Rosa Intocable

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Lugonis x Zaphiri

Ahí estaba la rosa, le veía desde su templo su cabello escarlata era su obsesión, Lugonis le sonreía desde su templo cada que lo veía en la parte de arriba del templo de escorpión, sabía que el santo de piscis era solitario, pero eso no le quitaba que fuera hermoso, parecía requisito en los piscis, a veces lo veía bajar y lo seguía de lejos cual acosador, le gustaba verlo, incluso a veces lo seguía hasta la playa cercana al santuario donde el pelirrojo nadaba desnudo y como le gustaba ver ese delineado y blanco cuerpo, moverse en el agua.
Ese día presenciaría algo que lo dejaría con antojo de pez, el pelirrojo como de costumbre se había desnudado para entrar a nadar, pero esta vez se había quedado sentado en una de las rocas, estaba viendo el mar y el cielo, cuando empezó a tocarse, el alacrán no cerro los ojos al contrario. Se relamia los labios al ver como llevaba sus manos a su entrepierna para comenzar a sobar, mantuvo la boca abierta, se le caía la saliva por las comisuras de los labios, mientras el pelirrojo se masturbaba, paseaba sus manos sobre su piel de porcelana.
Metía sus dedos en su entrepierna, y pronto los llevó a su entrada, el alacrán tenia una erección en su intimidad, por su mente paso la idea de bajar y ayudar al necesitado piscis. Pero esa visión le era tan erótica y lo excitaba tanto que solo observo, cada detalle, su expresión, oía sus gemidos, no tardo en llevar sus manos a su entrepierna y sobar despacio, movía su mano de arriba hacia abajo con brío, sentía como sus latidos se incrementaban, gemía al mismo tiempo que su placer aumentaba y que la rosa de piscis lo hacia, esos momentos de diversión, que solo puedes darte mientras observas a alguien mas, jalaba con mas fuerza conforme su placer iba apareciendo, y cuando vio al pelirrojo. Meterse los dedos por si rosada entrada, para darse placer, no lo pudo resistir, cerro sus ojos mientras aumento el ritmo, su pene escupió el líquido blanco, se imaginaba como seria estar dentro de tan candente cuerpo, su respiración agitada, revelaba que placentero había sido el momento, abrió los ojos, el piscis había también llegado a su orgasmo y estaba jadeante chupando sus propios dedos, llenos de semen.

- que erótica visión - dijo susurrando para si.
Desde esos momentos al alacrán se le subió a la cabeza como seria poseer a la rosa del santuario, cada que platicaba o lo veía, recordaba ese momento, lo desnudaba con la mirada en cada instante, sus insinuaciones se hacían obvias.
Lugonis sabia que esas palabras no eran mera coincidencia, cada que el alto Escorpio se le acercaba, sentía como si su intimidad fuera invadida, por sus lascivas palabras el pelirrojo meneaba la cabeza mientras reía nervioso pero no dejaba que se acercara de mas, aunque el otro se le acercara una y otra vez.

- Vamos si eres la rosa mas bella de tu jardín -

Lugonis sabia que le flirteaba en cada palabra que le decía y eso le gustaba, por lo menos sabia que a pesar de su soledad siempre había alguien que lo deseaba, el azabache como todos los escorpiones era osado, no dejaría que se le escapara vivo ese pez, tenia que llevárselo como plato principal en la cena en algún momento.
Por su parte el pelirrojo aunque tuviera ganas, no tenia intención de lastimarlo dejando que estuviera cerca y a veces se maldecía por eso, pues los escorpiones son de poca paciencia y eso acabaría alejando al octavo guardián.

Para su suerte ambos fueron mandados a una misión de reconocimiento en Italia.

Llegaron al sitio y se encargaron del problema como de costumbre, con varios golpes en el cuerpo y rostro y terminada la batalla, caminaron de vuelta a una posada, donde estaban ambos cenando un poco de pan, queso y vino, mientras platicaban amenamente, de entre tantos chascarrillos y palabras salió la conversación de la boca del octavo guardián.

- Dime Lugonis ¿como te gustaría hacer el amor? -

El pelirrojo casi se atraganta con el vino, volteo todo rojo a ver a su compañero y sonriendo coqueto le respondió.

- No podrías con el veneno de esta rosa -

El escorpión sonrió, dejo todo de lado menos el vino, se acerco al cuerpo del piscis y llevó sus labios directo a los contrarios, por mas que el décimo segundo caballero se hizo hacia atrás, no pudo evitar el contacto, el beso fue algo que le gusto, nunca antes había besado a nadie, dejo que lo abrazara y el correspondió torpemente, Zaphiri estaba muy animado, la rosa del santuario seria un trofeo mas en su lista de conquistas, el sabor de sus labios era delicioso y combinados con el vino eran embriagantes, tanto que se empezó a sentir mareado, sus ojos le empezaron a fallar, Lugonis tenia una cortada en la boca producto de la pelea, y el azabache había probado el veneno de su sangre.
Se separó de el por instinto al sentirse mal, llevando las manos a la boca por las nauseas que sentía, abría y cerraba los ojos sacudiendo la cabeza, Lugonis se dio cuenta de los síntomas, sus ojos se cristalizaron, pero se levantó y ayudo a Zaphiri a recostarse, y cuido de el por los siguientes días hasta que el veneno fue depurado de su cuerpo poco a poco usando varios remedios.
Cuando al fin estuvo lucido, vio el rostro del pelirrojo tenia una expresión de melancolía, estaba taciturno y preocupado.

- Lugo yo... -

- te dije que no podías con el veneno de esta rosa, pero me alegro de no haberte matado, gracias por querer darme un beso, gracias por intentar amarme-

- Por ti pez dorado del santuario, repetiría con gusto todo este martirio -

Lugonis sonrió dio un beso en sus dedos y lo llevo a los labios del alacrán, sabia que lo suyo era imposible, el azabache tomo la mano de Lugonis y la llevo a su pecho.

— si te amo, me enamore de ti, y te amare aunque no pueda tocarte. —

Ambos volvieron al santuario, días después, entre los caballeros comentaban que el alacrán se había cenado a la rosa, pero nadie sabia la verdad mas que ellos.

Ahh!!  El amor pero que bonito!!!

Bueno aquí otra historia mas

Jaguar de Hojas : Cambio y Fuera! .

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