Las tardes se las pasaban contando chismes y rumores de la gente del barrio. Matsukawa se enteraba de un montón de cosas en las largas sesiones de tatuajes y era sumamente divertido. A veces, Hanamaki se sumaba a las charlas, pero ni bien venía alguien a comprar lo mandaba a Oikawa a atender. Sospechaba que Matsukawa tenía un crush con Hanamaki y era bastante dulce. A veces los atrapaba hablando de plantas, de drogas o de alguna banda indie que nadie conocía excepto ellos dos.
Y en una de esas tardes, apoyados entre las dos puertas, Iwaizumi se sumó por primera vez a una de sus conversaciones. Una de las pocas que no eran las típicas de viejas aburridas comentando sobre otros, sino que Hanamaki quería ideas para hacerse un tatuaje y era bastante interesante.
―Iwaizumi hace los mejores diseños ―le recomendó Matsukawa―. Podemos hacer algo entre los tres que vaya con tu piel bonita. Los colores te quedan bien.
Oikawa no se sentía como la tercera rueda ni como si los estorbara. Siempre estaba ahí cuando Matsukawa le lanzaba cumplidos a Hanamaki, observando con gracia como éste desviaba la mirada negando lo feliz que lo ponía.
Pero cuando Iwaizumi salió del local, fue su turno de desviar la vista para no cruzar miradas con su perdición.
―Matsukawa, hay un chico que quiere hacer una consulta contigo.
―Ahí voy. Takahiro quiere consultarte también.
Matsukawa apagó el cigarrillo contra la pared y le guiñó un ojo a Hanamaki antes de entrar a la tienda. Oikawa sacó la lengua para demostrar su inconformidad y disgusto ante el amor ajeno (era envidia, pura envidia...).
―¿Quieres un tatuaje? ―preguntó Iwaizumi.
―Tal vez ―se rascó su rosado cabello y encogió sus hombros―. No soy muy bueno lidiando con la parte del dolor.
―Pero te acostumbras a eso, ¿No, Iwa-chan?
―Tú no me hables, seguro que si te toco con una aguja lloras como un bebé ―le dijo con agresividad, antes de regresar a Hanamaki y tornar su semblante más amable―. Al principio puede parecer insoportable, pero luego te distraes y apenas lo sientes. Por algo la gente se hace tantos tatuajes.
―¿Disculpa? ―preguntó con clara irritación, sintiéndose insultado―. No lloraría nada.
―Dije que no me hables.
De un paso cerró el espacio que había entre los dos. Con sus pechos casi rozándose, aprovechó los centímetros extra de altura que tenía de ventaja sobre él para intentar tener más presencia e intimidar algo.
―Oblígame ―murmuró.
Iwaizumi abrió la boca para responder, pero se perdió en la lucha entre miradas. Sus ojos oscuros hacían que el corazón de Oikawa saltara con violencia. De cerca, se dio cuenta que las argollas en sus orejas no eran los únicos piercings que tenía, sino que ese en la lengua podía enviarlo a la locura.
―Consíganse un cuarto ―bufó Hanamaki.
Iwaizumi se dio media vuelta. ¿Había ganado? ¿Lo avergonzó lo suficiente? La situación estúpida tenía una carga de tensión sexual demasiado grande y estaba asfixiando a Oikawa. Y no entendía por qué se sentía tan victorioso.
Iwaizumi señaló a Hanamaki antes de entrar a su tienda.
―Luego lo discutimos.
Después dirigió su dedo a Oikawa, como para echarle la culpa de todas sus desgracias. Abrió la boca, pero no salió nada de ella. Bajó el brazo y entró a su local.
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Flores de tinta
RomanceFlorist/Tattoo AU. Al lado de la florería donde trabaja Oikawa acaban de abrir una tienda de tatuajes y su empleado se roba su corazón en el instante en que lo ve. Pero desde el primer encuentro, se llevan pésimo...