XVII

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El amanecer de un nuevo día se vislumbraba en el cielo. Las nubes, carentes de tanta agua, dejaban pasar los nacientes rayos de sol. Amanecía tras una noche larga y pesada.

El barro seco que le encartonaba partes de la ropa, el cabello y la piel, caía en pequeños trozos cuando se movió de la ventana para caminar hacia la puerta. Kala la seguía. El autobot andaba detrás de ellas aspirando los trozos que se le iban desprendiendo del cuerpo.

Ahora le preocupaba mucho más Tomás. Sabía que, aunque había sido sincero, quedaba algunas cosas al aire y otras que, definitivamente, estaba ocultando. Además, su actitud era por lo demás extraña. Sin ocultar el lenguaje que empleaba y el cambio de su voz. Todos esos detalles la hacían tener sus sospechas.

Cuando salió a la calzada para sacar a la perra de la casa llegaban Mario, el capataz, y Miria, una de las chicas del personal, que venían a atender una eventualidad. Ellos se la quedaron viendo de arriba abajo sin entender la razón de su desgarbado atuendo. Ella, con gesto de normalidad, les sonrió con el <Agradable día> y les señaló a Kala. A esto ellos asintieron mirándose uno a otra sin entender mucho pero aliviados de que el can apareciera y congelándoseles el <¿Todo en orden?> en los labios. Luego cada cual se ocupó de lo suyo en vista de que la "dueña" seguía su camino.

Tamar avanzó hasta la fuente. Sintió la seguridad y calidez que le proporcionaba el contacto de los rayos de sol que iniciaban el día sobre su piel. Cerró los ojos y aspiró el aire matutino con avidez. La brisa la envolvió y su cuerpo se relajó cayendo sobre ella como una suave cortina el peso del cansancio y el sueño acumulado. Kala corrió al bosque.

Subió con pesadez a su habitación a tomar un baño caliente que la librara de la suciedad y del entumecimiento de sus músculos. Mientras las espumas y burbujas de jabón se deslizaban por las voluptuosas curvas de su cuerpo, los chorros de agua le masajeaban los miembros adoloridos y hacía sus acostumbrados ejercicios de respiración, recordó los ensayos. No pudo evitar sonreír y sonrojarse divertida al acordarse de la actitud de Beni hacia ella. No podía negarle lo guapo, lo romántico y lo atento con ella... Por lo mismo no había podido mantener una sola de sus miradas esa noche y todo mundo sintió lo tirante de la situación disimulándolo de la mejor manera. Él en el bajo llevando el particular ritmo, Pablo esforzándose en aporrear los drums para agarrarle la vuelta, los acordes del teclado, el solo de saxo y la discusión de Rikardo con la productora pasaron veloz por su memoria. Pero, ahora que volvía a entonar la canción bajo la ducha, estaba segura de haber oído esa letra en alguna parte. Canturreó su voz al tiempo que el agua la recorría y en su memoria veía la imagen del proyector mostrando la partitura con la letra que decía:

"La vida es kruel ¿No te parese? ¡Mira ke dejarme limpio! Limpio, limpio, muy limpio.

Solo la distansia limpia más mi vida i se va aserkando, sin fuersas me lastima.

Tú ke estás mirando desde afuera ésta mi limpia vida. Sabes ke te estói amando i sin embargo no me estimas.

Limpio komo bine al mundo me presento ante ti para darte todo, todo lo limpio de mí.

Te mereses mucho más ke eso, pienso; más ke limpio, konfieso, más limpio, más puro.

I este amór ke kema por dentro ke me limpia i purifika. Si no existiera tan grave, tan adentro, tan limpio... No significa.

Limpio, limpio, limpio. Limpio de mentiras solo para ti. Limpio de impuresas, solo amor por ti."

Le parecía muy hermosa; aunque el ritmo no la ayudaba lo suficiente. A su parecer todavía le cabían algunos arreglos. Pero ¡qué más daba! La canción no era de ella y no podía intervenirla a su gusto como había estado haciendo con su tonada y la de Patrisia el Primero. Además, le incomodaba que Beni hiciera cosas como esas ¡Ella que siempre lo había tratado como un amigo! Pero él andaba buscando algo más que una <amistad>. Demasiadas veces lo había sorprendido mirándola embobado o con un dejo de morbo y eso no le agradaba, aunque a veces la divertía. Todavía no se atrevía a tocarla más allá de lo debido. Creía, pues ni sabía del episodio en el Centro Médico. Igual no estaba tranquila en su presencia y una alarma se activaba dentro de ella no más se asomaba la idea de quedarse a solas con él. Menos mal que Ónison, Kati, Patrisia, incluso Pablo, salían al rescate en esos momentos. Todavía amaba a Tomás y, aunque Beni le pareciera muy atractivo, atento, romántico... y se propusiera otras cosas, esa canción se lo recordaba muchísimo.

Como Viento con la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora