Capítulo Tres: Cuestión

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The Second Mutation

Capítulo Tres: Cuestión

Charles dudaba al entrar en la cámara para conectarse a Cerebro. Conocía demasiado a Erik para darse cuenta de que su obstinado amante era capaz de dormir con el casco puesto si no quería que lo encontrara. Pero no tenía más opción que intentarlo porque su situación era apremiante. Se conectó a la máquina, mientras pensaba que era una de las pocas veces que lo hacía completamente solo, sin la compañía de Hank. Cerró los ojos para concentrarse y cuando se conectó con las mentes mutantes, rastreó a Erik en cada rincón del planeta. Aun antes de empezar, Charles presentía que sería una tarea inútil y no se equivocó: la mente de Erik no podía encontrarse en ninguna parte.

Mental y emocionalmente agotado, Charles se desconectó. Bajó la cabeza y se secó las lágrimas. Trató de secárselas, en realidad, porque seguían corriendo por su cara como arroyuelos. Estaba solo, completamente solo. Hank, Raven, Moira podían acompañarlo pero no era lo mismo sin él. Erik era el padre de la criatura y ahora Charles podía sentir cuánto lo amaba. De nada había valido tratar de olvidarlo con Moira, amaba a Erik intensamente y ahora que compartía el lazo de un hijo, lloraba y sufría su ausencia.

Esperó a calmarse para alejarse de la máquina. Al salir de la cámara, con los ojos enrojecidos pero ya sin llanto, se tocó el vientre por primera vez. Estaba plano aun pero el solo pensar que allí se gestaba una nueva vida, lo hizo emocionarse. Lloró otra vez, pero ahora de júbilo. Tan preocupado había estado con su situación que no había tenido tiempo de maravillarse con la noticia. Se apretó el abdomen con las dos manos y aunque todavía era muy temprano para sentir la criatura, cerró los ojos para concentrarse y captar su presencia mentalmente. Allí estaba, con las células generándose y la energía de las manchas de luz. Charles se restregó los ojos, ya se sentía mejor. Tenía ganas de vivir, de soñar y de prepararse para recibir a su hijo aunque Erik no pudiera presenciarlo.

Charles no notó que enfiló hacia su recámara sin quitarse la mano del vientre. De a ratos se lo acariciaba y de a ratos solo la dejaba apoyaba allí. En su mente continuaba sintiendo la vitalidad de las manchas y, sin darse cuenta, estableció una conexión con la criatura.

-¡Dios! – suspiró y fue tan emocionante que detuvo la silla -. Tengo que protegerlo. Siento la necesidad de cuidarlo, de resguardarlo, de luchar por él. No puedo dejar que nada le suceda. Voy a entregar mi vida de ser necesario.

Recién entonces notó que no había retirado su mano del abdomen. Se hizo una caricia rápida y siguió el viaje para llegar a su dormitorio. Estaba exhausto. En lo único que pensaba era en su hijo y en darse un baño caliente. Al entrar se encontró con Moira que ya se había vestido con un camisón de seda y estaba sentada en la cama.

Fue la primera vez que Charles se fastidió al encontrarla en su lecho pero lo disimuló por educación. Moira estaba preocupada.

-No pudiste encontrarlo, ¿cierto? – dedujo ella al ver su expresión de cansancio.

Charles sacudió la cabeza y suspiró.

-Necesito bañarme, acostarme y dormir.

-Charles – musitó Moira y como lo que iba a decir era complicado, hizo silencio y se miró las dedos -. No lo hemos discutido pero sabes cuál es la única solución.

Charles la miró sin comprenderla.

Moira exhaló.

-Eres un hombre y por más evolucionado que seas, tu cuerpo no está preparado para afrontar un embarazo. No existen especialistas que puedan ayudarte.

The Second Mutation (Cherik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora