XXII. Personas como yo

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Riza había reservado en un restaurante no tan formal ni elegante, porque a Edith no le gustaban, pero sí lo suficientemente bueno como para que su jefe pasara una velada agradable con ella.

—Espero que Havoc ya te haya puesto al tanto de todo lo referente al Aniversario —dijo casual Roy, apenas el maître les acomodó y entregó el menú.

—Sí, él ya lo hizo, pero no me agrada mucho la idea de tener que viajar a Aquroya, Roy.

Por sobre la carta, Roy se encontró con los ojos de Edith pendientes y expectantes del porqué de su decisión.

—Ahí tenemos un resort con una enorme terraza que usaremos como salón principal del evento, la excelente vista colinda con el muelle de una flotilla de yates que me fue otorgado en concesión. Es todo un sueño turístico, será un buen lugar para celebrar. Estoy apoyando el uso de energías alternas y esta flotilla no emite contaminantes. Pensé hacerles promoción con el video del Aniversario, grabaremos parte de él en la fiesta, con todo el personal vistiendo uniformes de la marina para diferenciarse de los invitados. Tú y yo seremos el centro de atención esa noche y espero que uses algo acorde con la temática.

"Ahora veo por qué Ling insistió tanto con ese incómodo vestido de sirena"

—¿Quién te asesora? —Preguntó como si hubiese sido capaz de leerle la mente.

—Alguien en quien confío mucho, no te haremos quedar mal —Edward rogó porque no insistiera en pedirle más información, a él no iba a agradarle de que alguien como Ling fuera su asesor de imagen.

—No es que pensara que fueras a usar una botarga de camarón...

—¡Vuelves a insinuar que soy horriblemente pequeña, Mustang, y me quedo en casa! —Replicó de inmediato Edward, crispándose hasta el mechoncito de cabello más alto.

—Preciosa, eso no fue lo que quise decir. Sólo quiero que esa persona te busque algo que armonice con esto —girándose apenas, Alex le alcanzó la bonita caja que resguardaba.

A Edward se le fue el aire cuando Roy la abrió y le enseñó el interior. Él siempre le regalaba una pieza de joyería y luego otra que complementara el juego, mas en esta ocasión, descansando sobre el terciopelo rojo, había un coordinado de tres piezas con incrustaciones de diamantes, y juntas, eran realmente majestuosas: pendientes, brazalete y una... ¿corona?

—Roy, no. Ya habíamos quedado...

Y antes de que la chica pudiera fruncir más el ceño, el empresario interrumpió.

—Mi abuelo siempre pensó en mí para hacerse cargo del negocio familiar, basaba su idea en que nací un día después de que fundara el primer resort. He dedicado mi vida a esto y ahora que cumpliremos treinta años, me siento especialmente feliz y quisiera rescatar la tradición que mi tía Chris tenía de buscar una señorita Aniversario para hacernos promoción. Quien mejor que tú luciendo a mi lado como toda una reina de belleza, con banda y corona.

—¿Por qué de eso no se me informó?

Y desviando la vista, Edith se cruzó de brazos, enojada.

—Porque Havoc no lo sabía, lo decidí durante el viaje. En vista de que las cámaras te adoran, quiero presumir de tu imagen joven y fresca en todos nuestros spots y espectaculares de promoción ¿no te agrada la idea?

—No realmente —incómodo era poco para definir cómo es que Edward se sentía al respecto. Tenía terror de que al exhibirse de esa manera, alguien pudiera llegar a darse cuenta de su secreto.

Mi verdadero nombre es EdwardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora