Capitulo 22.

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Nota:

¡Hola chicas!, les pido una grandísima disculpa por haber dejado la novela tanto tiempo. Casi nadie la lee pero bueno, las que lo hagan se los agradezco de todo corazón. Ya estoy de vuelta, con nueva mentalidad y mucho trabajo por publicar, pero todo a su tiempo. Gracias a varios acontecimientos realmente grandes en mi vida personal ya tengo totalmente idealizado y concreto la historia por ello los capítulos anteriores tendrán ediciones; cosas pequeñas como ortografía, cambio de algunas palabras y así, nada que afecte a la trama que llevo hasta ahora. Solo habrá un cambio que claramente será notorio de ahora en adelante, ya no será “_____”, he escogido un nombre para hacer más… sería la novela, el nombre será Mailen, a mi me encanta por lo que ahora la rayita será remplazada por un nombre concreto.

Sin más que decir me despido.

Las quiero chicas. ;)

-Te lo digo en serio, esto es realmente incomodo, deja de mirarme así.

¿Pero cómo caraj…?

-Por favor, ¿qué acaso tengo algo en la cara?

¿Quién le dijo…?

-¡Harry! ¡Hey! ¡No me pellizques!- me dio un manotazo alejándose.

Ouh, no estaba soñando, es real.

-Lo siento.

-No hay problema, ¿tienes jugo de uva? Muero de sed.- se talló los ojos de una manera tan… tierna. Estaba vestida con una blusa blanca con un estampado de caritas felices por toda la tela y un pantalón de pijama amarillo de puntos blancos. Vaya combinaciones.

-Solo tengo de manzana, pero es mío.- gruñí. Rio sentándose en uno de los sillones. Acomodó sus brazos cruzandolos en el respaldo del sillón y recostó su cabeza de lado observándome con una pequeña sonrisa.- ¿Qué?

-Me hiciste recordar a alguien.

Me acabé mi vaso de un solo trago que casi me hace ahogarme. Tosí.

-Y… ¿por qué te recordé a él?

-Porque te pareces a él, tomas el vaso con solo 3 dedos y no con toda la mano como la gente normal, eres posesivo o por lo menos con ese jugo de manzana, su jugo favorito era ese, también… espera.- se levantó y caminó hacia mí. Comenzó a hacerme cosquillas provocándome una risotada.

-¿Qué… qué te pasa?- pregunté aun riendo.

-Sí, también tienes hoyuelos como él.- un cierto brillo indescifrable adorno su mirada.

-Simples coincidencias.- me encogí de hombros.- no es como que eso sea algo único, muchas personas pueden ser así.- Y el brillo se esfumó, dio media vuelta y se dirigió hacia la habitación de Louis - oye, espera, ¿dije algo malo?

Ya a punto de entrar a la habitación se giro a verme.

-No es nada, solo que lo extraño un poco y tal vez por eso lo comparé contigo.- sonrió apenada.

Juro que quería matarme en ese mismo instante. Posiblemente lanzarme desde la ventana del apartamento sería una excelente idea, pero muy psicópata. Como siempre Harry tenía que abrir la bocota de más.

-Oh, no hay problema.- asintió adentrándose. La iba a alcanzar para pedirle disculpas pero me di cuenta de algo.

“Solo que lo extraño un poco”

Sentí fuegos artificiales en mi cabeza y una gran carga de adrenalina recorriéndome todo el cuerpo. Me veía brincando por todo el departamento para después salir a la calle a formar todo un flashmob en donde al final se lanzarán globos mientras todo brincan y sonríen. Pero por ahora solo cerré mis puños alzándolos en señal de victoria.

Me extrañaba. Busqué algún buen programa en la televisión pero nada bueno salía. Bueno, extrañaba a su amiguito de la infancia, no al que desde ahora compartirá departamento. Pero en sí somos el mismo, así que me extraña a mí. Sonreí satisfecho.

Mailen

Acomodé el último par de zapatos en el closet y contemple mi obra dando pasos atrás, pensé en tomar una foto y mandársela a Jade ya que esta sería la única ocasión en la cual lo vería así de organizado sin tener que escavar e incluso dar clavados para encontrar el par de un calcetín, metafóricamente hablando.

Me dolía la cabeza con tan solo pensar en todo lo que tengo que organizar ahora. Con Jade todo era más fácil ya que sabía desde hace tiempo atrás que conmigo no es muy fácil convivir, pero supo adaptarse con el tiempo. Ahora es como si tuviera que iniciar desde cero y con doble peso pues esta vez tendrá que ser con un hombre. Sentí un escalofrío.

Esta habitación es muy acogedora, con tan solo cerrar las cortinas el lugar se sume en una oscuridad muy cómoda pues deja poca pero la suficiente iluminación. Sentí mi estómago gruñir.

Olvide por completo que iba a desayunar, tomé mi móvil y de nuevo me dirigí a la cocina, muy dentro de mi rogaba por no volverme a encontrar con él, aunque es una petición absurda de ahora en adelante.

Quise golpearme, realmente quería darme un buen golpe en el rostro. Fue un total error haber actuado con tanta confianza hace un rato. No debía. Una distancia prudente es todo.

Caminé sigilosamente hacia la nevera y revise, tomé la leche y me serví un poco.

Estaba comenzando a desesperarme con el silencio total, no sé cómo puede existir gente que le encanta estar sumida en silencio total. Raros. Logré ver un pie sobresaliendo de uno de los extremos del sillón. Sentí mi corazón acogerse al verlo.

Estaba recostado de lado con una pierna flexionada y sus brazos cruzados como si abrazara a alguien, su cabeza estaba levemente levantada por una almohada que puedo jurar que yo no la vi cuando me senté ahí. Su pecho subía y bajaba tranquilamente, su rostro estaba totalmente relajado. Debía de alejarme y centrarme en otra cosa pues en un tercer plano esto se vería muy raro. Pero entonces mi atención se centró en su cabeza. Podía jurar que estaba tan más pálida que nada, sentí mi garganta seca y mis manos comenzaban a sudar. No podía moverme pero debía hacerlo.

Podía jurar que me estaba retando con esos diminutos ojos.

Repase más de diez veces todo el rosario que mi abuela me obligo a aprenderme de pequeña, rogaba porque no le hiciera daño. 

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2014 ⏰

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