Epílogo

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—¡Madre mía! Creía que iba a darme un infarto con las prisas por llegar a tiempo. —Kaylee llegaba sin aliento al vestuario de la iglesia—. El avión llegó tarde y luego retuvieron el equipaje. ¿Hemos retrasado la ceremonia?

—No, aún dispones de tiempo para vestirte. —Mia abrazó a su hermana—. Me alegro de verte.

—Y yo. Ojalá hubiéramos podido venir con más tiempo, pero ha sido una semana de locos. Ya te contaré cuando tengamos un momento.

—Te voy a presentar a las damas de honor —comentó Mia, y retrocedió un paso aguardando la esperada reacción.

Kaylee no la decepcionó.

—¡Joder, Mia! —Se quedó mirando con los puños en las caderas los vestidos de color verde pálido que llevaban las otras dos damas de honor—. Cuando me dijiste que te encargarías tú de elegir el vestido perfecto para las damas de honor, la verdad es que tragué saliva, porque todos mis instintos me gritaban que estaba cometiendo un gran error. — Las damas de honor, con una sonrisa tensa, se disculparon entre murmullos y salieron de la habitación. Kaylee se volvió de nuevo hacia su hermana — Debería haber sabido que tu boda sería de lo más anodina.

—Yo prefiero llamarla elegante —replicó Mia con calma, ofreciéndole una sonrisa irónica—. Aunque admito que resulta un poco pobre comparada con la Capilla del Amor Ardiente Hunka Hunka. Y por supuesto, nos va a casar un cura normalito, no el espectacular imitador de Elvis que te casó a ti.

Kaylee sonrió con expresión soñadora.

—¿A que fue genial?

—Hummm —replicó Mia sin querer comprometerse. Luego le devolvió la sonrisa—. De todas formas, Kaylee, deberías tener un poco más de fe en mí. ¿Crees que no conozco tus gustos?

—Pues a juzgar por los vestidos tan sencillos que llevaban las otras damas de honor, no. —Kaylee observó pensativa el vestido de novia de su hermana—. Aunque tengo que admitir que estás muy guapa. El vestido podría ser un poco más ceñido y le vendrían muy bien unas cuentas, para hacerlo más vistoso. Pero aun así Mia, estás estupenda. Realza tu figura.

—Sí. Es genial, ¿verdad? —Mia se admiró en el espejo.

El vestido, un largo y esbelto tubo de color crema, resaltaba su figura de reloj de arena sin ser demasiado ceñido. Tenía el escote bajo y daba la impresión de no llevar tirantes bajo las perlas que se extendían de los hombros a la cintura, donde el traje se estrechaba antes de extenderse sobre sus caderas hasta caer al suelo.

Estaba preciosa.

Se cruzó con la mirada de Kaylee en el espejo y alzó una ceja.

—Bueno, ¿estás lista para ver el tuyo? Cierra los ojos.

—¿Tan feo es?

Mia abrió la bolsa que colgaba de la puerta y sacó el vestido de su hermana. Se lo puso delante y anunció:

—Ya puedes mirar.

—¡Oh! —Kaylee se quedó sin aliento—. ¡Dios mío! ¡Dios mío! —Y comenzó a quitarse la ropa de inmediato—. Es precioso. ¡Precioso!

—¿No te dije que confiaras en mí? —Mia le tendió el vestido verde esmeralda a su hermana—. Le dije a la modista que pensara en Jessica Rabbit, pero no lleva mucho tiempo en el país y no lo entendió bien. Así que le pedí que añadiera muchas cuentas. Y que me lo ajustara tanto que impidiera sentarme.

—¡Perfecto!

—Sí. —Mia sonrió viendo a su hermana estrechar el vestido contra sus pechos—. Ya me imaginé que te gustaría. Anda, póntelo. Ya casi es la hora del show y quiero ver cómo te queda.

𝒮ℴ𝓎 𝒯ℴ𝒹𝒶 𝒯𝓊𝓎𝒶 ( 𝒶𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒹𝒶 𝒯ℴ𝓂 ℋ𝒾𝒹𝒹𝓁ℯ𝓈𝓉ℴ𝓃)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora