CAPÍTULO 11: COLLAR

764 101 74
                                    

Chanyeol acababa de regresar a casa. Asomándose a través la puerta principal, saludó como siempre lo hacía al ingresar a su hogar, sin embargo, realmente se vio sorprendido cuando en esta ocasión no recibió respuesta alguna.

Frunciendo el ceño, caminó por los silenciosos pasillos, echando de vez en cuando algunas miradillas indiscretas a través de las puertas cerradas mientras avanzaba hasta el interior. No había ni rastro del resto de sus hermanos por ningún lado. Así como tampoco se escuchaba el usual escandalo que ellos estarían haciendo a estas horas. Entre bromas o simplemente el ruido causado por el televisor encendido. Nada, absolutamente nada que delatara la presencia de alguno de los Omegas.

Se dirigió entonces hasta su habitación, la que compartía con sus hermanos, guiado por la curiosidad. Era muy extraño que todo estuviera tan callado. Al llegar frente a la puerta, encontró que esta se hallaba cerrada así que, con mucho cuidado, giró el pomo para abrirla.

Con apenas el sonido chirriante generado por las bisagras, la poca luz de la tarde consiguió colarse hasta el interior del cuarto, permitiéndole así distinguir la silueta de Suho, quien se hallaba profundamente dormido sobre su cama. Kyungsoo, a su lado, en un estado similar.

Cada uno tenía una cobija encima además de que ambos parecían llevar ya un buen rato de haber caído en los brazos de Morfeo, aún y si era relativamente temprano.

Encogiéndose de hombros, optó por cerrar la puerta. Al menos esto le daba una explicación creíble ante el abrumador silencio que habitaba en la residencia cuando llegó.

Él también había notado la ausencia del coche de su padre, generalmente aparcado bajo la sombra de algún árbol en su patio, y al no ver signos de su hermano Sehun tampoco, concluyó que ambos hombres estaban fuera. Muy probablemente trabajando.

Tao aún no había acabado con sus clases del día y aunque Chanyeol insistió en que no le era una molestia esperar a que su horario acabe, el rubio le aseguró que estaría bien y que lo mejor era que volviera a casa, antes de que oscureciera. Que no tenía que esperar por él las dos clases qué aún le faltaban por tomar. Así que eso fue lo que el hizo en primera estancia.

Ya estaba por ingresar a la cocina, girando por el pasillo que daba a esta, cuando unos murmullos alcanzaron sus oídos antes de que lograra adentrarse por completo. Demonios, él casi se había olvidado de la existencia de Luhan.

El hombre castaño se mantenía dándole al espalda, recargando casi la totalidad de su peso sobre sus antebrazos apostados en la parte lisa del lavabo. Él no se percató de su presencia o al menos eso fue lo que a él le pareció, puesto que el Omega seguía inmerso en su plática con quien fuera el que estuviera hablando, a través del teléfono celular pegado a su oreja.

Chanyeol llevó una de sus manos hasta sus labios de forma inconsciente, para cubrirlos, y así evitar exclamar cualquier cosa en medio de su espionaje, al mismo tiempo que retrocedía algunos pasos hasta lograr dejar oculta la mayor parte de su cuerpo con ayuda de la puerta.

Vio a Luhan arremeter con su puño cerrado de forma violenta contra el borde del lavabo, haciéndole saltar en su lugar por la impresión de dicho acto.

Él temió que el Omega se hubiera hecho algún daño en el proceso pero el castaño no mostraba ni el menor signo de dolor. Incluso, su cuerpo se sacudía con respiraciones agitadas debido a su muy visible enfado.

—Ya no soporto esto —pronunció entre dientes apretados—. Quiero volver a casa...

Pareció escuchar la respuesta de la persona al otro lado de la línea.

Luhan suspiró, dejando a la tensión disiparse. En cuanto hubo dejado de temblar, toda su persona pareció volverse más pequeña.

En realidad, él era bastante alto. Pero había algo en su silueta que lo hacía verse insignificante ahora mismo. Se veía tan... derrotado.

El Tratado《EXO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora