Aceptado.

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¿Alguna vez habéis experimentado la irritación? No, no me refiero a la reacción física. Generalmente, se le conoce como la capacidad para enfurecer a otra persona, o a la inversa. Suele estar conectado a el cansancio, refiriéndose de otra persona. Acostumbra a producirse por el comportamiento o acciones ajenas. ¿Lo habéis sentido? Probablemente si. Todos conocemos al típico pesado.
No creo poder considerarla negativa. No es algo que dependa de uno mismo.

Muchas cosas no lo hacen.

Tras el tremendo escándalo que al parecer formé, subimos al autobús, el cual ya había llegado, y tomé asiento junto a Hansol, quien no había pronunciado palabra alguna desde el anterior acontecimiento. Tampoco es como si tuviera ganas de conversación, me limité a utilizar su hombro de almohada. Necesitaba descansar de tanto campamento, definitivamente no volvería a pisar uno en lo que me quedaba de vida.

El camino de vuelta transcurrió tranquilamente. Sin contar con las tres veces que los flashes de alguna cámara indeseada me despertaron. Algo era seguro, por lo menos éramos el nuevo fondo de pantalla de medio autobús, llegamos a ser famosos y salimos hasta en el telediario. Que fastidio. Aunque, en cierto modo, era mi culpa. Durante las próximas semanas seríamos la comidilla de todo el Instituto.

Finalmente llegamos a Seúl. Hansol me despertó suavemente y ambos bajamos del autobús. Agarré mi equipaje y llamé por teléfono a mi madre informando sobre mi llegada. Hansol se acercó a mi.

-Vamos, te acompaño a casa.-colgué la llamada y asentí extrañado. Él, por el contrario, tomó mi equipaje y me esperó varios pasos más adelante. Le alcancé y comenzamos a caminar. Tras varios minutos en silencio, él se detuvo y me miró impasible.

-Tienes que parar-intervino seriamente. No entendía. ¿Parar el qué?

-¿A qué te refieres?

-Deja de besarme de imprevisto.

-¿Y eso por qué?-repliqué.

-Porque si, se supone que yo soy el que hace esas cosas.-explicó avergonzado. Reí ante su comentario.

-Pues ponte las pilas, cariño. Vamos tres a uno.-me burlé.

-Eres un tramposo.

-Mejor que ser un inmaduro que no sabe perder.-repuse iniciando de nuevo el camino a casa.

-Mira quién fue hablar.

-¿Disculpa? ¿Qué dijiste?

-Ya lo has oído.

-Hansol Vernon Chwe, ¿acabas de insinuar que no sé perder?

-Eso mismo.

-Pues es mentira. Yo nunca pierdo, Já.-el castaño bufó divertido.

-¿Yo soy el inmaduro?

-¿Qué tal si te callas?

-No te daré el gusto, princesa.

-¿Cuántas veces voy a tener que repetirte que no me llames así?

-Estás tardando en darte cuenta de que no me importa.

-Que te den. Me vuelvo a casa sólo.-acto seguido, arrebaté mi equipaje de sus manos y aceleré el paso. Él me siguió.-Hansol, vete.

-No quiero.

-Eres un coñazo-suspiré

-El coñazo del que estas enamorado. Así, que te fastidias.

-Imbécil...

Avanzamos unas calles más hasta finalmente encontrar mi casa. Hansol besó mi mejilla como despedida y salió corriendo en dirección contraria antes de que le alcanzara el primer bote de crema que encontré. Que descarado. Obtendría mi revancha.

Entrelazados [Verkwan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora