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Mi nombre es Nataniel, tengo 24 años y soy mujer...sí, eso dije, soy mujer, mi nombre puede confundir a muchos. Soy la combinación de Natalia (mi madre) y Daniel (mi padre). Mido 1,65 mts, tengo la piel canela y el cabello negro. Ahhhh y no...no tengo novio, nunca lo tuve. Mujer independiente ese es mi lema......a quién engaño, pensaba así hace años pero ahora....lo bien que me vendría una compañía.

Vivo solo con mamá. Mis ojos vieron la luz en agosto, y la lluvia fue testigo de mi llegada a este mundo y por eso la amo...amo cuando las gotas tocan mi piel, amo caminar y correr bajo la lluvia, los días lluviosos son mis días favoritos.

Terminé mi carrera universitaria con honores, "Veterinaria", y adivinen quién no tiene empleo aún, si... YO. Pude ser la mejor de mi generación, pero la vida laboral es tan diferente a los estudios universitarios, todos piden experiencia... ¿Qué experiencia puede tener un pollito que recién sale del cascarón? Y pues poner una clínica requiere dinero y dinero es lo que me falta, necesito un viejito millonario a punto de estirar la pata...lo digo en serio.

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Con la llegada de agosto, llega la lluvia, mi cumpleaños y mi promesa. Mamá prometió que cuando cumpla 25 me contaría las razones por las que papá ya no está con nosotras, emmm papá aún vive pero no a nuestro lado. Supuse que no fue por infidelidad pues aunque están divorciados sé que se aman...se hablan todos los días.

También quiero contarle que desde que cumplí 15 sé que ella llora mucho el día de mi cumpleaños. Cómo me enteré? Regresé del colegio por mi maqueta y la encontré llorando en su habitación como nunca lo había hecho, pensé que recibió una mala noticia y como era tarde salí corriendo...al llegar la noche no dijo nada, estaba radiante. No quise preguntar, ese momento era una adolescente que sólo se preocupa por sus "enormes" problemas existenciales. Al siguiente año fue igual, y al siguiente. Decidí que guardaría su secreto, pero ahora soy una mujer y quiero saber más de ella ¿Por qué llora en mi cumpleaños?

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 Un rayo de luz apagó mi hermoso sueño, abrí mis ojos y ahí estaba mi madre, con un pastel en las manos y las mañanitas en la boca.


- Estas son las mañanitas que cantaba Natalia...a la desempleada más bonita se la cantamos así despierta Nata despierta mira que ya amaneció ya los pajaritos cantan, la luna ya se metió. Felicidades mi cielo...levántate y pide un deseo.

- Mamá...gracias por la canción, tú tan amorosa como siempre – dije con sarcasmo, amaba a esa mujer.

- Sopla la vela Nata y pide un deseo – lo decía apurada, sabía que debía ir al trabajo, era profesora en la escuela primaria – lo pido por ti? Un novio? Un empleo? – reía muy fuerte

- Mamááá! – respondí con fuerza – cómo me conoces – reí con ella y soplé la vela, deseaba tanto un empleo, pero lo primero que vino a mi mente fue...un novio.

- Te amo cariño, nos vemos luego – besó mi frente y salió corriendo.

Me asomé por la ventana y le grité – No olvides mi promesa ma!! – su sonrisa desapareció debajo de su paraguas, me miró y solo asintió la cabeza.

Era un día perfecto, la lluvia prometía no irse pronto. Volví a mi cama, quería retomar mi sueño, pero olvidé de que se trataba, di varias vueltas y no logré pegar un ojo. Opté por crear uno: mi propia clínica, un novio guapo, un auto...pero de la nada, apareció Albus Dumbledore, si, el viejito de Harry Potter, diciéndome – Soñar no te hará ningún bien Nata, si olvidas vivir. – Abrí los ojos y me senté de golpe, fue algo realmente extraño. Decidí levantarme y tomar una ducha caliente.

Cogí mi celular y puse música, abrí los mensajes que me habían llegado, uno era de papá, me envió un mensaje de voz cantando el Feliz cumpleaños. Mis amigos de la universidad me enviaron tarjetitas a Facebook y WhatsApp. Suena mi teléfono, era Laura, mi mejor amiga:

- Hola Nata, feliz cumple mi fea hermosa!

- Hola Lau, gracias fea

- Y? planes? Tenemos que salir a festejar, pensé en cerrar temprano el salón e ir por algo de tomar ¿Qué dices?

- Tengo planes con mi mamá hoy, recuerdas la promesa verdad? Pues hoy es el día.- lo dije con una voz que más que emoción, denotaba miedo.

- Uff lo olvidé, disculpa Nata, sé que es muy importante para tí.- hubo un silencio incómodo- sabes que estoy para lo que necesites.

- Bueno, necesito un empleo – dije riendo para matar la tensión.

- Eres una...loca desquiciada – escuché su voz atragantada

- Así me amas

- Tu lo que necesitas es un hombre, así que el fin de semana nos vamos de cacería

- Planeas ponerle cuernotes a Matías? No dijiste que lo amabas?

- No se lleva leña al monte – lo dijo pícaramente – además lo hago por ti, para que veas donde está mi lealtad, sacrificaré a mi Mati por ti – dramática.

- Ok, acepto tu sacrificio – no aguanté la risa, ambas reímos un par de minutos.

- Entró una clienta, no olvides, el finde es nuestro. – colgó antes de que le dijera algo.

Laura Padilla, 25 años, crecimos juntas, pero no éramos amigas, es más, nos odiábamos, estábamos en el mismo salón y nos gustaba el mismo niño, ese que llevaba la mochila con rueditas, mi primera jalada de pelos fue con ella. Lo mismo sucedió en la universidad, pero esta vez fue por un perro, no un chico perro, sino un perrito, nos dieron el mismo caso y no coincidimos en la terapia, tuvimos una discusión muy acalorada, pero aprendimos (miento, nos obligaron) a respetarnos y conocernos. No sé cómo paso, solo sé que ahora ella es una pieza importante en mi vida. Laura dejó la universidad para abrir su salón de belleza.

Después de una taza de café, me dispuse salir de paseo, caminar hasta el parque, saltando en los charcos como una niña pequeña. Tomé mi chamarra favorita, una negra que llega hasta debajo de mis rodillas, mis botas azules, mis auriculares y me puse en marcha. Conozco a detalle cada calle que me lleva al parque, como es costumbre, la gente huye de la lluvia, por lo que camino cantando y bailando como si estuviera en casa. Cruzo el puente y puedo ver mi árbol favorito, un sauce llorón enorme. Llego a él y apago mi música, y empiezo a hablar con él como si fuera una persona, este sauce sabe más que mi mamá y Laura juntas. Me perdí en mis pensamientos y quedé mirando el cielo nublado, las gotas mojaban mi rostro, unas lágrimas rodaron por mis mejillas, ¿por qué?, no lo sé.

De la nada, unos fuertes y rápidos pasos interrumpieron mis perdidos pensamientos, giré y lo vi venir, alguien se acercaba a mí, con una sudadera que le cubría el rostro. Pensé que era un ladrón y que tenía un arma, me quedé helada, lista para entregarle todo lo que tenía, y con todo me refiero al celular, era lo único de valor que tenía en ese momento. Pero no se detuvo, caminó de largo, el color y el aliento volvieron a mí, giré para verlo.

Se detuvo en el puente y cruzó la barda, dio un grito al aire acompañado por un potente trueno, no sé en qué momento mis pies comenzaron a correr a él.

- Nooooooooooooo – grité con todas mis fuerzas.

Se giró y pude ver su rostro, era joven, de piel pálida y unos ojos negros, que parecían haber llorado, mostró una sonrisa...y sucedió, saltó sin que yo pudiera hacer algo. 

Gota   A   GotaWhere stories live. Discover now