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Luz cegadora. Sus ojos estaban entrecerrados, nadie soportaría la intencidad de la lámpara que tenía a no mas de 30 cm.

Bajó la cabeza.

¿Dónde estoy?
¿Qué es éste obscuro lugar?
No recuerdo nada.. Solo que anoche bebí hasta mas no poder..
¡Cierto! Estaba con... ¿Cómo se llama?.. ¿Aman-da...? No no, era Carolina..
¿Y mi nombre..?

– ¡Muuuy buenos días! Señorita.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una puerta abriéndose (no había notado que tal objeto estaba ahí) al mismo tiempo que esa voz masculina quedaba grabada para el resto de sus días en su disco duro. Entonces se dio cuenta de su situación.

La habían secuestrado.

Estaba atada de manos a un poste en el centro de una gran habitación obscura, frente a ella había un reflector el cual la cegaba; se hallaba en ropa interior, un conjunto negro de encaje y medias blancas hasta la mitad de los muslos, inmediatamente se sonrojó.

Levantó la vista y frente a ella aquel atractivo criminal la miraba sonriente.

– He de suponer que no me conoces, pequeña –Le dijo mientras encendía un cigarrillo y lo colocaba entre sus labios.

– Creo que supones bien.

El chico soltó una risita. Se dirigió hacia el conector y desenchufó el reflector; obscuridad de nuevo. Los ojos de ella se adaptaron al lugar en penumbra y miraba cada movimiento del sujeto quien se dirigió a una ventana con cortinas azules y las recorrió, dejando entrar la luz natural. Tomó una silla de madera de una de las esquinas y la arrastró hasta donde ella se hallaba, quedando de su lado derecho, mirándola mientras se sentaba.

– Nena, a mi no me gusta hacer esto –Negó con la cabeza mientras tiraba el cigarrillo al suelo.

– ¿Qué? ¿Fumar? –Dijo confundida.

El chico rió de nuevo– Eso tampoco, pero no, no hablo de eso –Se recargó en sus rodillas– Secuestrar chicas; me parece asqueroso.

– ¿Y por qué lo haces? –Lo miró a los ojos, ojos color almendra, bonitos.

– Bueno.. –Se rascó la nuca– Es porque hay buena paga por éste tipo de trabajos.

Ella bajó la cabeza, las lágrimas querían bajar corriendo por sus mejillas mientras miraba sus gordas piernas, pero pudo retenerlas– ¿Y por qué yo?

– Ah, nena..

Se acercó a ella, con su mano tomó su barbilla y levantó su lindo rostro; su reacción fue mirarlo unos segundos y bajar de nuevo la mirada.

– Eres el tipo de niña que a esos cerdos les encanta, por tanto te elegí a ti. Joven, inocente, delicada y agraciada –Le enumeró.

– ¿Cómo llegué a aquí..? –Intentaba recordar, pero solo llegaban a su mente pequeños lapsos de momentos del día anterior.

– Estabas en una fiesta con tu amiga Carolina.

«¡Oh! Si era Carolina..»

– Y bueno, no fue difícil –Suspiró– Estabas tan ebria que fácilmente pude acercarme, pedirte ir a un lugar mas privado y subirte a mi auto.

«Eres una tonta.. ¿Cómo permitiste esto? Ni siquiera recuerdas tu nombre».

– No tienes que preocuparte por mi..

A ella le pareció raro su comentario, volteó a mirarlo– ¿Qué?

– En serio, a mi no me interesa abusar de una linda nena inocente, no. Preocupate cuando llegue ese asqueroso ser, Danilo.

Y entonces las lágrimas corrieron sin frenos, de un momento a otro en el suelo se había formado un pequeño charco de lágrimas.

– ¿Cuál es tu nombre? –Lo miró.

El se acercó, su rostro miraba a no mas de diez centímetros el de ella– TaeMin.

– ¿Y cuál es el mio?

– Que pena que no recuerdas ni tu propio nombre –Se echó a reir descaradamente– Pero bueno, tu nombre es Sarahi.

Espero verte de nuevo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora