d r e i z e h n

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Ariel Müller - Cupido 69

Día trece y la misión iba bien, o eso suponía, Leo me comentó que Caden fue a visitar a Alec a media noche a la enfermería y puesto que Alicia aún cuidaba de él, los tres se enfrascaron en una conversación que terminó con la enfermera botando del lugar a los dos rubios. Después de eso no se sabe nada de ellos, pero según Trent, Caden no llegó a dormir a su habitación.

-Así que...¿Son ellos? -señaló hacia Zach y Jordan quienes acababan de chocarse-.

Había arrastrado a Leo hacia una de las azoteas para poder perseguir a los chicos que parecían estar conectados por el hilo rojo, ambos graciosamente habían coincidido en uno de los patios del campus y chocaron tirando todas sus cosas al suelo, el típico momento donde sus manos se tocaron de casualidad y ambos se veían a los ojos.

-Hazlo ya -le dije a mi amigo-.

Treinta y Cuatro alzó su arco con ambas flechas ubicadas en él, frunció un poco el ceño entrecerrando sus ojos y relamió sus labios lentamente, tomó algo de aire y finalmente las flechas fueron disparadas y cayeron en los corazones de aquellos nuevos enamorados.
Jordan miraba de una manera única al jugador de fútbol y este le regresaba la mirada de amor, se sonrieron y compartiendo algunas palabras se alejaron juntos.

-Trabajo realizado -Leo me miró con una sonrisa-.

-¿Pero qué carajos?  -alguien susurró debajo de nosotros-.

Ambos habíamos estado tan concentrados en el trabajo de Leo que no nos dimos cuenta en el momento en que Noah Samuels había aparecido en escena y había descubierto toda nuestra acción de cupidos.

¡Oops!

La chica de cabello azul caminaba de un lado hacia el otro mientras murmuraba algunas cosas que sinceramente ni mi amigo ni yo alcanzamos a oír, finalmente se giró hacia ambos y soltó una divertida carcajada

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La chica de cabello azul caminaba de un lado hacia el otro mientras murmuraba algunas cosas que sinceramente ni mi amigo ni yo alcanzamos a oír, finalmente se giró hacia ambos y soltó una divertida carcajada.

-Así que ustedes son cupidos -rio nuevamente-. Vaya y...¿Pueden hacer que Justin Bieber se enamore de mí? -preguntó emocionada-.
-Ehh no -río Leo-. Eso va contra las leyes del amor -rodó los ojos-. Solo podemos ayudar a aquellos que están unidos por el hilo rojo del amor
-¿Esa no es una leyenda china? -frunció el ceño confundida-.
-Todos creen eso -bufé-. Pero bueno, nosotros podemos ver los hilos rojos de todos, y cuando dos personas están unidas simplemente les disparamos las flechas para ayudarlas a completar su amor
-Uhm que interesante -se rascó su mejillas-. ¿Y yo tengo ese hilo? -se miró las manos-.
-Si -señalé su dedo anular pero ella no podía ver nada-. Aunque no sé quien sea tu pareja destinada
-No importa -soltó feliz-. Que sea una sorpresa

Leo y ella siguieron comentando algunas cosas más hasta que su teléfono sonó, leyó con el ceño fruncido lo que aparecía en la pantalla de su iphone y luego me miró algo impactada.

-Es Caden, quiere hablar conmigo -susurró aún mirándome-.
-Supongo que te contará lo qué pasó entre nosotros -aunque claro que ya le habíamos explicado el tema a ella-.
-Debo fingir que estoy sorprendida, ¿verdad?
-Si -asentí levemente-. Si dice algo malo sobre mí, solo apóyalo
-Pero...
-Él debe de odiarme, Noah -susurré tomándola de sus finas manos-. Por favor
-Eso es algo imposible -se levantó tomando su mochila-. Caden te quiere demasiado

Agitó su mano despidiéndose de nosotros y salió de mi habitación, Leo estaba recostado en la cama de Alec y parecía oler su almohada.

-¿Qué haces? -pregunté burlón-.
-Nada -gritó levantándose-. Ya me voy. Adiós

Rodé los ojos cuando la puerta se cerró de golpe, ahora debía de planear cual sería mi siguiente movimiento, un extraño sonido viniendo de mi teléfono me hizo girar mi cabeza hacia la pantalla. Un número 3 se marcaba con fuerza en el fondo de la pantalla de bloqueo, aquello era el "contador de besos personalizados" que mi jefe me había obsequiado y según él, si Caden y Alicia se besaban aquel contador iba a comenzar a aumentar avisándome que mi misión iba por un buen camino.

Y cuando finalmente llegue al número ocho, sabré que era hora de volver a casa.

-Faltan cinco besos -susurré-.

Eso quería decir que en aquellos momentos Alicia y Caden se habían besado, lo cual me parecía algo extraño ya que se supone el rubio había citado a Noah para hablar sobre mí.

Aquella misma tarde Alec volvió a la habitación, tenía un par de muletas que lo ayudaban en su andar, podía ver que tenía una cara de querer asesinar a todos cuando se lanzó a su cama con brusquedad

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Aquella misma tarde Alec volvió a la habitación, tenía un par de muletas que lo ayudaban en su andar, podía ver que tenía una cara de querer asesinar a todos cuando se lanzó a su cama con brusquedad.

-Bienvenido de vuelta -le dije algo divertido-.
-No me hables -me miró enojado-. ¿Por qué le hiciste eso a Caden? No puedo creerlo -gruñó-. Eres una mierda
-Yo, lo siento...
-He pedido un cambio de compañero -susurró mirando el techo-.
-¿Qué? -Lo miré sorprendido-. Pero Alec, ¿A dónde se supone que iré?
-No lo sé, ese no es mi problema -se giró cuidando que su pierna no se golpeé y me dió la espalda-.

Apreté mis labios con molestia, me levanté de la cama y comencé a guardar todas mis cosas en mi maleta con la cual llegué a la tierra, mis ojos estaban cristalizados y sentía una extraña sensación en mi pecho.

-Hola bebé -Alicia entró a la habitación seguida por sus amigas-. ¿Cómo estás?
-Bien -susurró-. ¿Qué haces aquí?
-Acabo de acompañar a Caden a su habitación -me miró de reojo-. Y pensé venir a verte. Hola -me habló esta vez-. Creo que nunca nos presentaron, soy Alicia Johnson
-Ariel -susurré-.

Sus amigas murmuraron algo y Alicia alejó la mano que me extendía en modo de saludo al oír mi nombre, supongo que Caden ya le había comentado lo ocurrido, al parecer nada parecía quedar en secreto en esta universidad.
Minutos después un chico llegó a la habitación con una maleta diciendo que le habían cambiado de compañero, me dijo el número de mi nuevo dormitorio y se acomodó en la que antes era mi cama.

-Creo que ya debo de irme -susurré-.
-Si, adiós -se despidió Alec de forma fría-.

Salí de mi antigua habitación y caminé hacia el dormitorio que me habían indicado, di unos cuantos golpes desganados a la puerta y esta fue abierta mostrándome a un alegre chico pelirrojo.

-¡Hola! -saludó con una sonrisa-. Así que eres mi nuevo compañero
-Si -sonreí de lado-. Supongo que si

Jordan se hizo a un lado dejándome ingresar a la habitación, acomodé mis cosas mientras él me comentaba sobre su nueva relación con Zachary Smith y como todo había pasado tan rápido en un abrir y cerrar de ojos. Como supuse que ya debía haberse enterado también le comenté mi caso con Caden, exceptuando todo lo de los cupidos y la misión, al principio se enojó un poco pero después dijo que él no era nadie para enojarse por los problemas de alguien más.

-Mañana juegan los chicos del equipo de fútbol americano, contra otra universidad -dijo mirando su celular-. Iré a animar a Zach
-Que bueno -comenté terminando de arreglar mis cosas-.
-¿Irás tú? -preguntó curioso-.
-Si, supongo que debo de alentar a Trent -susurré-.

El pelirrojo me miró entrecerrando sus ojos claros pero no comentó nada, ambos nos lanzamos a nuestras camas y nos quedamos en silencio por el resto de la noche, en mi mente no podía desaparecer la escena de Caden mirándome con dolor, sus lindos ojos azules llenos de lágrimas. Aquella sensación en mi pecho volvió a golpearme evitando que pudiera dormir por el resto de la noche.

Todo lo que debía hacer era lograr que Caden y Alicia se enamoraran y por fin podrían volver a casa.

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