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Fui presa de mis pensamientos, de nuevo. Había terminado de suturar y cubrir la herida ¿Cuántos minutos pasaron? Lo miraba a los ojos y él a los míos. No puedo describir exactamente cómo me sentí al conectarme de esa forma con él. Me intimidaba, me sentía pequeña... indefensa... débil... pero aún no podía apartar la vista. Dicen que los ojos son la ventana del alma y creo que eso es lo que no tiene, alma. No me decían nada sobre él. Sentía la necesidad de preguntarle cuál era la razón para que intentara acabar con su vida. Al parecer él pudo leerme fácilmente, porque apartó su vista en ese momento, me dio las gracias y se puso de pie dispuesto a abandonar la farmacia.

¿Qué...eso era todo? Prácticamente salve su vida y se va así, dándome solo las gracias, ni su nombre...ni su número de teléfono. No moví ni un músculo, mi vista estaba pegada a la silla donde estaba sentado, veía su sangre y todo el alboroto que armamos. Al fin salí del trance, miré a todos lados y ya no estaba, una risa burlona salió de mi boca, me sentía tan tonta.

Ayudé a don Pepe a limpiar el lugar, salí de la farmacia y la lluvia había cesado, unos pequeños rayos de sol intentaban calentar el ambiente frío y gris. Instintivamente crucé la calle y corrí hacia el puente, lo busqué en el rio y a sus alrededores, pero nada. Me dirigí al sauce esperando encontrarlo y no estaba.

-Soy una tonta verdad? – le dije al sauce – en qué rayos estaba pensando? Lo conocí cuando intentó suicidarse, no es que nuestro encuentro haya sido romántico... espera...dije romántico?? por qué rayos pienso en romance?!!! – me enojo conmigo misma. Empezaba a hablar la mujer sedienta de compañía que habita dentro de mí. Sacudí la cabeza para ordenar mi mente.

El chico suicida se había apoderado de todos mis pensamientos. Todo dentro de mí lo buscaba. Por un momento sentí que la película Intensamente había cobrado vida en mi mente.

Alegría decía que deberíamos estar felices porque tuvimos un encuentro cercano con el sexo opuesto, y que mis latidos se aceleraron con su compañía. Sus ojos eran hermosos, negros pero hermosos, vacíos pero hermosos, intimidantes pero hermosos.

Tristeza por su parte hizo que sintiera empatía por él – Lloraste por él, recuerdas? – que tuvo que pasar para decidir matarse, estaría sufriendo por alguna enfermedad? Alguien le habría roto el corazón? Su familia estaba arruinada? Sentía culpa por algo? Además, dejó de llover, el día esta arruinado, el día de tu cumpleaños.

Desagrado se mostró indiferente – O sea, ni siquiera preguntó nuestro nombre, no vale la pena.

Temor solo introdujo miedo - Acaso intentará hacerlo de nuevo, quizá no haya nadie cerca que pueda auxiliarlo y esta vez tenga éxito en su cometido.

Furia gritaba a voces que debo talar o quemar el sauce ya que su sola presencia es la evidencia de nuestro encuentro. También sugirió que empecemos a amar los días soleados.

-Oh. Por. Dios. Me volví completamente loca. Soy demasiado infantil! Madura Nata...madura. No puedes dejarte llevar por películas para niños. Y tú – dije señalando al sauce – tu.. tu.. tu.. – no se me ocurría nada, no podía pensar en nada.

Sentí un nudo en la garganta, un fuerte apretón en el corazón. Se me nublo la vista y lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas. Un sentimiento que desconozco tomo posesión de mi ser. Había olvidado que era mi cumpleaños después de todo. Al igual que mi madre, este día se había convertido en mi día de la llorona. Siempre que llegaba a mi sauce y contemplaba el cielo, simplemente lloraba. Hoy mi rutina se vio interrumpida por una persona a la que no vale la pena nombrar, ya que no sé ni su nombre. Al parecer mi cuerpo no lo olvido, y me dijo que era tiempo de desahogarse, de sacar toda la frustración que tengo guardada.

Gota   A   GotaWhere stories live. Discover now