Capitulo 21.

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Viernes.

No encuentro el chiste de observar un vaso de agua medio vacío que está en el buro a mi costado. Como si fuese a moverse y le apareciera un rostro cómico con ojos grandes y me diga “¡Hola!” con voz chillona y comience a moverse dando brinquitos graciosos por toda la habitación. Luego cada gancho del armario saldrá haciendo un baile por encima de mí.

Bien.

Eso no sucederá.

Bella y la Bestia, te odio.

Pero no era el hecho de esperar algo de el vaso, es que es tan aburrido que no pienso nada. Solo estoy ahí, viéndolo.

La verdad es que tengo demasiada flojera para levantarme. Estoy muy cómodo, aunque sudo por haberme tapado hasta la nariz. Estoy bien. No me sorprendería que ya sea medio día.

Tengo que aprovechar el poco tiempo que me queda para despertar tarde. Es viernes y queda muy poco para las ojeras y desveladas cada mañana.

¿Por qué no podemos entrar a las 2 y salir a las 2:15? ¿Ah? ¿Es mucho pedir?

Suspiré girándome quedando con medio rostro aplastado en la almohada.

Mañanas sin cortinas corridas y algo de oscuridad en la habitación, nunca terminen.

(…)

¿Dónde rayos esta mi otro calcetín?, juro que anoche me acosté con los 2.

Eso no sonó para nada bien.

Removí todo de la cama y nada. Observé mis pies moviendo los dedos. Bufé resignado y me dirigí a la cocina. 3 horas viendo un vaso de agua sin comer me estaba cayendo mal.

Bostecé tan bien como solo me lo permito cuando estoy solo ya que a nadie le gustaría verme abrir la boca tal cual león y más con un aliento que, estoy seguro, no es el mejor. Antes de ir a desayunar iría a lavarme los dientes, era ya una costumbre, aunque sé que los ensuciaré y tendré que volver a lavarlos, pero me asqueaba percibir mi aliento tan… poco agradable.

No creo que exista persona que amanezca con aliento a flores, al menos que se haya comido unas…

Eso ya sería demasiado extraño.

Pero todos tenemos pésimo aliento mañanero, es decir, por más que te cepilles los dientes hasta sangrar, la boca te apestará. O es que yo solo he conocido a gente sucia que le apesta la boca.

Mientras tallaba cada uno de mis dientes en forma de círculos, vertical y horizontal, tal como mi madre me lo gritó cada noche cuando regresaba a su habitación después de 3 segundos de cepillado. No recuerdo haber usado pasta.

 Vi mi reflejo en el espejo.

¿Y si ella me olvido?

No sé si temer por el hecho de que ya no me recuerda o por el hecho de que aún lo hace. Esto es tan confuso.

Ni yo me entiendo.

Tengo miedo de la reacción que ella pueda tomar al saber quién soy yo.

Me enjuagué y salí rumbo a buscar mi desayuno.

Dios, tenía tanta flojera, ¿Dónde está el extraordinario Louis que me hace de desayunar todas las mañanas?

Y como si lo hubiera invocado mi celular comenzó a sonar en un bolsillo, que ni siquiera recordaba que tenía en mi pantalón de pijama.

-¿Si?

-Buenos días pequeño querubín.- el susodicho canturreó al otro lado de la línea con voz claramente adormilada.

-¿Qué quieres?, no mejor, ¿Dónde estás?- una corta risa se escuchó. Rodé los ojos recostándome en un sillón.- Louis.

-¿Qué sucede rulitos?

-¿Dónde estás?

-Eso es lo de menos, solo llamaba para desearles un excelente día.

-¿Desearles?- Y colgó. El muy mendigo me colgó. Dejándome con la duda. ¡Pero me colgó!

Desearles no es para un persona, si no para varias, hablaba de más. De alguien aparte de mi.

Observe todo lo que estuviera a mi vista desde mi sitio. Todo estaba tal y como lo recuerdo antes de que me fuera a dormir.

Solo quiere asustarme. Seguro.

De nuevo fui hacia la cocina y busqué algo en la nevera que me llenara un poco en lo que cocinaba, o en lo que me preparaba un cereal. Serví un poco de jugo y me giré.

-Buenos días Harry.

Escupí el jugo.

Mieeeeeer…coles, jueves y viernes.

Te sostendré por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora