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septiembre 15, 2018.
Sarah.

Creo que no estaba lista para lo que la frase "Podemos saltarmos unos niveles" significaba. Durante ésta última semana TaeMin se había puesto intenso, y la verdad no negaré que me gustaba.

Después de que me encontró hurgando donde no debía, se dirigió a mi desde la puerta, claro no sin antes darle un empujón cerrándola, el sonido fue tan fuerte que di un salto en mi lugar, cuando llegó a donde me encontraba puso su mano derecha en mi cuello, apretandome y la otra en mi pecho derecho, también lo apretaba. Me besó con tanta intensidad que sentí cuando allá abajo se humedecía.

Dio unos pasos hacia atrás, poniéndome contra el poste rosado y delgado, bajó sus manos hasta el borde de la camisa y lo levantó, quitandomela de encima.

«No te pusiste el sostén.. ».

Del poste colgaba un pequeño listón azúl marino el cual no habia notado, tomó mis manos y las subió, pasó el listón detrás de ellas e hizo un nudo, me apretaba pero no lastimaba mi piel.

– Esto te pasa por andar donde no debías –Me dijo con severidad en su voz, se escuchaba enojado pero su rostro demostraba tranquilidad y excitación al mismo tiempo, se veía tan guapo. Tragué saliva, no me.movía, no quería moverme, tampoco ponía fuerza, de hecho me agradaba que fuera así conmigo. Con su pie separó mis piernas y bajó con rapidez la braga.

– Debes obedecer a todo lo que te digan o.. –Lo miré con curiosidad, el subió la mirada de mis senos a mis ojos, pude detectar el deseo en ellos, ¿Acaso me deseaba?– O serás castigada, como ahora.

«¿Me va a castigar

Sus dedos, los cuales había posado sobre mis labios descendieron lentamente por mi cuello, torso y vientre hasta llegar al inicio de mi sexo; cerré los ojos cuando los sentí acariciar mi entrada, y sin previo aviso los adentró en mi. Estaba tan excitada que salían pequeñas lágrimas de placer de mis ojos, lo miré y el se mordía el labio.

– La diferencia con los castigos es que aquí –Me dijo mientras seguía metiendo con fuerza sus dedos largos en mi– es que no hay piedad.

Se acercó a mi cuello y lo mordió con fuerza, seguramente me quedaría marca. Cuando se alejó me miró a los ojos mientras sacaba sus dedos lentamente, estaban empapados. Miré su entrepierna, tenía una notable erección.

Se desvistió lentamente, en sus ojos había un brillo que no había visto antes.

«¿Le gusta que las cosas sean así

Cuando estuvo desnudo completamente se acercó a mi de nuevo y apretó mis senos con fuerza, tomo mis piernas y las levantó poniéndolas a los lados de su cadera.

– No quiero que hagas ruido –Me miró serio y se lamió sus rosados labios, de golpe introdujo su miembro en mi, tuve que ahogar un grito– Cada sonido o quejido que salga de tu boca será un azote.

Siguió enbistiendome con fuerza, me dolía demasiado pero al mismo tiempo me hacia sentir placer. Hacia presión con mis labios para evitar que salieron algún gemido; la idea de los azotes me agradaba pero supuse que era algo doloroso.

Estuvimos así un tiempo. Se acercó a mi pecho y lamió mis pezones, poniéndolos duros. En ese momento un quejido se me escapó.

– Uno.. –Dijo en un suspiro.

Después de un rato por fin estaba logrando contener cada gemido, entonces me sentí aun mas editada cuando su miembro llegó a mi punto G. No pude aguantar mas y solté todos los gemidos que había estado conteniendo.

– Van diez.. –Siguió enbistiendome con fuerza y rapidez; mordía su labio por lo que deduje que  también estaba disfrutando– Van quince..

Cerré los ojos con fuerza y solté un último grito de placer, me corrí y él lo hizo después. Mi pecho subía y bajaba lentamente, estaba agodata. Bajó mis piernas y me miró, levanté la viste y lo mire también, estaba sonriendo.

– Veinte azotes.

«Azotame».

Espero verte de nuevo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora