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- ¡ Mierda!.- Tom Hiddleston estaba hasta las narices.

Pero,¿ es que nunca se iba a acabar ese maldito dia ? Aquella mujer le habia partido en dos el hueso de la espinilla.

Tom se inclinó ante la exhuberante morena que tenía atrapada y asomó la cabeza por la ventana de la que acababa de apartarla.

Guiñando los ojos debido al sol, vio la maleta y el bolso en el patio y lo tomó como prueba irrefutable de que McPherson habia intentado escapar. Se enderezó de nuevo, apartando el pecho de la espalda de ella, y cerró la ventana.

- Una cosa tengo que admitir, eres de armas tomar. 

Tom la empujó contra la pared y, metiendo un pie entre los de ella, se los abrió de una patada.

Mia lanzó una exclamación ahogada al notar que le recorria con las manos los hombros y los costados. Pero cuando aquel hombre rozo con la punta de sus dedos la curva de sus pechos, guardó silencio y se quedó muy, muy quieta, como si su inmovilidad le impulsaria a dejar de cachearla.

Tom no sentía mucha compasión. Aquella mujer le habia echo sudar la gota gorda y le habia costado una fortuna que no podia permitirse. Le repasó el torso y subió las manos entre los pechos hasta las claviculas, luego la paso de forma impersonal sobre las generosas pendientes de sus pechos. Deslizo los dedos entorno a la cintura elástica de sus pantalones de ciclista, y un instante despues la cacheó desde la cintura hasta la costura de la entrepierna, por delante y por detrás.

-No.- gimio ella.-Por favor.

-Calma morena. Lo único que me interesa de ti es saber si tienes alguna arma escondida. Se agacho para pasarle la mano por las caderas hasta donde los pantalones daban paso a la piel desnuda, y luego trazó el recorrido inverso por la parte inferior de las piernas, que eran largas, firmes y tersas. En cuanto su cerebro registró esa impresión, sus manos se apartaron de golpe del cuerpo y Tom se levantó.

-Muy bien,estás limpia. Date la vuelta.

Ella se volvió despacio para situarse frente a él.La manera a la que se aferraba a la pechera de la bluca como una solterona horrorizada era un detalle astuto, pensó Tom con cinismo. Casi podia creerse que esa mujer no tenía ni idea de por qué estaba allí.

-Escuche.- resollo Mia sin aliento,mirándole con sus enormes ojos verdes- esta cometiendo usted un terrible error.

Tom se echó a reir sin humor.

-¿ Cuantas veces habré oido yo eso? Venga guapa, vamos a por tus cosas. Luego ya se lo contarás todo al juez de Miami.

¿ Al juez? Mia suspiró aliviada.¡ Gracias a Dios! Si pensaba llevarla ante la justica de Florida, debia de tratarse de un policia, y no de LaBon.

No es que ella fuera a confundir en un millon de años a un simio y a un dios, ni nada parecido. Pero se acordaba de la descripción de Kaylee, y teniendo en cuenta la altura y aquellos hombros, más la negrura de su pelo, ella había asumido enseguida que....

Tom la arrastró de mala gana por el pasillo hasta el recibidor, donde cerró con llave la puerta de la casa.

Luego la llevo de vuelta por el pasillo, a traves de la cocina, hasta la puerta trasera. Ella trotaba docilmente tra él, por el momento. Aquello no era tan espantoso como ella habia temido. Todo saldría bien. No era la situacion ideal, claro. La situacion ideal habria sido que su hermana se entregara voluntariamente. Pero por lo menos tenia que lidiar con el lado bueno de la ley. Y eso, desde luego, suponia un alivio. 

-Escuche, comete usted un error.- repitió cuando Tom se detuvo en el patio. Él la agarró de la muñeca con mano dura y se agachó para recoger con la otra manolos contenidos del bolso de Kaylee.- Yo no soy la que busca. Me llamo Mia MacPherson. Soy la hermana gemela de Kaylee.

𝒮ℴ𝓎 𝒯ℴ𝒹𝒶 𝒯𝓊𝓎𝒶 ( 𝒶𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒹𝒶 𝒯ℴ𝓂 ℋ𝒾𝒹𝒹𝓁ℯ𝓈𝓉ℴ𝓃)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora