Un merecido Final ❤

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Eran las cuatro de la madrugada, Aris se levantó al baño cuando vio que de la sala venía una luz fuerte, algo que no era muy normal a esa hora, se supone que todos estaban dormidos, salió lentamente y vio que Diego no estaba en el mueble, y que su manta estaba encima de éste, por lo que en segundos supo donde estaba.

- ¿Se te perdió algo en el cuarto de MÍ novio?
- ¡Aristóteles! Me espantaste inútil.
- ¿Que haces aquí?

Aris mantenía sus brazos cruzados esperando una respuesta mientras Diego observaba por la rendija de la puerta.

- Estaba viendo si Temo necesitaba algo, lo escuché roncar, siempre ha tenido problemas al respirar así que supise que necesitaba ayuda.
- Bueno, será de que le dé un beso y se pone mejor.
- Hijo de...
- ¿Chicos?

Temo se asomó por la puerta con una mano encerrada en un puño sobando su ojo por el sueño mientras observaba el reloj, percatandose de que eran las cuatro, al verlo rápidamente Diego se acercó a Aristóteles rodeando su nuca con su brazo mientras obviamente fingia llevarse bien con él.

- ¡Temo! Que tal, cómo estás durmiendo.
- Bien, yo, ¿ustedes estaban peleando?
- Que dices amor, para nada, es más nos llevamos excelente ahora que todo está aclarado.
- Me alegro Aris, entonces me voy a dormir, y ustedes ya deberían estar dormidos, no manchen ya son las cuatro.
- Sí si si amigo, yo me voy.
- Descansa Diego.
- ¿Y tú?
- Estaba durmiendo pero mi novio y mi mejor amigo me despertaron así que...
- Buenas noches...
- Buenas noches...

Aris lanzó un beso en el aire a Temo mientras éste repetía el acto.

Al día siguiente las cosas iban viento en popa, Aris volvió con Amapola ya que Audifaz había perdido la razón y estaba viviendo en el sótano, esto lastimaba a Aris más que nunca, y sabía que esta vez no sería suficiente con hacerse el duro.

Diego por otra parte volvió con sus padres, quienes habían conseguido un departamento cercano al edificio Córcega y ahora debía ponerse al corriente con las clases, algo que tranquilizaba a Aristóteles, suponía que si estaba ocupado no podría interponerse entre él y Temo.

Amanecía en Oaxaca, y significaba una cosa, panes calientes en la mesa y queso oaxaca en un charol, Temo desayunaba algo alegre, pues el nobolver a la escuela en un rato no era muy de su agrado, Aris de seguro lo extrañaría, justo ahora vagaba por el departamento mientras Pancho volvía de la escuela, las calcomanías si podían ir a clases.

Ya daba medio día, y se encontraba fuera del edificio aún con los regaños de Pancho por estar en el sol con el yeso, pero no importaba, sencillamente estar esperando a Aris era algo más divertido que estar todo el tiempo en el departamento.

Al cabo de unos minutos un taxi llegó a las puertas del edificio, y cierto castaño sonriente iluminó sus pupilas mientras Pancho sonreía alegre de que su hijo fuera felíz, hasta que la puerta se abrió y de ella salió Diego con un globo inmenso, cómo siquiera pudo meter esa cosa en el auto, era algo imposible.

- ¡Temo!
- Diego... que tal cómo estás...
- Estoy perfecto ahora que te veo, te traje esto, un pequeño detalle...
- Gracias no hay de que...

A una cuadra Aris pudo ver que Diego bajaba de un auto con globos, claro está que no sabía para quién ni con que proposito, pero supuso que serían para Temo, se sentía algo triste, no sólo por que no tendría la posibilidad de comprarle esos globos fácilmente, si no por que debía pensarlo, jamás podría darle todos esos gustos, Audifaz había arruinado lo poco que era su família, y ahora no tenían exactamente un sustento muy grande.

- Temo merece lo mejor, y conmigo no lo tendrá...

Aris avento al tacho de basura del parque frente al edificio la flor que había arrancado de un jardín más atrás, un flor algo bonita, una flor azul, recordaba que  a Temo le gustaba el color azul, recordaba que era su favorito, pero aún cuando tenía todo el amor para él, no tenía lo que necesitaba, no creía que fuera capaz de hacerlo tan felíz cómo Diego.

- Hola...
- ¡Aris, que gusto verte, estaba esperando a que llegaras!
- Hola Córcega...
- Temo, ya llegué, con permiso...
- Aris espera... ¿a donde vas?
- Estoy cansado, disfruta los globos...

Aris subió rapidamente las escaleras mientras Temo quedaba con un gesto de sorpresa en su rostro.

- Que le pasará...
- De seguro amaneció molesto... ven Temo vamos a comer un helado.
- No Diego, mejor vete a casa, tienes deberes que hacer, gracias por los globos, te quiero mucho mejor amigo.
- De acuerdo, bien...

Diego dio media vuelta molesto mientras volvía a tomar el taxi, enserio no podía con todo esto, el que Temo no le diera una chance por estar detrás de Aris, era demasiado.

Ya eran las seis de la tarde, Temo seguía en el pasillo sentado en las escaleras, el yeso comenzaba a molestar, y Aris no atendía sus llamadas, no entendía, que podía ser tan grave para que se pusiera así.

De pronto salió por el pasillo mientras llevaba una bolsa con basura, a lo que Temo aprovechó para hablarle antes de que se fuera.

- Aris, espera, ¿podemos hablar?
- Temo, ¿que pasa?
- Te dejé varios mensajes y no contestaste ninguno...
- Sí, no estuve en mi celular en todo el día...
- Bien, ¿cómo estás?
- Bien, gracias...
- ¿Y nosotros? ¿Quieres que hablemos?
- No, Temo, yo no puedo ser perfecto cómo Diego lo es, mereces algo mejor... lo lamento.
- ¿Perdón?
- Tengo que irme...
- No, no no tienes, no me puedes dejar con esta pregunta, por que de pronto Diego te parece tan importante...
- Por que para ti lo es...
- Es mi amigo.
- Lo sé...
- Entonces cual es el problema...
- Que el te quiere de manera diferente.
- Bien, que mal por él, pero yo te quiero a ti.
- Temo no entiendes.
- No, eres tú el que no entiende. Aristóteles yo te quiero a ti, no a él, él es solo mi amigo, y si tiene otros planes es su problema, no mío, pero parece que todos saben lo que quiero menos yo...
- Temo espera...
- No Aris, tu actitud me ofendió. Ten...

Temo le dio la pulsera que había recibido de él hace un tiempo atrás, pues sabía que ese vínculo se había roto, sabía que el corazón a veces se equivoca.

Temo subió a la azotea, mientras Aris parecía comprender que todo estaba en su imaginación, había hecho una película donde no la había, y ahora debía repararlo.

Luego de unos minutos subió mientras Temo aún se encontraba sentado al borde del balcón, habían muchas sábanas y mucho viento, por lo que llevaba un abrigo para Temo, no quería que se resfriara.

- ¿Puedo sentarme?

Temo llevó la manga de su camisa a sus ojos limpiando sus lágrimas mientras Aris tomaba asiento.

- Adelante...
- ¿Quieres abrigarte? Hace mucho frío...
- Gracias...

Se quedaron mirando hacia arriba por un momento, las estrellas parecían borrar todo el mal momento que pudieran pasar, parecia que sólo eran ellos dos en el azul de la noche.

- Temo...
- ¿Sí?
- Quiero disculparme, no me gusta que estemos así...
- A mi tampoco...
- Pero fue mi culpa...
- Lo sé.
- ¿Me perdonas?
- Si Aris, te perdono... pero esto no debe ser así, debe ser mutuo.
- Y lo es, yo te amo Temo. Y se que me amas, fue sólo un malentendido.
- Está bien...
- ¿Quieres ver algo?
- ¿Que cosa?

En ese momento Aris sacó un par de pulseras azules de su bolsillo.

- ¿Que son?
- La pulsera que te había dado, siento que rompí ese vínculo, y no tienes idea de cuanto me duele.
- Aris yo...
- Por eso hice éstas, ¿lo ves? Son de hilo, mucho más resistentes, por que quiero que esto sea eterno.
- Aris... es muy dulce...
- Te amo Temo.
- Yo también te amo Aristóteles.

Aris tomó su mano mientras enrollaba en ella la pulsera y hacía un nudo, esta era azul y decía Aristóteles, mientras Temo tomaba su mano y ponía la suya, ésta decía Temo.

- ¿Por que los nombres cambiados?
- Por que así llevarás una parte de mí siempre contigo.
- Gracias Aris, eso confirma que es cierto...
- ¿Que cosa?
- Que el corazón nunca se equivoca...
- El corazón nunca se equivoca Temo. Solo tienes que decirlo.

Ambos unieron sus labios en un beso suave, un beso inocente, un beso cómo ninguno, luego quedaron mirando la parte baja de la calle, desde el balcón, se veía tan irresistible contemplar ese paisaje, para siempre, juntos.

Fín

Sólo Dilo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora