Parte 5 Lucky y las estrellas

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No soy una persona que viaje muy a menudo. Me gustan los lugares tranquilos y ver las ciudades a pie de calle. Me gustan los pueblos tranquilos y silenciosos y sobretodo disfrutar y fundirme con la naturaleza. Por eso este verano accedí a acompañar a Lucky a la playa. No es algo muy habitual en nosotros pues el sol, el calor, la gente en grandes cantidades...no son cosas que nos apasionen. Sin embargo cualquier cosa con Lucky es distinta. Llegamos el sábado por la mañana y lo primero que hicimos fue dejar las maletas e ir a nuestra bola. Yo me puse una gran taza de café y mi paquete de tabaco y salí al balcón, Lucky decidió ir a ver si había algún sitio a las orillas del mar donde poder estar tranquilo y pensar.
Así pasó la mañana, Lucky desaparecido y yo en mi burbuja. Pasaron las horas y el estómago me dijo que era hora de comer así que me metí a la cocina y comencé a preparar las recetas que había aprendido de mi madre y de internet. Lucky llegó poco después y empezó a preparar la mesa. Habíamos alquilado un piso al lado de la playa cerca de una terraza. Modesto y tranquilo en una octava planta era perfecto para estar relajados y alejarnos del ruido del resto del mundo. El plan para por la tarde era descansar y estar en el sofá jugando a la consola todo el rato. Lo bueno vendría de noche y así pasó. Después de comer y jugar toda la tarde se hizo de noche y Lucky y yo nos preparamos para salir. La playa estaba casi vacía a excepción de algún perro con su dueño. Lucky se acercó a unas rocas y me contó que ese era el lugar que había descubierto por la mañana. Una fila de grandes rocas que se adentraban en el mar y rompían las olas. Así pues me senté al lado suyo en las rocas, encendí un cigarro y le di otro a Lucky. La verdad es que había accedido a ir al viaje sin saber el por qué de este pero por la forma de mirar al cielo de Lucky supe que esta vez era él el que necesitaba tener a un amigo al lado suyo. Le pregunté qué le pasaba y me contó que le atormentaba el tiempo de nuevo, pero no era sólo el tiempo, sabía contestar a las preguntas de la vida pero se estaba quedando sin preguntas. Sencillamente los problemas se le habían echado encima, las dudas estaban venciendo a Lucky por una vez y Lucky se estaba quedando sin fuerzas para luchar.
"Te he traído al mar por las olas. Las olas vienen y van, se llevan por delante todo y se lo tragan a lo mas profundo del abismo. Esperaba que con mis problemas fuera igual, que el mar se llevaría mis penas y se las tragaría para que no vuelva a verlas. También por las estrellas, las estrellas a pesar de estar muertas aun las vemos brillar, eso es lo que quiero alcanzar en vida. Llegará el día en que muera pero no quiero que se me olvide, quiero seguir brillando en la memoria de la gente..." Lucky se derrumbó, una sola lágrima recorrió su mejilla izquierda y eso fue todo, supe que Lucky había llegado a su límite y no podía más. Entonces en el silencio de la noche se oyó un grito, un desesperado grito de ayuda de alguien que necesitaba una mano de ayuda.

Las penas de Lucky eran tragadas por las olas y las que no se perdían en un mar de estrellas.

Me apoyé en Lucky. "Luk, no estás en esto solo, me tienes allí, somos amigos, daríamos la vida el uno por el otro, estoy para las buenas pero sobretodo para las malas." Se secó las lágrimas y me abrazó. Pocos abrazos son plenamente sinceros pero eso era mucho más, eso era confianza ciega, abrir el corazón, desnudar el alma. Era mi mejor amigo, tenía que darlo todo por él. Encendí un cigarro.
+Lucky, ¿qué quieres ser de mayor?
- Profesor.
+Jaja, te pega bastante.
-Quiero que la gente aprenda, no les pondré a estudiar y acumular información, les enseñaré sobre el mundo que les rodea, sobre ellos mismos, les enseñaré a quererse y a querer a los demás, les enseñaré a pensar y a tener su criterio y sobretodo les enseñaré que ser uno mismo es lo mejor que te puedes hacer.
+Luk, creo que serás una persona que cambiará el mundo, pero hasta entonces nos toca ser modestos y humildes, llegará nuestro momento, solo hay que ser pacientes.
-La vida es un mal chiste tío, la vida es un mal chiste. Todos ponen espectativas y al final se ven frustradas, no me gusta cómo es la vida.
+Pues esperate a que lleguen las grandes responsabilidades, el trabajo, la gente que pasa de tu opinión, y muchas cosas más.

Entonces Lucky empezó a reírse a carcajadas al lado mío. Se reía con sarcasmo porque no sabía hacerlo de otra forma y es que joder, el chiste no tenía ni puta gracia.
+Deberíamos volver, han pasado ya unas cuantas horas y te veo mejor. Prepararé la cena y saldremos a la terraza a fumar un rato ¿te parece?
-Si, es un buen plan.
Llegamos a casa y todo fue conforme al plan. Llegó también la hora de dormir y nos pusimos en nuestras camas, eran camas individuales y separadas pero en el mismo cuarto. Me acosté y oí a Lucky prepararse para dormir pero antes de quedarme competente dormido oí a Lucky decir una última cosa.
-Este no es un día con final feliz.
Y es que no siempre hay final feliz, la vida no es un cuento.

La historia de LuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora