―¿Y Mattsun?
Iwaizumi levantó las cejas y frunció la nariz en respuesta.
―No te preocupes, puedo ponerte un apodo adorable a ti también ―lo fastidió por pura y vana venganza.
―Por favor no lo hagas.
No sonaba tan rudo como se veía. Eso lo hacía más entretenido. Tal vez sólo le incomodaba la gente, ¿Quién sabe? Oikawa seguía ofendido. Iba a molestarlo de todas maneras.
―IwaHaji, HajiIwa, Haji-chan, Iwa-chan...
―Vete.
―¡Iwa-chan!
―Voy a llamar a la policía.
―No tienes sentido del humor.
Iwaizumi lo observó con silencioso odio que Oikawa le devolvió de la misma manera. Sabía que no era normal, pero se sentía entusiasmado ante una nueva enemistad. El otro no se sentía maravillado ni encandilado por su belleza ni por su simpatía como la mayoría de las personas. Oikawa no solía encontrar muchas personas inmunes a sus encantos, y cuando las hallaba, se llevaban mal. Adoraba que lo trataran como una rosa y quien dijera que era una flor sobrevalorada, le mostraría su hilera de espinas.
Y si Iwaizumi quería espinas, Oikawa iba a dárselas.
―Como sea, no vengo para ver tu cara fea. Tengo un paquete para Mattsun, así que dile que venga. Si no está, volveré más tarde.
―Está ocupado en una sesión de tatuaje. Dime cuánto es y no vuelvas.
―2000 yenes.
―¿2000 yenes por unas semillas de mierda?
Oikawa lo miró hasta que Iwaizumi lo razonó solito, y entonces se rió de su expresión. Entre avergonzado y enojado, el otro no dijo nada. Buscó el dinero para pagarle y tomó la bolsa con un "maldita sea, Matsukawa". Oikawa continuó riéndose de él hasta que amenazó con llamar a la policía otra vez.
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Flores de tinta
RomantikFlorist/Tattoo AU. Al lado de la florería donde trabaja Oikawa acaban de abrir una tienda de tatuajes y su empleado se roba su corazón en el instante en que lo ve. Pero desde el primer encuentro, se llevan pésimo...