Killer Queen

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Las gigantescas puertas de madera se cerraron a la espalda de Hiroshi haciendo un eco bastante profundo en toda la espaciosa casa que sería difícil de ignorar por alguno de sus padres si estuvieran ahí.

Hiroshi, asustado, estaba listo para recibir un grito de molestia de parte de su madre en cualquier segundo, pero no fue así.
Caminando casi a hurtadillas, llegó hasta el comedor que para su fortuna estaba completamente vacío.

La casa de Hiroshi es un lugar gigantesco para una zona tan poblada como la del lugar en el que vivía.
Tenía finos acabados en toda la estructura, pisos de madera oscura y tapizada en un hermoso tono beige. Tan solo contaba con dos pisos de techos bastante altos, un jardín lo suficientemente grande como para darle hospedaje a un caballo y una pequeña planta en el segundo piso al aire libre.

En esa casa pueden haber dos personas al mismo tiempo y nunca toparse ni una
sola vez.

Se sintió aliviado por no haber sido recibido por ninguno de sus muy enojados padres teniendo que discutir por lo de la noche anterior y si fuera peor,  enfrentándose a una horrible resaca que aún no terminaba por completo y tenía que disimular.
Ahora su único problema era preocuparse por los recuerdos que llegaban como balas a su cabeza.

Nada estaba completamente claro, pero recordaba el frío del agua tan clara como el cristal recorrer cada rincón de su aturdido cuerpo.
Tenía sentido con lo que Kaden mencionó antes: haber saltado a la piscina para salvar su vida.
Pero nada explicaba lo demás.

Hiroshi se dirigía a la sala principal de la casa. Aquella era su habitación favorita en todo ese gigantesco lugar. Le recordaba a las noches frías, cuando su padre encendía el fuego de la chimenea; le encantaba cómo su madre acariciaba su cabello mientras le contaba algún cuento, inventado por ella, de caballeros que luchaban contra peligrosos dragones para rescatar a la princesa que estaba en peligro, así obtener su amor y vivir felices para siempre.

Fue entonces cuando sintió el verdadero temor de un princesa al ver a su madre sentada en la sala, leyendo con toda tranquilidad un libro pequeño de pastas azules.

-¡Mamá! -exclamó Hiroshi con miedo. -Pensé que no estaban en casa.

-Hanataro. -Respondió ella sin hacer énfasis en ninguna emoción negativa. -Hace una semana te avisé con anticipación que días saldríamos ¿tan pronto los has olvidado?

Grace Simmons, una mujer inglesa perseverante que decidió no cambiar su apellido de soltera a pesar de ya haberse casado, también lo suficientemente bella como para que un piloto se fijara en ella.
Cabello rojizo, casi naranja ondulado natural, largo hasta la mitad de su curveada espalda, hermosos ojos verdes, labios gruesos, su nariz imperfecta era lo que menos se notaba con todas sus cualidades; medidas casi perfectas y piernas largas bien tonificadas.
Ella era el claro ejemplo de su trabajo, una aeromoza perfecta.

-Perdón, estaba distraído con la escuela...y eso. -Respondió Hanataro quedándose callado unos momentos. -¿Papá está aquí?

-Está arriba.

Contestó ella sin quitarle la vista de encima a su libro.
Lo imaginaba, su padre huyendo dejando a mamá encargarse del asunto. Siempre pasaba en esas situaciones. Probablemente el castigo de su padre sería menor o tal vez lo dejara pasar como las últimas veces; pero con el simple hecho de ser su madre, no podrá evitar un castigo.

La presión del lugar eran tan densa que podía contarse fácilmente con unas tijeras.

-Creo que yo, subiré a saludarlo.

Hanataro esperaba terminar la conversación y subir a hacer sus cosas o simplemente, organizar todos los recuerdos abstractos que su mente arrojaba.

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2018 ⏰

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