- ¿Qué acaba de pasar? - Exlamaron los gemelos, Raiden y Samuru, con su molesta sincronía. Nao tan solo pudo atar cabos, sabiendo que Shin era cercano a Kurama, el Guardián del Bosque de las Nueve Colas,lo único que podía imaginar que ese chico era bastante promisquo. Después de todo... ¿Qué relación podían tener además de una fugaz aventura?
Aprendió, desde pequeño, que las personas se dejaban vender con demasiada facilidad. Que sus almas no eran tan puras como imaginaba, que la felicidad no existía.
Se encogió de hombros, rabioso por haber dejado escapar a su presa. No entendía muy bien a ese enano de cabellera tocada por el sol, pero sus ojos del cielo no le dejaban pensar con claridad.
Durante todo el examen escrito había sentido su miirada, fugaz y casi invisible ante los sensores, pero... Cerró los ojos con fuerza mientras le daba un ouñetazo a un árbol. Lo que había provocado en él, no era normal. Nunca le había pasado.
Ponerse cachondo con un chico...
Aunque tuviese facciones finas y delicadas como una mujer, no qutaba el hecho de que le gustaba. Estaba celoso del abrazo que le había dado al Guardián. Estaba celoso de cómo había dado atención a los gemelos Hatake. Estaba furioso consigo mismo por permitirse dejar ir sus sentimientos y descontorlarse.
Estaba asustado, por que sabía que, si luchaban juntos en las pruebas físicas, le vencería. Por que algo dentro de él se rehúsaba a hacer un mínimo rasguño en esa piel del color de la miel... ¿Sabría igual de dulce?
¡Pero qué le estaba pasando!
Ignoró al dúo y echó a correr, siguiendo las estelas de chackra que el Demonio había dejado al usar el justu. Se desvanecieron en territorio desconocido, y entonces usó su as bajo la manga. El Sharingan le permitió ver que, no muy lejos, su presa y el Guardián estaban sentados en un lugar vivo.
Si, vivo.
A su alrededor el chackra corría como ríos en plena tormenta de verano, caudalosos, ricos y llenos. Sin embargo, unos metros atrás, dónde él estaba, el Bosque estaba casi muerto. El chackra tan solo eran finos hilos de tejer.
¿Qué había dado tanta energía a ese claro?
Se acercó con curiosidad, sigiloso, para escuchar la charla de esos dos.
- ...así que tienes que dejar de venir a pedirme ayuda. - Llegó a media frase del Demonio, pero decidió no sacar conclusiones y controlarse... O el Guardián podría verle.
- Siempre serás mi Maestro, Kurama. - La determinación en la voz del niño rubio le sorprendió, pero aun más saber que el Demonio no era su amante, sino su maestro. - No importa que hayamos decidido sacarnos ese título. Sai no puede reemplazarte, nadie puede....
Tras un largo silencio, el niño volvió a hablar.
- ¿Me contarás qué ha pasado aquí? - Nao también tenía esa curiosidad, así que, al ver que sacaría información más que necesaria, decidió snetarse en las raíces de un árbol, escondido entre la maleza.
- Vosotros no llegastéis a conocerle, era un gran amigo...
- ¿Está...? - Kurama interrumpió al chico con tranquilidad.
- Muerto. - El suspiro ahogado de Shin fue ahogado por la voz del mentor. - No le quedaba nada más por lo que luchar y... Bueno, decidió que su vida le haría un gran favor al Bosque.
- Por eso...
- Si, Shin, por eso esta zona está viva... - Cómo lo estaba antes de que Naruto se fuese y yo dejara libre voluntad al Hokage, pensó Kurama con culpa. Pero decidió sacudir la cabeza, olvidrase de nuevo de su irresponsabilidad e ir al grano. - ¿Recuerdas este lugar?
- ¿Debería? - Preguntó el alumno con incertidumbre. Nao sintió un escalofrío bajar por su espalda. Iba a escuchar uno de los mayores secretos de los Dioses.
- Tú naciste aquí.
Otro largo silencio, hasta a Nao le había costado no soltar un grito de incredulidad.
- ¿Cómo que aquí? - Exclamó Shin, enfadado y confuso. Nao escuchó pasos alejarse, con cautela, decidió apartar unas cuantas ramas para ver qué pasaba.
No esperó encontrarse con el Demonio de mirada melancólica delante de un árbol centenario muerto, estaba partido por la mitad. Acarició la corteza con suave mimo, cómo si la planta pudiese sentir y escuchar.
- Este mismo árbol fue el que os dio vida a tu hermana y a ti... - Vio la cara de Shin, dispuesto a soltar el interrogatorio de su vida. Pero se le adellantó. - Déjame explicartelo... Shin, los Dioses son caprichosos, juegan con nuestras vidas cómo marionetas... Por qué no somos humanos y nunca lo seremos.
- ¿No soy Humano? - Susurró el niño con unhilillo de voz, el demonio negó con la cabeza.
- Tu y tu hermana sóis criaturas de los Dioses... Pero no sois la misma, - El demonio señaló al niño con la cabeza. - Tú eres y serás un Guardián del Bosque cuando yo me retire, pero tu hermana... Ella es diferente.
Los engranajes empezaron a echar humo en la cabeza del hermano pequeño. Ahora entendía muchas cosas.
- Ella es una Guardiana, si, pero no estará a tu lado cuidando del Bosque... Es más, una hada madrina. Un día, encontrará a alguien que quiera proteger, alguien que los Dioses hayan bendecido. Su deber será seguir a ese mortal hasta el fin de sus días... Y perecer con él.
El rostro de Shin estalló en horror y lágrimas.
- Entonces, esoty condenado a vivir milenios en soledad... - Exclamó entre hipidos.
- No. - La fuerza en la voz del demonio hizo que Nao supiese que había más. - Tu también encontrarás a alguien, pero la responsabilidad es tuya. Los Dioses no van a escoger por ti.
- Escoger... Escoger... - Repitió el hermano pequeño confuso como en su vida. Las respuestas que tanto había buscado eran más rebuscadas de lo que había esperado. - ¿A quién?
- A tu pareja. - Kurama suspiró profundamente. - Puede ser Humano, animal o otro Guardián sin Destino.
Sin Destino, entonces su hermana estaba fuera de su alcance. Condenada sin saberlo... Una risotada histérica se escapó de los labios del rubio. ¿Y ahora qué? Espera...
- ¿Y tu pareja, Kurama?

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Love Me
FanfictionEl Guardián del Bosque de las Nueve Colas ha muerto. Los humanos, en su eterna lucha contra la lógica y moralidad, consiguen su mayor objetivo: Urbanizar el Bosque Sagrado por el que muchos han dado la vida. Los Dioses están furiosos, Kurama es el...