Un poco de calma, por favor

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Salió escopeteado después de pasar la última pregunta del examen. 

Su equipo había pasado la prueba y ahora iban en cabeza a las pruebas físicas. Aturdido, confuso y desorientado corrió, ignorando al fastidoso de Sai, hasta llegar al límite con el Bosque. 

Aún podía sentir... Bueno, toda esta tormenta que se acumulaba en su corazón. Y sus partes privadas. Necesitaba a su maestro, a su auténtico mentor, para que le diese una explicación... Esto era demasiado extraño y no quería que se repitiese... ¿Y si le tocaba enfrentarse con él en algún punto del examen? ¡Oh, no! Sabía que si llegaban a tocarse, lo único que podría hacer es sucumbir a ese jodido instinto que le había dominado durante el examen escrito. 

Siguió aumentando la velocidad sin fijarse por dónde iba, conocía esa arboleda como la palma de su mano, hasta podría dibujar un mapa demasiado detallado. Con sus diferentes tipos de especies, tanto de fauna como flora. Se dio cuenta que, aunque pensase en el Bosque para distraer a su mente, no funcionaba. 

Eso solo podía significar una cosa. 

- ¿Es este? - El mismo desconocido de antes interrumpió su carrera, parándose en medio del camino junto a dos chicos más. Dió un frenazo que terminó en un derrape algo inestable. Acelerado, sudoroso y alterado, puso la mano en el suelo para mantener el equilibrio.

- Te atrapamos. - Dijeron al unísono los que parecían gemelos. Shin les observó con curiosidad y nerviosismo, pasando sus ojos del uno al otro. - ¿Qué? ¿Nunca habías visto gemelos? 

Shin negó con la cabeza. 

- Mi hermana y yo somos mellizos, no gemelos. - Los hermanos, de melena grisácea y ojos marrones con pupilas doradas, abrieron los ojos como platos bajo una expresión de incredulidad. Luego se dieron la vuelta para encarar al otro desconocido con una sonrisa traviesa. 

- Nos gusta. - Con un simple gruñido, más parecido a un animal que al de un ser humano, el otro les contestó. Los gemelos levantaron los hombros con indiferencia mientras volvían a mirar a Shin. - Yo soy Raiden, - Exclamó el de la derecha, guiñándole un ojo a Shin. Fijándose, era algo más alto que el de la izquierda. - Y yo Samuru. 

Ambos se movieron teatralmente hasta llegar al lado del extraño que provocaba esas sensaciones alarmantes en su cuerpo...

- ¡Este amargado es Nao! - Le señalaron con ambas manos, en un gesto de presentación ostentoso y burlón. 

Antes que pudiesen apartarse, Shin dio un par de pasos agigantados hacia atrás, cubriéndose del polvo mientras los gemelos salían volando. Tras hacer un movimiento de manos, Shin disipó la nube de polvo, encontrándose con un par de ojos rojos dignos del mismo terror que causaban los de un Kurama enfadado... Pero un extraño dibujo se difuminaba en la pupila a medida que volvian a ser verdes. ¿Qué acababa de pasar?

- ¿Sabes? - Empezaron a murmurar los gemelos mientras se levantaban.  - Aunque seas más fuerte que tu hermana mayor, eres un completo idiota. 

Ahora entendía el parecido entre Naoshi y Nao, pero no entendía cómo siendo tan fuerte no había conseguido un equipo propio, ¿de verdad había tenido que quitarle sus compañeros a su hermana? En cierta forma estaba enfadado consigo mismo, por pensar que si no hubiese hecho eso, él y Rin estarían en su equipo. No sabía mucho de Naoshi pero no queria desear estar en otro equipo... Salvo el de Nao. 

Suspiró con pesadez mientras reanudaba su marcha. 

- ¿A dónde te crees que vas? - Eran las primeras palabras que le decía Nao, pero no parecian nada agradables. Es más, su rostro estaba serio, demasiado para la edad que le echaba y tan siquiera sabia. Tenía una ceja alzada y los labios fruncidos. 

- No te importa. - Casi exclamó nervioso, deseando disipar esos sentimientos que despertaba en él. Era un imbécil, no quería sentirse así por él. Pero tampoco podía negar que tenía curiosidad por saber qué pasaría si sus manos se rozaban. 

De nuevo, puso su corazón bajo control, deseando que no hubiese notado cómo le temblaban las manos o cómo sus mejillas se bañaban en carmín. Dioses... Necesitaba ver a Kurama. 

- ¿Shin? - Gracias, Dioses, gracias. Era lo único que pensaba Shin al ver cómo había invocado al demonio con su mente. Parado entre los árboles, con su cabellera roja y el ceño fruncido. - ¿Qué haces aquí? 

El otro  Equipo se encogió ante la presencia del Guardián, pero se les cayeron las mandíbulas al suelo cuando vieron el tierno abrazo de koala del chico rubio. 

- Kurama... - Susurró luchando para que no le saltaran las lárgimas. El demonio clavó una mirada que lanzaba cuchillas al equipo de Nao, pero todo se desvaneció cuando percibió el aroma que desprendía su pupilo. 

- No puede ser... - Se le escapó el pensamiento con incredulidad. 

Antes de que pudiesen inetrvenir, la pareja se había desvanecido del camino principal del Bosque de las Nueve Colas, dejándoles con más dudas que las respuestas que habían estado buscando. ¿Por qué ese chico conocía al Guardián? 

Aparecieron en su antigua casa en un suspiro. Kurama se separó bruscamente del abrazo del niño y le mandó a darse un resfrescante baño de agua helada que le dejó tiritando. Pero, al menos, ese aroma ya no estaba en el ambiente. El niño abrió la boca para empezar con sus dudas, pero el demonio y mentor le cortó bruscamente.

- Estás en celo. - Pasaron unos segundos antes de que Shin saliese de su estupor, con una expresión digna de recordar. 

- Estás de broma. - Kurama se sentó en la humilde mesa de madera que había en el comedor, cruzado de brazos y con una ceja alzada. 

- Yo no bromeo. - A Shin se le cayó el peso del mundo sobre los hombros. 

Él no podía entrar en celo, ¡no era un animal! 

Bueno... Técnicamente no lo era. 

- ¿Cómo...? - Empezó, pero no encontraba las palabras para expresar su confusión y miedo. - ¿Por qué...? Yo...

Kurama suspiró, interrumpiéndole mientras se levantaba, anduvo hasta la puerta para abrirla y salir al antiguo corazón del Bosque. Debía explicárselo en un lugar más apropiado. 

Su antiguo pupilo le siguió sin rastro de duda o desconfianza hasta llegar al antiguo hogar del Zorro y su pareja, al lado del pantano. Shin se detuvo justo en la línea de la arboleda que separaba el claro y lo ocultaba. 

- Este lugar... - Kurama admiró la perspicacia de su alumno, entonces supo que, al menos, a uno si lo había entrenado bien. - Es diferente.

Si, Shin estaba sintiendo los restos de energía del alma del lobo, que aún no habían vuelto al Bosque y, probablemente, estarían años ahí antes de que fuesen absortos por completo. Se sentó entre la maleza. Esto iba a ser complicado. 


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