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Entré a la cafetería de la Sra. Lulú, hacía unos cafés deliciosos, y en un día lluvioso como este, un café era perfecto. Saqué el celular del bolsillo

- Perdón, prometo llevarte mañana al técnico – la Sra. Lulú soltó una carcajada descabellada al verme hablar con mi celular.

- Niña necesitas uno nuevo, en ese estado lo mejor es desecharlo.

- No podría – le dije poniendo una mano al pecho – Sra. Lu usted sabe que no tengo empleo, no puedo comprarme uno nuevo, debe tener arreglo, solo es la pantalla. – giré el celular y vi su sangre, él de nuevo entró en mi mente.

- ¿Lo de siempre Nata? ....... Nataaa, qué te sirvo! – Su voz sacudió mis pensamientos

- Si por favor, es decir, lo de siempre pero sin azúcar. – Amaba el café con crema, con dos cucharaditas de azúcar, pero hoy no tenía muchas ganas de dulce.

Estaba mirando las noticias en el televisor más antiguo del barrio, la señal era pésima, pero se podía escuchar. Esté lugar tenía objetos de los 70's y 80's, unas reliquias. El reportero entrevistaba a un policía de turno, este informaba sobre los accidentes ocurridos por las precipitaciones.

- Lamentablemente existen personas que piensan que es divertido llamar y burlarse de nuestra institución, de los uniformados.............. – Por poco caigo de mi asiento, esa voz, la reconocía, era el oficial que me contestó la llamada, estaba hablando de mí. No pude evitar reír por lo sucedido; pero una vez más, el joven suicida volvió a mi mente.

Clin Clin. Ingresaron dos jovencitas empapadas, se sacudieron un poco y dejaron sus paraguas en la entrada. Se sentaron en la mesa de al lado, hablaban muy fuerte así que no fue difícil escuchar un poco su conversación. Algo llamó mi atención.

- Tenía sangre por todos lados, pensé que estaba muerto. – dijo la rubia

- No estaba muerto, pude ver su respiración. – dijo la morena

- Pero podría estar agonizando, tenía los ojos cerrados Claudia, será mejor que llamemos a la policía, tal vez lo asaltaron. – Me di cuenta de que hablaban de él, se me erizó la piel al pensar que podía estar muriendo.

- Mira, la semana pasada tuve un problema con un policía, no voy a – le jalé del brazo y la hice girar hacia mi - ¿Qué te pasa? Suéltame! – Dijo la morena enojada

- ¿Dónde está? – le dije casi gritando

- ¿Dónde está quién? Mira creo que te confundiste, así que porque mejor no te vas

- El joven herido, ¿Dónde lo vieron? – mi mano volvió a sujetar el brazo de la morena.

- Escúchame tú, quién quiera que seas, será mejor que no me vuelvas a poner un solo dedo encima, nosotras no vimos nada, no te metas en conversaciones ajenas.

Ahora la sujetaba con las dos manos, y con más fuerzas que antes, me empujó y caí sobre mi trasero, me paré enseguida y estaba lista para plantarle un golpe, pero la rubia me detuvo.

- Está echado en el sauce llorón cruzando el puente, ahora por favor vete. – Me soltó, fui a mi mesa, cogí mi chamarra y el celular, la Sra. Lu llegó con el café, pero salí corriendo sin decir nada.

La lluvia había empeorado, las calles se convirtieron en pequeños ríos, corrí sin mirar a los lados, estaba a dos calles del puente. Al llegar a la farmacia, crucé la calle y un auto frenó de golpe, casi me atropella, pero yo no paré, escuché la voz del conductor a lo lejos – Fijate tonta!.

Gota   A   GotaWhere stories live. Discover now