Cap. 13

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La tarde fue muy tortuosa, las horas pasaban lentamente horrorizado al príncipe, si fuera por el en ese instante estaría ya en el lago esperando la llegada de su amado, pero para el bien de no ser descubierto por el pueblo o por aquel extraño hechicero, no lo hizo.

Al ver que únicamente le faltaba unos minutos para el encuentro con Yurio y Otabek, salió corriendo colocándose sus oscuros ropajes para pasar desapercibido entre la oscuridad.

—Yurio... Otabek... ¿Están aquí? — susurraba por los pasillos tratando de encontrarles.

— Estamos aquí, vamos ven — la cabeza de Otabek se asomó por la puerta de la habitación del rubio.

Tras estar todos en esa sala, el caballero término de colocar lo que sería su escapada.

— Vimos que mi habitación es la más segura para salir por la ventana, libre de guardias y cerca de la zona plebeya–

— Gran trabajo de búsqueda Yurio y preparación de escape Otabek —

A través de sábanas oscuras atadas unas entre otras consiguieron salir del castillo, taparon sus rostros para no ser descubiertos, miraban a su alrededor, los trabajadores ya cerrando sus puestos, familias regresado a sus hogares ya listos para descansar.

Tras llegar a la entrada del bosque Viktor no pudo contener más y empezó a correr, extrañaba tener entre sus brazos a su chocolate, dejarle besos por todo el rostro del contrario.

Se detuvo en el borde del lago, allí estaba, arrodillado mirado el agua como si fuera un espejo. Lentamente se aproximó, detrás de él estaban sus dos acompañantes.

—Mi precioso cisne, la luz de la luna y tu reflejo en el lago hace que reduzcas más que el diamante más puro — le abrazó besando su cabello, como recompensa escucho su ligera risa y su mano dando caricias en la mejilla.

— Viktor, luces cansado, ¿acaso no reposaste lo debido? —

—El idiota le ganaron los nervios y empezó a correr por todo el bosque para por fin verte —

—Yurio, no me digas eso delante de mi precioso Yuuri ¡ah!  Por cierto, por si acaso te los presentó, mi ayudante y amigo de infancia Otabek Altin — el nombrado dio una reverencia firme — Y el rubio es el príncipe Yuri Plisetsky, aunque le nombran Yurio — este se cruzó de brazos mientras suspiraba frustradamente.

—Gusto conocerles, Sr. Otabek y príncipe Yurio, mi nombre es Yuuri... — comento tímidamente sin saber que decir — Espero que podamos formar algún lazo, se ven que estáis entre todos muy unidos... Venid conmigo, hay una zona donde se obtienen preciosas vistas del lago — el japonés se alejo un poco sentándose en el verdoso prado, hizo unas señas para que se acercarán, una vez todos sentados el espectáculo de luces de las luciérnagas inició.

Era lo más hermoso que habían observado, Yuuri se acomodo entre los brazos de Viktor sentir su calidez era lo más apreciado que sentía, lo mismo hizo Yurio con Otabek, aunque este ante el abrazo que recibió no pudo evitar sonrojarse y esconder su rostro en el pecho del mayor.

Pasaron las horas hablando de cualquier tema, mayoritariamente eran los rusos los que hablaban, ya que Otabek únicamente comentaba o confirmaba las anécdotas de su amo, Yuuri, por mala suerte no recordaba nada de su familia y sus únicos recuerdos eran de su vida en la torre, algo que deseaba olvidar.

—Viktor, ya sería hora de irse a casa, no deseo que nos encuentren y nos castiguen —

—Yurio no quiero separarme de el, por favor deja que me... —

—¡No Viktor! No pienso proteger tu trasero de nuevo, además te recuerdo que dejaste a makkachin sólo, ya sabes como se pone si te empieza a echar en falta— gritó asustando al japonés.

—Yuuri, mi amado, ya tengo que partir, siento que está vez makkachin no esté con nosotros, sería muy complicado sacarlo por la ventana, cuando sepamos como llevarle, podrás verle y pasaremos el tiempo todos juntos, hasta la próxima mi cisne —

—Hasta la próxima... Príncipe — los dos con cierto nerviosismo unieron sus labios suavemente, una despedida delicada y apreciada. — Otabek, Yurio, hasta la próxima — se despidió Yuuri mientras se dirigía en las entrañas del bosque desapareciendo entre los árboles.

El regreso a casa fue algo más complicado, tuvieron que ir con sigilo por las silenciosas calles, subieron por aquellas telas que daban la impresión de que en un momento o otro se partirán, allí el mayor se despidió dejando a la pareja en la habitación del rubio.

El peliplateado al llegar a su alcoba se lanzó a su cama abrazando levemente la almohada, una mezcla de sentimientos se esparcieron. Makkachin al ver a su amo estirado se colocó centímetros de el para dormir. Viktor al sentir a sus espaldas al can se giro para posarse a su lado y caer en manos del morfeo abrazado a el.

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NN95

El lago de los cisnes [AU Yuri!!on ice] (viktuuri) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora