Mi extraño amigo, supongo

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Perdón por tardar, es que no sabía que escribir, me dio resaca de imaginación. Pero lo bueno es que ya volví, espero y les gusté el capítulo :D

Desperté en mi cama, tapada con cobijas y un vaso de agua a lado de mi cama, alguien me estaba cuidando, no sabía quien era hasta que Luz entro a mi habitación y se sorprendió de encontrarme despierta. Se sentó junto a mi y me dedico una amplia sonrisa.

-¡Al fin despiertas!- dijo con alegría y después recargó su cabeza sobre mi estómago.

-¿Qué ha pasado? Ponme al tanto de todo- le dije con un poco de impaciencia

-Nada importante, ya pasaron exámenes finales, todos se van de vacaciones, maestros nuevos y muy viejos, te compre más Nutella, mañana tenemos que ir a recoger las cosas...

-¿A recoger ya? Pero si faltan dos días...- dije un poco confundida.

-Querida bella durmiente, estuviste inconsciente durante dos días y medio. Estaba apunto de llamar a tu familia esté día pero cuando escuche el más mínimo movimiento en tu habitación vine hecha un rayo.- dijo con su tono alegre y sabio de siempre, cruzo sus brazos. - Y ahora a la que le toca explicarse es a ti. ¿Porqué estabas inconsciente? o ¿Que recuerdas antes de eso?

Pensé y busque en lo recóndito de mi mente y sólo me acordaba de una cabaña vieja y abandonada y el señor agarrando mi mano y luego...nada, todo era muy distante. No podía recordar. ¿Cómo le voy a explicar esto a Luz? O una pregunta mejor ¿Le digo? Al final creo que tome una decisión.

-Ehhh...una cabaña abandonada y...una mano...blanca como el papel...creo...-dije con esfuerzo. Nunca le había escondido algo a Luz, pero primero investigaría más a fondo eso y luego le diría, de eso estoy segura.

Luz se tapó la cara con la mano derecha y movió su cabeza de lado a lado.

-¡Ay Dios! ¿Dónde te andas metiendo niña? ¿Qué hubiera pasado si había un oso salvaje y te come? O peor ¡un humano! Que tal si te hacia daño ¿¡Eh?!- dijo con una cara seria pero con un poco de diversión, sabía que eso me recordaba a una madre enojada, incluso a mi madre y eso me alegraba, creo.

-Perdón, es que no me acuerdo como llegue hasta allí, ni me acuerdo adonde estaba- dije rascándome la cabeza.

-Bueno, eso no importa, lo bueno es que ya estas aquí pero esto no se va a quedar así ¿ok? Vamos a investigar esto más a fondo pero quizá mañana. Ahora descansa- dijo Luz y después se paró y me volteo a ver.

-Me voy moyaya. Adiós, cuídate por favor, nada de ir a cabañas abandonadas y coquetear con hombres de papel- río y dejo mi cuarto.

Me quede tendida en mi cama y mire hacia mi techo blanco. Estaba el póster de Brandon Flowers apunto de caer, creo que lo pegare después. Me concentré en una pluma de su saco y empezé a pensar en lo sucedido. Lo único que recuerdo es la cabaña y al señor o "cosa" agarrándome de la mano. Pensándolo mejor esa cosa no era una persona, todo lo que me hizo pasar o lo que experimente solo con su simple presencia no era humano. Deje vagar mi mente demasiado y hasta pensé que era un alien suelto cerca de mi casa. O incluso era un...¿Mounstro? Se me vino a la mente sus manos, la forma en la que me agarro la mano y mágicamente estaba en mi casa. De alguna manera me estaba...protegiendo...si quisiera hacerme daño ya lo habría hecho ¿no?. No pude pensar más porque el sueño me gano.

Desperté, me bañe y me arregle para otro día más. Fui rápido por mis cosas a la escuela y, como pude llegue a mi casa. Estaba muy pesado tooodo, bueno, más cuando traes 4 bolsas tu sola.

El día pasó rápido y cuando menos lo pensé ya eran las seis de la tarde. Todo era tan tranquilo allí. Me fije en la ventana y otra vez lo vi, la cosa estaba rígida , volteando hacia mi casa. Un frío me recorrió mi espalda y luego estaba normal otra vez, me levanté y me acerque a la ventana, lo mire con más detenimiento. Era grande, muy grande, llegaba a la mitad de los gigantes árboles que nos rodeaban, tez blanca, sin cara...pero vestido de un traje muy elegante.

Me quede contemplándolo un rato y luego me fui a la cocina a prepararme un sándwich de Nutella. Volví a fijarme en la ventana y ahí seguía, decidí no prestarle atención a esa cosa y seguir haciendo las cosas que tenía que hacer.

La mayoría de los días me viene a saludar, bueno, a visitar. Me empiezo a acostumbrar a su presencia, y hasta me llega a agradar. Es como...un extraño amigo, supongo.

Una trampa al monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora