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Lo Siento -Beret & Sofia Reyes.

13.

THALIE:

Oscuridad.

Penumbra.

Voces.

Escuchaba, más no podía ver.

Solo podía fiarme de mi sentido auditivo.

¿Cuándo despertará, doctor? –Las voces eran confusas.

En un par de horas, quizás más tiempo. –Respondía la otra voz.

Otra vez a la oscuridad.

¿No lleva ya demasiado tiempo dormida? – ¡Emma!

Empiezo a preocuparme–... Josh.

He hablado con una enfermera, me ha dicho que quizás despierte en unas horas. – ¿Dylan?

Penumbras, eso se volvía un infierno.

Por favor, Thalie... –Josh...

Inconsciencia... bienvenida de nuevo.

― Signos vitales, estables. –Escuché. –No presenta deshidratación.

¡Joder!... como dolía moverme

― Trae al doctor. –Intenté abrir los ojos.

Se veía borroso todo a mí alrededor.

― Tranquila, cielo. –Una voz suave me hablaba.

¡Por fin, lograba tener control de mi cuerpo!

Abrí los ojos.

Una morena de ojos turquesa me examinaba. Alcé la cabeza y de la misma una fuerza invisible me devolvió a la cama.

― ¡Ah! –Me quejé, llevé mis manos a mis sienes, se sentían pesadas.

Cerré los ojos debido a las luces blancas que me cegaban, los volví a abrir poco a poco esta vez, adaptando mis ojos a la luz.

Estaba tendida sobre una camilla, cubierta por mantas blancas y azules.

Mis muñecas atestadas de agujas que me atravesaban la piel, de ellas se extendían tubos transparentes, por los que un suero goteaba.

Una bata blanca me vestía, pero, al parecer no tenía nada en la espalda. Intenté mover mis piernas.

¡Demonios!

Dolían como si hubiese corrido un jodido maratón.

Con ayuda de mis brazos intenté sentarme en la camilla. No preguntaré donde diablos estaba, era bastante evidente que eso era un hospital, pero ¿dónde estaban todos? Me lleva...

«¡Thalie!».

Lo siento, pero es que duele, joder...

La puerta de la blanca habitación se abrió. Un hombre con bata blanca entró.

― Hola, cariño. Soy el doctor Von Kleist. –Saludó el médico aparentaba unos cincuenta y tantos, pero las arrugas e incontables canas sin añadir sus ya marcadas ojeras, le hacían parecer muchísima más edad. – ¿Cómo te sientes? –preguntó.

― Adolorida. –Declaré lo obvio.

― Es normal; una semana de inconsciencia debió entumecer tus músculos. –informó.

― ¿Qué? –exhale, impactada.

El médico río, siguió chequeando mis signos vitales, pupilas y me realizó algún que otro ejercicio muscular, comprobando que solo fuese un entumecimiento.

Thalie: Sentimientos Perdidos [Sentimientos #1]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora