Ayer estuve hablando con Lucky, salíamos de la biblioteca donde nos habíamos encontrado por casualidad. Yo llevaba cinco libros bastante gordos los cuales iban a mantenerme entretenido las tres semanas que se me permitía alquilarlos. Lucky solo llevaba uno, un solo libro de un grosor bastante normal. Me sorprendió bastante en él, yo creí que una persona tan sabia como él estaría leyendo todo el día sin dar descanso a su cerebro pero era obvio que me había equivocado y me preparé para otra de las sorpresas de Lucky. Le toqué el hombro y me miró fijamente. No sabía cómo preguntárselo, bueno, mas bien no sabía que era lo que quería preguntar. Al final encontré mis palabras. "¿Lucky, te gustan las historias?". Se dio cuenta de que el número escaso de libros que había decidido llevar me llamó la atención. Me dijo que me lo explicaría encantado pero necesitábamos sentarnos y pausarnos para que pudiera entender su forma de pensar. Lucky tenía razón, no puedes entender a Lucky con prisa, tienes que vaciar tu agenda porque aunque no entre en tus planes lo que te diga Lucky te puede mantener ocupado todo el día. Nos sentamos en un banco a la sombra de un árbol en el parque de al lado. Había silencio, era mediodía y aunque el sol pegaba fuerte nosotros resguardados comenzamos a pensar. Con Lucky cuando te sientas no puedes empezar a hablar sin más, tienes que pararte, pensar, crear tu idea, escoger tus palabras y finalmente abrir la boca o no. Entonces, después de un rato mirando al cielo dije "¿Oye Lucky, te gustan las historias?" Lucky siguió mirando al cielo. Pensaba la respuesta, o mas bien buscaba la forma de dejarme sin respuesta. Parecía absorto en sus pensamientos por eso decidí no repetir mi pregunta. La repetición es impaciencia y la impaciencia es caer ante el tiempo, el mayor enemigo de Lucky.
"Me gustan las historias. Lo que no me gusta es leer muchas en poco tiempo. Una historia ha sido hecha para marcar, para hacer sentir, hacer pensar, despertar emociones. Si cojo un solo libro para tres semanas es para leerlo una y otra vez estas tres semanas. Pondré el mismo esfuerzo en leer esta historia que el que el autor puso en crearla para aquel que quiera leerla."
Me sorprendió, pero no como siempre, esta vez la respuesta de Lucky no me pareció tan sorprendente como otras veces. No podía estar acostumbrándome a él ¿o si? Lucky me vio muy tranquilo, más que de costumbre, entonces empezó a reírse. Me miró de nuevo pero esta vez yo vi a través de él, o mas bien él me dejó ver. Había mentido.
"No me gustan las historias hechas por otros. Tienen una idea formada muy general, así todos podemos imaginarnos lo que se imaginó el autor. Limitan nuestro pensamiento, marcan un principio y un final, un tiempo, un lugar, unos personajes con sus personalidades, está todo restringido y no lo puedes cambiar. El libro que tengo en la bolsa es un cuaderno en blanco, voy a hacer mi historia únicamente para mí. Una historia que solo yo seré capaz de comprender y que cualquiera que la lea la entenderá de otra forma por lo que será su historia. Yo crearé algo pero aquel que lo lea lo transformara y deformara a su gusto con sus pensamientos e ideas, entonces mi historia pasará a ser suya y totalmente diferente. No hay principio, no hay final, no hay nada que no puedas cambiar."
Eso me pareció imposible, hasta para Lucky. ¿Cómo puedes escribir una historia sin las cosas que conforman una historia? Lucky se dio cuenta de la confusión en mi cara pero no contento con eso quiso darme más. Cogió el cuaderno y en la portada escribió "Mi razón de vida." Estaba perdido, no sabía que decir. Había vuelto a ganar así que me di por vencido y devolví todos los libros que acababa de coger. Volví al lado de Lucky y pensé cual podía ser la razón de vida de Lucky, qué podía escribir en ese libro para que todos se identificaran y a la vez pudieran cambiarlo a antojo. En primer lugar, ¿realmente necesitamos una razón para vivir? ¿Tenemos que vivir por algo o alguien? ¿Otra vez metas? No podía aguantar mas así que le pregunté que iba a escribir. Sonrió y con un boli escribió dos sencillas frases. "Estoy vivo porque mi corazón late y mi cabeza piensa." Entonces lo entendí, si tu corazón late pero la cabeza no piensa no vives como ser humano y tu cabeza no puede pensar si el corazón no late. Pero me acechó otra duda, ¿cuál era la razón de vida de Lucky? Sin poder decir ni una palabra se me anticipó y respondió. "Vivo porque mi corazón late y mi cabeza piensa. El corazón si todo va bien va a seguir latiendo y es necesario que lo haga, pero pensar es algo mucho mayor para mi. Vivo pensando y pensando siento que estoy vivo. Vivo para pensar y pienso para vivir. No tengo metas en eso, no pongo límites a mis pensamientos. No hay principio ni final, no hay lugar, no hay personajes y mucho menos hay tiempo. Solo vivo."
Me encendí un cigarro y empecé a digerir todo lo que me había dicho. Lucky se despidió de mí y yo me quedé allí, sentado, solo, en un banco a la sombra del árbol, pensando, viviendo.
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La historia de Lucky
Teen FictionLucky es un amigo mío bastante íntimo, es alguien distinto, que no puede ser catalogado y al que no le puedes poner una etiqueta pues siempre hay algo que lo distingue.