Capítulo catorce: Sufrimiento

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-¿Quieres ir conmigo? Al baile, digo.

Me despierto de mis pensamientos sobresaltada. ¿Él? ¿A mí? ¿Cómo?

-Claro, ¿por qué no?

-Genial. - se va dando saltos. Ridículo. Y tierno a la vez. ¿Qué estás haciendo? Para. ¡Para! De todas formas ya no hay vuelta atrás.

Noto a Nazan raro. No me mira como antes. Directamente no me mira. Sólo mira a la fila de delante. Frunce el ceño levemente. Sólo yo me doy cuenta.

Al salir de clase salimos rápido. Paso por delante de Charles, visiblemente emocionado. Nazan se queda delante suya.

-Lo...lo sabías, ¿ver...verdad?

-¿Qué dices, tío? Anda, Mudito, déjame en paz. -dice mientras se levanta y sale al pasillo.

Nazan le sigue. Charles pasa por delante mía. Me sonríe. Con un empujón Nazan le corta la sonrisa.

Charles se pega en el pecho con las taquillas y cae al suelo. Por un momento le cuesta respirar y se queda en el suelo, jadeando.

Nazan le coje de los hombros y le levanta. Le pega con fuerza contra la taquilla. En la espalda. Charles gime de dolor. Yo me quedo al margen. Prefiero no meterme. A su alrededor se forma un corro de gente.

-Te...te duele, ¿no? Pero seguro que no pen...pensaste cuánto me do...dolió a mí, ¿no? -le grita.

-No sé de qué hablas, tío. Suéltame. Por favor. Yo no he hecho nada. -Se ve que está sufriendo.

Otras dos personas cojen a Nazan y se lo llevan.

-¡Pa...pagarás por lo que has hecho! ¿Me...me oyes?

Charles se queda en el suelo sentado. Le cuesta respirar. Tal vez debería ayudarle. En vez de eso me voy.

¿Qué ha podido pasar? Tengo que hablar con él. ¿Y si es por mí?

Me lo encuentro vestido, en un callejón, sentado en el suelo, lanzando piedras a la pared.

-Pobre pared. No te ha hecho nada. -digo sonriendo. Él me mira. No sonríe. Tiene los ojos rojos. Ha llorado. Y parece que mucho. -¿Qué mosca te ha picado hoy?

-No lo...lo entenderías. De...de todas for...formas ni siqui...era te has a...acercado...

Eso me ha dejado muda. ¿Por qué? ¿Por qué me comporto así?

-No... no lo pensé. Lo siento en serio. Pero...

-Pe...pero ¿qué? ¿Qué te...te lo impedía, eh? ¿Qué no quieres que...que nos vean jun...juntos?

-No. No es eso.

-¿Y qué es, e...eh? ¿A....acaso tienes miedo, eh? ¿O X es qui...quién te im...impide vivir tu vida?

Eso duele.

-¿Qué vida, eh? ¿Romperte la espalda trabajando para que luego te roben todo el dinero y tú no puedas ni replicar? ¿Qué tengas miedo de salir solo a la calle? ¿Es eso acaso lo que quieres? ¿Es eso acaso en lo que crees?

-No. Yo creo en un...un mundo mejor. Y no te...te vayas que...quejando. Sólo e...eres una niñata que cree que...que ha sufrido de ver...verdad.

Eso duele más.

-¿Que no he sufrido dices? ¡Violaron a mi madre!

-Oh, po...pobreta. -¿sarcasmo?- Mataron a mis padres, ¿sa...sabes? Así que no te...te creas la única que sufre. Y deja de es...esconderte en X sólo porque no...no eres capaz de aceptar la realidad.

Eso duele aún más. Nunca pensé que él pensaría eso de mí.

-Vete -le digo mientras empiezo a llorar. Él lo nota.

-Xeila lo...lo siento. Yo no...

-He dicho que te vayas.

-No... por favor... lo...lo siento...

-¡VETE!

Empiezo a llorar y él también.

-¿Sabes que? ¡Me...me da igual! -se gira- Ah, y...y no te creas tan...tan impor...portante.

Se va lentamente. Me quedo mirando su figura alejándose. De mí. ¿Qué he hecho?

"Y ahora toca lamerse las heridas como un perro y esperar otra segunda oportunidad" X.

Me siento en el suelo. Empiezo a gritar y a pegar al suelo.

Al final me relajo. Intento caminar y llegar a casa. Pero no puedo. Es... demasiado.

Me quedo en un callejón sentada, llorando.

-¿Qué palo, no? -me interrumpe una voz aguda.

-¿Cómo?

Levanto la cabeza y me encuentro una cara a pocos centímetros de mí. Tiene los ojos grises y el pelo rubio oscuro. Lleva dos coletas a los lados de la cabeza y la cara salpicada de pequeñas pecas. Veo que cada pocos segundos guiña un ojo.

-Pues de repente ver que la vida no es como nos la mostraron. La caja de muñecas color rosa que la recubría no era ni mucho menos parecida a lo que es en realidad. Que ni siquiera sigue las instrucciones que debería seguir.

Lleva una sudadera azul y pantalonea cortos. En una oreja tiene un pendiente de una estrella naranja y en la otra nada.

Se sienta a mi lado.

-Ah, me llamo Tina. Aunque algunos me llaman Parkinson.

-X.

-¿¡X?! Así que eres tú. Te esperaba... diferente.

-Pues soy sólo este montón de asco.

-Dios mío, hablas igual que escribes. ¡Alegra esa cara! Bueno, técnicamente no se como la tienes. Si te quitaras la máscara...

Me la quito y la dejo en el suelo. Tengo los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

-Me llamo Xeila.

-Encantada, Xeila. Te prometo que no diré nada. Tu secreto está a salvo conmigo.

-Gracias.-digo sonriendo.

-¡Si sabes sonreír! -me río y ella también. - Tengo que irme. No todos somos unos vampiros grafiteros como tú.

Se levanta y se espolsa las piernas.

-Confío en que nos veremos, ¿no? -me dice.

-Ojalá. -le contesto.

Se despide y se va. Me cae bien. Es alegre y simpática. Me ha alegrado bastante.

En realidad, podría haber ido mucho peor.

"Al fin y al cabo, no todo es sufrimiento"*.

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