carentes en su totalidad, de respeto para cualquiera de los dos.

—Puedo preguntar, suplicándole por una respuesta sincera, ¿Por qué piensa de ese modo? —rompiendo el silencio, preguntó Ackerman, con su típico rostro que aparentaba hostilidad.

— ¿Por qué, dice usted? —rectificó el contrario—la primera razón, y más que suficiente, es que ambos somos hombres. ¿Acaso usted no desconfiaría de alguien que le hace una propuesta de tipo romántica, si es un hombre, al igual que usted?

Durante algunos segundos reinó el silencio.

Levi tenía la mirada gacha, comprendiendo la dubitativa del muchacho frente suyo, intentando reprimir una pequeña risa, pues estaba en completa razón, a él también lo habría tomado por sorpresa un hecho así: agradecía mentalmente a su amiga de lentes, por sus tantos comentarios en verdad extraños, que lo habían preparado, de algún modo u otro, para este momento.

Eren mientras tanto, sentía que su estómago se le había subido a la garganta. ¿Cómo había podido decir eso? ¡Si él fue el primero en hacer una insinuación de ese estilo! Aunque al parecer, lo que más le confundía no era el que otro hombre le correspondiera, sino el que fuera el mismísimo Levi Ackerman quien lo hiciera; alguien tan prestigioso como él, que tenía la posibilidad de escoger a la dama que quisiera, enamorado de otro hombre. ¡Imposible!

—Joven Jaeger —habló por fin el de más baja estatura—permítame decir, antes que todo, de lo comprendo. Entiendo bien su preocupación, mas le aseguro, que no soy de las personas que disfrutan haciendo bromas e insinuaciones vacías sobre este tema. —Durante unos segundos no dijo nada, como si quisiera darle un mayor énfasis a sus palaras, cosa que logró—así que le pido de la mejor manera, que crea en mí cuando le digo que, no es un juego en lo absoluto. No sé cómo lo ha hecho, pero usted me ha hechizado, y sé que si despierto el día de mañana y no le he comunicado de estos fervientes sentimientos, no podré seguir con mi vida.

El castaño quedó sin habla ante tal declaración. Su corazón latía cada vez más fuerte y más rápido, podía sentir la sangre en sus orejas; las lágrimas acumulándose en sus ojos, impidiéndole ver con claridad; sus manos temblando representaban lo nervioso que se encontraba en ese momento, sus rodillas tambaleantes, anunciando que pronto caería; la mente en blanco sin tener idea de qué pensar y un sentimiento que no dejaba de crecer en su interior, llegando a cada parte de su cuerpo: amor.

—Señor Ackerman —susurró llevando sus manos a cubrir su enorme sonrisa y sus mejillas sonrojadas.

— ¿Sí? —preguntó el contrario sonriendo también, disfrutando de ver al contrario en tal estado de felicidad.

— ¿Debo tomar la flor como una propuesta específica? —cuestionó con un tono divertido. Quería que Levi lo dijera, quería escuchar aquellas palabras salir de sus labios, quería escuchar su grave tono de voz entonando aquellos sonidos con tal significado. Mas sobre todo, quería ver al gran señor Ackerman avergonzado, aunque sea un poco.

—Sí —respondió con total seguridad y acercándose a Eren un poco más.

— ¿De qué tipo? —volvió a cuestionar, disfrutando del aroma tan perfecto que ahora inundaba sus fosas nasales.

— ¿En verdad quiere que lo diga? —a pesar de lo embarazosa que podría resultar la situación para el azabache, lo estaba disfrutando, incluso se divertía un poco al verse tan inmerso en ella. Estaba feliz de estar en ese lugar en ese momento, junto al oji-esmeralda.

—Así es —contestó el más alto, sonriendo y mirando directamente los labios contrarios.

—De acuerdo —suspiró Levi, dándose por vencido ante los deseos del contrario más, antes de pronunciar palabra, vio que a las espaldas del castaño se encontraba un pequeño racimo de flores de tono azul y reducidos pétalos redondeados, así que rodeando levemente a su confundido acompañante, cortó el tallo de un pequeño grupo de flores, para extenderlas frente a Eren.

—Nomeolvides —dijo éste al observar el pequeño ramo.

—Amor sincero —citó Ackerman mirando directamente a los ojos esmeralda de su acompañante— ¿Estoy en lo correcto?

—S-sí... —su voz salió en un tono realmente bajo, pero ¿Qué podía hacer? El joven Jaeger sentía que en cualquier minuto perdería el conocimiento debido a todo lo que estaba ocurriendo— ¿Por qué...?

—Por si tenía alguna duda de mis sentimientos por usted —la determinación y la seguridad con que Levi decía las cosas, tranquilizaba en sobremanera al de piel morena, que se limitaba a observarlo fascinado y enamorado—sus encantos, me han atrapado. Nunca había pensado tanto en alguien, como he pensado en usted todo el día. Por favor, dígame, la acacia amarilla de esta mañana, ¿Era una declaración?

—A-así es —tartamudeó Eren, sintiendo el ritmo acelerado con el que latía su corazón—está usted en lo correcto.

—No se puede imaginar lo mucho que me alegra estarlo.

—Ni lo usted lo mucho que me alegra a mí que sea de ese modo —respondió el castaño con las mejillas ruborizadas, mirando directamente a los ojos del contrario.

Poco a poco la distancia comenzó a desaparecer y los labios del azabache se fundieron con los contrarios en una suave y lenta danza, que los transportó a un lugar completamente diferente, en el que solo se encontraban ellos.

Las manos del más joven temblaban, mientras se aferraban con fuerza a la tela del traje de su acompañante, al mismo tiempo que cerraba sus ojos con intensidad, haciéndole saber a Levi lo nervioso que estaba. Éste último hizo que se separasen por unos escasos segundos, tan solo para sonreírle, plantar en sus labios un pequeño y suave beso, buscando tranquilizarlo y enseguida volverlo a besar, solo que esta vez con más fuerza, pasión y cariño.

Eren se sentía más tranquilo, por lo que correspondió el beso, imitando las acciones del azabache, causando en este una inmensa ternura por aquel joven que cada vez le fascinaba más y más.

Perdidos, completamente perdidos en su mundo y en lo que estaban viviendo, no se percataron de una mirada curiosa, de una pequeña de no más de dieciséis años que, atenta, les observaba intentando decidir entre si debía acercarse y separar a su hermano de aquel muchacho, o si era mejor alejarse y dejar a la pareja disfrutar de su momento.


El jardín de las orquídeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora