Capítulo 10 - Niños y cuentos

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Lucky volvió el otro día, lo hizo sin avisar y a su manera. Me sorprendió y al mismo tiempo sabía que sería así. "Por qué cambiar la felicidad?", no Lucky? Lo siguiente que pasó fue que se metió en mi conversación sin importar nada, saludó y se fue. Yo me quedé perplejo pero la persona que me acompañaba se quedó tranquila e incluso feliz. No entendí mucho pero ya era costumbre. Más tarde fui a buscarle. Le encontré en la terraza de un bar tomándose un café con una libreta en la mano.
Le pregunté cuándo había vuelto y qué había pasado pero negó con la cabeza y se quedó absorto en esa libreta. Supuse que si había vuelto ya todo daba igual, no hacía falta saber las razones o el tiempo, simplemente había vuelto Lucky. Me senté y pedí un café solo y sin azúcar, a más amargo mejor pienso.
+De qué vamos a hablar hoy Luk?
-Quieres hablar de algo en específico? Tienes alguna idea?
+La verdad es que no, esperaba que me sorprendieras ya que has vuelto de tu largo viaje.
-Pues casualmente sí que tengo una sorpresa para ti. Es un tema muy interesante. Dime, alguna vez te has parado a mirarte por dentro?
+Más de una vez.
-Bien, sueles recordar la infancia como una época bonita no?
+Mmmmm...mayormente sí aunque también tuvo sus bajos.
-Comprendo. Bien, quiero que recuerdes tu vida. Cierra los ojos y simplemente haz lo que vaya a decirte, vale?
+Uf, okay, supongo que no pasa nada.

Cerré los ojos y empezó a darme las instrucciones. Me veía a mí, de niño, contando un cuento, un cuento con final feliz y triste, un cuento que no tiene principio pues no lo recuerdo, un cuento que no tiene final porque el final dio miedo. Allí estaba yo, contando mis aventuras, con esa cara de niño inocente que no ha sufrido en su vida. Iba creciendo a la vez que contaba y cada vez crecía más y más. Lo que el niño decía ya me lo sabía, era mi historia, mi cuento. De repente Lucky me dijo que podía abrir los ojos y así lo hice.
-Cómo definirías tu vida?
+Pues tampoco fue para tanto, la mayoría de cosas malas ya han pasado y disfruté de las buenas. Ya no tengo los problemas que tenía de crío y tampoco eran tan importantes, no?
-A mi no me preguntes, yo no soy quien para decidir cómo ha sido tu vida.
+Vale, entonces esto, de qué me ha servido?
-No seas impaciente. Ahora quiero que te imágenes a otro niño, cualquiera, uno que no conozcas, imagínatelo. Quiero que ese niño cuente la misma historia y quiero que la escuches como si fuese la primera vez que la cuenta.

El niño empezó a hablar, al principio era feliz y la alegría se notaba en su cara, a veces estaba triste porque había hecho cosas malas y le habían reñido y a veces solo me miraba. El niño fue creciendo y tal como la historia avanzaba esta perdía chispa. El niño ya no estaba feliz, estaba serio, miraba al suelo y seguía hablando con un tono monótono de voz, se hizo mas alto y aun estando a mi misma altura no miraba a los ojos, miraba al suelo. Terminó la historia y sentí un revolcón en el estómago, abrí los ojos y vi a Lucky impasivo.
-Cómo definirías su historia?
+Es horrible. Es un niño que de contar todo cosas bonitas y aventuras con sonrisa pasa a meterse constantemente en problemas a los que se enfrenta solo. Pierde la chispa, pierde la emoción por vivir, se vuelve alguien serio y sereno pero a la vez capaz de explotar en cualquier momento. Cómo es posible que la vida trate así a alguien?
-Ahora, ahora has sido sincero contigo mismo, esas son las cosas que piensas de tu infancia. Esa es la verdad.

Me di cuenta de que tenía razón. Como era mi historia le había quitado importancia a la mayoría de cosas y me había convencido de que ya no me afectaban pero si me las contaba otra persona dolían como la primera vez. Creía que ya no era inseguro...creía que había cambiado. Lucky me vio demasiado absorto y me empezó a explicar cómo para analizar nuestra vida y nuestros problemas debemos imaginarnos a otro niño contando nuestra historia. El mal de otros nos afecta más que el nuestro ya que inconscientemente ponemos una barrera a las emociones. Quitamos importancia a lo que la tiene y se la damos a lo que carece de ella. Es una estupidez. Lucky me seguía hablando pero la verdad es que no le seguía, estaba hablando conmigo mismo.

Pero entonces lo dijo. "Por qué te has escondido de ti mismo tanto tiempo? La verdad duele pero una vez la afrontas puedes solucionar tus problemas. Problemas que aún a día de hoy te afectan por mucho que te empeñes en que no, por mucho que les quites importancia. Es el momento de enfrentarse a uno mismo."

El resto de la tarde fue extraño, me sentí muy tranquilo pero incapaz de pensar, estaba ausente. Me di cuenta de que sí, tenía problemas desde pequeño pero que debido a mi forma de ser me dediqué a convivir con ellos en vez de afrontarlos. Eran un peso, un peso que inconscientemente había llevado a mis espaldas tanto tiempo. Un peso que había ignorado.

Cuándo me libraré de este peso?

La historia de LuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora