PRÓLOGO

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El ligero sonido del celular sonando fue suficiente para sacar a Jongin de su sueño. Él estaba teniendo un sueño. Incluso era uno bueno.

Después de arrastrarse en su cama y buscar por sus pantalones rotos tirados en el piso, se las arregló para encontrar su teléfono dentro del bolsillo trasero.

Respiró profundo antes de tomar la llamada, después de leer el nombre brillante en la pantalla.

"Hola."

"¡Jongin! ¡¿Dónde demonios estás?!" La voz del otro lado estaba
innecesariamente fuerte, como esperaba.

"Casa. Dormido." Balbuceó Jongin acariciando su cabello descuidadamente.
"Bueno, ¡despiértate! Tienes un trabajo."

"¿Ahora? ¿No quieres que vaya en ese maldito bote mañana a las 8?" Jongin subió su tono en respuesta.

"Bueno, ya no irás allá. Esto es más importante."

"¿Qué demonios Mino?" Ahora Jongin estaba realmente despierto. Y molesto. "¡Todo está listo para que yo me vaya! ¡Y es un trabajo que quiero hacer, por primera vez."

"¿Sueno como si me importara un carajo qué trabajo quieres hacer?" Mino no se veía afectado por los argumentos de Jongin. "Iré a recogerte en 15 minutos. Más te vale que tu trasero esté listo." Y la llamada se cortó.

Jongin gruñó golpeando la almohada que tenía a su lado un par de veces, para liberar algo de su enojo. Podría matar a ese desgraciado. Él de verdad podría. Tal vez, un día, lo haría.

Pero esta noche, tendrá que tragárselo.

Entonces se levanta y toma una rápida ducha, luego se pone sus mejores ropas. Después de todo, para toda esta conmoción, debe ser alguien importante. Un político, tal vez. O una celebridad. Algún closetero mandamás ansioso por tomar un trasero a la mitad de la noche. Todo el asunto lo hacía enfermar. Como siempre.

Se miró al espejo. Pantalones apretados, playera negra transparente chaqueta de cuero negra. Se puso un poco de mascara y su mejor perfume; se podría secar el cabello si tuviera más tiempo, pero el teléfono estaba sonando de nuevo: Mino estaba abajo. Tomó su billetera, su teléfono, sus condones y pastillas, y salió por la puerta.

"¿Qué demonios le pasa a tu cabello?" El frío saludo de Mino era de alguna manera garantizado.

"Está mojado. No había tiempo para secarlo."

"Bueno, espero que le gustes, incluso si te ves como mierda."

"Lo hará. Siempre lo hacen." Jongin se reclina en el asiento del pasajero, peinando su cabello hacia atrás con sus dedos.

"No seas engreído. Tu pequeña mierda." Mino lo había prevenido, con su mano dando vueltas en su cintura. "Vas a tener que dar tu mejor esta noche. Este cliente no aceptará tu mierda de a medias como los otros."

"Si piensas que soy tan pésimo cogiendo, ¿por qué me llamaste?" Jongin replicó, de inmediato, sacudiéndose su brazo. "¿Por qué no alguno de los otros chicos?"

"Porque este cliente quiere a alguien que sea completamente limpio. Y todos los demás que estaban libres tiene la palabra 'drogadicto' sellada en sus frentes."

"Este cliente debe de valer muchísimo para ti para hacer todo este esfuerzo por concederle su deseo. Jongin sonrío complacido. Le produjo gusto ver a Mino angustiado como se veía ahora.

"Claro que el muy jodido lo vale." El hombre mayor respondió, no divertido por la provocación."Y tú nunca podrías acercarte a él, si no fuera por mí."

RUNNING UP THAT HILL - KAISOO   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora