Aristoteles era bueno en la escuela, era bueno posando para sus fotos, era bueno en casi todo lo que hacía, pero, ¿ por que no era bueno para quitarse a Temo de la cabeza?
Ya había pasado una semana, y empezaba a hacerse incómodo el encontrarse a Temo en el edificio, o en la escuela, debía hablar o sospecharía algo, y Aris no es tonto, sabe que Temo terminaría enojandose por esta tontería.
No estaba ni siquiera seguro de que le gustara Temo, ni siquiera sabía si le atraía, sólo sabía que desde que el chico de los boletos le dijo eso, no podía quitarse de la cabeza la imagen de sus manos.
Temo era muy adorable, más que cualquier joven que conociera, y ser amigos era una de las mejores cosas que había podido pasarle, pero por qué, por que no podía dejar de oensar en él.
Audifaz estaría molesto por algo así, pero que más da, son sus sentimientos, Aristóteles era seguro, seguro y maduro, sabía que tener distintas preferencias no tenía problema, sabía bien cómo enfrentar a sus padres y a cualquiera que intentara persuadirlo de avergonzarse, estaba muy seguro de que si llegara a sentir algo por Temo, pelearia contra viento y marea.
Pero, ¿lo sentía?
Aris se miró al espejo, una camiseta Azul, nada muy escandaloso, ni muy extravagante, iba a salir con Temo, iban a ir al parque de diversiones un rato para despejarse un poco de todo el drama de la familia Córcega, necesitaba un respiro, y Temo cómo siempre había aceptado, eso era lo que hacía todo más difícil, sus ideas revoloteando por ahí, y Temo siendo dulce y gentil cómo siempre.
En las noticias dijeron que habría tormenta, y el parque estaba a media hora, Audifaz sugirió que debería llevar paraguas pero el sol estaba ciertamente brillante, por lo que un paraguas era una locura, no iba a llevar un paraguas, parecería un loco, parecería un loco frente a Temo.
Espera, ¿que está pasando?
Nunca fue tan importante, si Temo lo veía mal vestido, eran amigos, pero ahora de pronto le avergüenza.
Salió del edificio buscando a Temo, y no lo veía por ninguna parte, hasta que bajó con un sueter rojo, y su cabello peinado tan adorable cómo siempre, además de su pantalón negro y sus botas marrón, era todo un sueño.
Pero, ¿ por que Aris estaba tan embobado con su amigo ?
Bajó la mirada con cierta vergüenza mientras Temo pensaba que podría ser algo en él, algo que estuviera mal, tal vez se veía tonto con un sueter y Aris no se lo decía por pena.
- ¡Temo! Al fin, ya estaba considerando ir sólo.
- Cómo crees si estoy a tiempo.Aris sonrió de esa manera, de esa manera en la que luego de sonreir cierra sus labios y lo vuelve loco, de esa manera en la que una sonrisa se esboza en su rostro y lo enternece hasta dejarlo sin poder mantenerse en pie.
- Entonces, ¿vamos?
- Sí.Ambos emprendieron el rumbo hasta el parque, caminar sería suficiente, demografía en llegar lo mismo, y consideraban que el sol duraría.
Llegaron y lo primero que Aris pensaba es en lo bien que se vería la flor amarilla a su derecha en el cabello de Temo, aún siendo varón podría tomarlo cómo disfraz de Catrin, arrancó una y la deslizó entre sus dedos, mientras Temo miraba curioso.
- No sabía que te gustaran las flores.
- Son muy bonitas... ten... para ti.Aris no podía creer lo que había hecho, se había puesto en evidencia, le había regalado una flor, a quién se le ocurre hacer eso, Temo podría sospechar, pero que iba a sospechar, si aún no sabía que sentía, o si sentía algo.