31/08/2018
Destellos se forman en mi mente, se me nubla la visión, caigo en un recuerdo eterno, y memorizo todo como debo.
Me encuentro caminando hacia su habitación, la habitación cálida de un adolescente joven que adora colgar pósters, un poco desordenada, con la cama desarmada. Lo miro, recién se levanta y sale de ducharse, tiene aroma a jabón y shampoo de mujer.
Sonríe, tiene el cabello húmedo, se sienta conmigo en la cama, y nos miramos con las manos enredadas.
Sus dedos juegan con los míos, se volvieron suaves, tiernos, y sostienen una manito fina y mucho más pequeña que la suya.
Me toma suavemente por el cuello, sus dedos grandes rodean parte de mi nuca, me sostiene, y su pulgar juguetea con mi piel dando círculos y remolinos.
Desespero por su toque y necesito agarrarlo, tenerlo contra mi, apretarlo, necesito cerrar mis ojos en su abrazo.
Mi cintura siente nuevamente sus manos, estoy malditamente enamorada de su tacto, me hace cosquillas, me hace volar muy alto, me hace soltarlo, mirarlo, y nuevamente atraparlo en mis brazos.
Siento su respiración en mi cuello, lo tomo por su cabello, y bajo hasta su nuca, lugar prohibido que el paso me permitió, mi palma lo acaricia y me aferro a el.
Apoyados contra la pared, mientras seguimos enredados de manos y pies, charlamos, nos reímos, nos damos cuenta que somos como niños. Me sonríe, y aprieta los labios, pienso que no puede creer que esto esté pasando, achina los ojos marrones más lindos que vi, suspira lento. Me ama.
Un par de canciones en internet, nos hace terminar de pie, mientras reímos me toma de sorpresa y me envuelve desde atrás, me siento como en una cajita y que nada me puede lastimar, tomo sus brazos y los guío a abrazarme más, más fuerte, que me mantenga así para siempre.
Me besa el cuello, me hace cosquillas, se ríe en mi piel, y me planta un beso en la mejilla.
Caemos redondo en el sofá, habia una película de fondo, pero más importante era mirarnos a nosotros.
Sentados y apoyados en el hombro del otro, mientras mimos van y mimos vienen, caemos de espalda abrazados nuevamente.
Lo tengo cerca, siento su respiración, me mira de arriba abajo, pero no siento tensión.
Mi espalda se choca con sus palmas, sabe cómo acariciarme, me hace sentir en las nubes con su amor, una cerca de mis cintura, y otra en mis omóplatos, siento que soy chiquita y que me envuelve toda con sus brazos.
Lo sostengo levemente sobre mi pecho, decide descansar, mientras juego con su oreja y lo acaricio con suavidad.
Nuestras mejillas se encuentran más de una vez, su barba me roza y me da ganas de volver, implanto besos y sonrisas, y lo veo ser feliz.
Cambio. Me sostiene contra el, mucho más grande que yo, sin intención de lastimarme, me acaricia lentamente, y yo descanso sobre el.
Piernas entrecruzadas, sin sentir frío aunque fuera invierno, jugando con las manos, con besos y muchos abrazos.
Mi perdición son sus mejillas, su oreja, su rapada, me gusta acariciarlo y recorrer su rostro con mi mirada.
Le hago sentir, y beso su cuello, suspira, me acaricia lento.
Sentimos el corazón del otro, taquicardia es poco, emoción a pleno, latidos rápidos y hermosos.
De costado los dos, nos miramos con los ojos caídos, tanto que disfrutamos y que nos amamos, sonreímos, nos mimamos, sentimos nuestros perfumes cercanos.
Jugamos con nuestras narices, las movíamos lado a lado, mientras teníamos nuestras sonrisas amplias por debajo.
Mis dedos juegan con su cabello oscuro, ondulado, hacia atrás y hacia adelante, patrón que repito sin cansarme.
Me dice que me ama, le digo que lo amo, más de una vez lo habremos dicho, más de una vez lo hemos sentido.
Un amor verdadero, que no tiene estereotipos ni perfectos, un amor delicado y bien cuidado.
Despierto de mi caída lentamente, aunque rogaba quedarme encerrada en esa memoria eternamente y para siempre.
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«Entre Letras»
PoetrySupongo que después de que pasaran años y haya escrito durante estos, me animo a publicar mis poesías, cartas, dedicatorias, y todo lo que lleve un nombre detrás para compartirlos con ustedes.