Ventisca

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Ambos observaron con admiración el centro dónde se harían las pruebas escritas para adquirir el rango de Chunnin. Ambos portaban, atadas sobre sus brazos, las bandas de la Aldea de la Hoja. Sin orgullo ni cariño, no amaban a la Aldea, amaban ser parte de algo. Shin pensó que quizás estaban cometiendo un error, ellos ya habían sido una gran familia al lado del demonio...

Movió la cabeza, desechando esos pensamientos tan molestos, deseando que la tristeza dejase de embargar su corazón y echó a andar hasta llegar al lado de Sai y Rin. Había otra persona más con ellos,  de baja estatura, pelo negro con ropas del mismo color. 

- ¡Ah, Shin! - Exclamó Sai con otra de sus características sonrisas fingidas. Le estaba empezando a coger manía a este Anbu. - Pensabamos que tendríamos que irte a buscar... Pero bueno, ahora que ya estáis aquí, es hora de las presentaciones.

Dio un par de pasos atrás, permitiendo a los hermanos admirar a la menuda chica por completo. 

- Esta es Nashi, - La niña, que no aparentaba más de doce años, alzó unos ojos verdes y brillantes como los árboles que antaño habían poblado el Bosque. Shin no pudo evitar que la melancolía le atrapase. - tiene vuestra misma edad... Nashi, ellos son Rin y Shin, tus nuevos compañeros de equipo. 

- ¿Qué ocurrió con los otros? - Soltó Rin de sopetón con su enorme curiosidad y poco tacto. Shin se giró hacia ella con la velocidad del rayo, dispuesto a echarle la bronca por su indiscreción, terriblemente avergonzado. Pero la niña tan solo se encogió de hombros y respondió con indiferencia. 

- Quisieron apoyar a  otro equipo. 

- ¿Por qué? - Shin suspiró al lado de su hermana mayor, si ella se enfadaba por su constante manía de tener la cabeza en las nubes, él se avergonzaba por su terrible honestidad. 

- Chicos, os están llamando para el examen escrito... - Cortó Sai con voz emocionada, a pesar de la falta de expresión en su rostro. - Es hora de entrar... ¿Buena suerte? 

Dicho eso, que pareció más una pregunta que un deseo, desapareció en una nube de humo oscura. Los niños quedaron boquiabiertos ante tal Justu, excepto Nashi, que ya conocía su Maestro. 

Entraron  a la sala de madera, llena de pupitres bajo la atenta y afilada mirada de otro Anbu que causaba terror a los otros estudiantes. Querían sentarse juntos pero enseguida vieron que había papelitos con nombres en las mesas, así que, con resignación, buscaron sus nombres y se sentaron en los puestos asignados. 

Shin estaba a segunda fila, al lado de la ventana en el extremo derecho de la clase. Rin en medio y Nashi en la segunda fila al lado de la puerta. Shin se imaginó una línea que les unía y formaba un triángulo, sin darse cuenta que el examinador ya había empezado las instrucciones para el examen. Hasta que algo pasó volando al lado de su cabeza, en un rápido movimiento de muñeca  lo atrapó, evitano que cortase su mejilla derecha. 

- Vaya, pensaba que no estabas prestando atención... - Exclamó el examinador con diversión, que enseguda redirigió al resto de los atónitos pupilos. - Bueno, en resumen, prohibido copiar y la última pregunta se os dará a los últimos diez minutos del examen. Tenéis una hora.

Los estudiantes dieron la vuelta con temor a la hoja que había en sus mesas, delante de ellos. Algunos pusieron caras de desesperación, otros muecas, como si no supiesen leer y el contenido fuesen jeroglíficos. 

Shin suspiró y decidió intentarlo. Kurama les había enseñado a leer y escribir, aunque de forma precaria. Enseguida entendió los rostros de los otros... ¡Era un examen imposible!

Respiró hondo, lo releyó y se dio por vencido. Esperaría a la última pregunta. Mientras, se puso a investigar a sus rivales, cerró los ojos imaginándose las corrientes vitales de las que Kurama siempre hablaba. Era una habilidad que su hermana no había heredado, pero ahí estaba en él, latente e impaciente por ser usada. 

Siguió los hilos de colores que se difuminaban a través de los pasillos que formaban los asientos hasta que encontró algo interesante... O más bien, alguien interesante. Las corrientes de chackra que viajaban por su cuerpo eran anormales, demasiado poderosas como para no resaltar ante la normalidad de la mayoría de pupilos. 

Abrió los ojos y observó el parecido que tenía con Nashi, ese chico era más alto, pero compartían la piel nívea y los ojos verdosos pero algo más oscuros. Su pelo era aún más oscuro que el de su compañera de equipo, hasta tenía reflejos azulados. Y parece que enseguida sintió cómo alguien le observaba, puesto que una extraña energía le recorrió cuando cruzaron miradas. Su rostro se convirtió en una mueca mientras luchaba para que no se le subieran los colores. 

¿Por qué su corazón latía desbocado? 

Pasó las manos sudorosas por su pantalón en un vano intento de secárselas y calmar los nervios, pero sentía la mirada del chico clavada en su nuca. Estaba seguro que, si se daba la vuelta, estaría ahí, observándole por la imprudencia que había cometido. Oh Dioses, ¿en qué se había metido? 

Sin poder pararlo, su chackra empezó a reaccionar a la atención del desconocido. Abrió los ojos desmesuradamente cuando una mariposa azul se posó encima de su examen... Que estaba ¿completo? El fantasma apareció ante él cuando alzó la mirada al frente. Le sonreía de lado, con los ojos bañados en diversión y señaló su entrepierna... ¡Oh Dioses! Estaba erecto.  


¿Qué le estaba pasando? 

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